lunes, 13 de abril de 2020

De lo popular a la tradición

Ahora, con las reflexiones sobre la popularización del son jarocho, me toca proponerles que otros hagan la critica de lo que pasa por el Occidente y la Tierra Caliente. Ya Alejandro de la Rosa ha realizado un recuento publicado en una revista, pero han pasado algunos años y en el interin se dieron la patrimonialización del mariachi (Ra Xhimhai), los cambios en la dirección de los Encuentros de Mariachis Tradicionales y de la Asociación de Mariachis Tradicionales, el surgimiento de festivales independientes, el crecimiento de grupos de mariachi infantil y juvenil, además del debate sobre las rutas a seguir en el fortalecimiento.
Popularización y tradición

          Aquí hay algunas de las que me percato. Es evidente que no hay estrategias para establecer el diálogo entre los mariachis populares y los mariachis de folcloristas, tampoco hay estrategias para que los mariachis tradicionales, que siguen en las localidades, participen en los Encuentros; ni se han realizado propuestas de investigación por grupos dentro de las instituciones de educación superior de la región, lo cual podría ayudar a identificar procesos apenas intuidos: como la renovación de los grupos por las nuevas generaciones, la localización de subregiones clasificables desde la música, la lírica y el baile, los procesos de migración e "internacionalización" de la tradición mariachera o los rumbos que siguen el mariachi popular y el de masas, en las regiones con tradición mariachera.
       Es claro que los procesos de popularización y modernización de la tradición coexisten con los mariachis y los conjuntos de arpa populares y tradicionales, e incluso algunos son bastante exitosos pasan de un ámbito al otro, siendo unas veces mariachis populares que viven de ello y luego sólo cambiando de traje, conjuntos de arpa para representar a un "Estado" en eventos nacionales e internacionales; por lo que la diferenciación entre mariachi y conjunto de arpa tampoco queda muy clara en la realidad. Tampoco hay una frontera local, regional e internacional bien trazada, pues músicos y consumidores circulan por espacios locales entre México y E. U. constantemente. El uso de pastillas electroacústicas para tocar en escenarios con amplificadores ya es común, así como la hibiridación con instrumentos "modernos", eléctricos y percusiones; también es usual tocar géneros "modernos" como la cumbia, la balada y los narcocorridos en las presentaciones.
      La tradición del mariachi y el arpa grande es bastante "líquida", se adapta a géneros, instrumentaciones y repertorios modernos. Toca con pastillas electroacústicas y con instrumentos eléctricos sin problema. Va de lo local a lo tras-nacional sin problemas ni prejuicios. 
       En cambio, los mariachis y grupos folcloristas no entendemos bien esos procesos de hibridación y circulación. Somos bastante groseros, imponemos nuestros gustos por el son y dejamos fuera la balada, la cumbia y el corrido. A la primera provocación damos "conferencias" y tocamos lo que queremos, no lo que la audiencia quiere escuchar, como si nuestro gusto musical fuera "superior" al que los otros quieren escuchar.
      Yo, en particular, he corrido personas, desalentando su incorporación a los procesos de fortalecimiento de la tradición en los espacios urbanos, sintiéndome guardián de algo que no me fue conferido (aún cuando alguna vez lo creí así). Incluso más de alguna vez merecí (o merezco jjaja no sé si éso prescriba) unos chingadazos por mi comportamiento talibán sobre el "cómo debe ser", cuando mis referentes son procesos reconstruidos a partir de las experiencias de varios músicos que rondan los 80 años.
      El "deber ser" es siempre actual y contextual; lo que "es", en los referentes de los músicos mayores de 60 años, no lo "es" para los conjuntos en E. U. Si pensamos como folcloristas o "tradicionalistas" entonces ¿Qué queda para la tradición actual y sus continuadores? Debo confesar que aprendí de la Orquesta Uapánekua, de Ihuatzio, que El muchacho alegre, Sonora y sus ojos negros, Caminos de Michoacán, y otras piezas, son parte de esa tradición viva; como de Los Jilguerillos del Huerto, que Dos botellas de mezcal, La Chileca, y varias más, son imprescindibles en los Balcones. Aún así, no puedo tocar los bajos en el arpa de las canciones rancheras (jaja mi yo foclórico se niega).
        Que queda mucho por reflexionar sobre los vínculos entre la tradición y lo pupular en las regiones musicales de México. (3 de mayo de 2016)


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