Los Balcones de Tierra Caliente es la única región de México
donde es posible escuchar y ver bailar los jarabes en su contexto festivo,
alrededor de una tarima o un par de tablas; un género musical que se decía, en
el siglo XIX, era característico y exclusivo de México.
ENJ 2016, Los Guachitos de Tiquicheo |
Es posible hacer un recorrido desde que inicie en Madero o
Tacámbaro, pasando por Turicato y que termine en Ario, o al contrario,
escuchando a diversos grupos de música tradicional de la región tocando
jarabes; pero además, disfrutar de paisajes, gastronomía y buenos mezcales.
Los Balcones de Tierra Caliente son una región que corre a lo
largo de las estribaciones de la sierra que conocemos como Mil Cumbres. Inicia
en los declives del Tipitarillo, en el municipio de Ario de Rosales, y sigue hasta
Zitácuaro. Se trata de una serie de cañadas por los que bajan ríos que nutren
al río Balsas medio. El descenso desde los Balcones hasta la orilla de los ríos
de la Tierra Caliente, es abrupto, se va de alturas cercanas a los 2,000 msnm
hasta los 500 msnm. Esa condición genera una serie de microclimas que se van
diferenciando conforme se desciende por las cañadas.
La variedad climática y abundancia de agua permite el
establecimiento de huertas de aguacate en la parte alta, caña de azúcar y
zarzamora en los declives; pero también plátano, mango, ciruelas, nanches,
tamarindos, pitaya en el fondo de las cañadas.
Los Balcones son propicios para el crecimiento de los magueyes
cupreata (o chino) y espadín, con los que se producen muy buenos mezcales en
las numerosas vinatas de la región. Los cuales se pueden "maridar"
con la rica gastronomía de la región, que va desde las conocidas Carnitas de
puerco, hasta platillos propios de la región como la Olla Podrida, y variantes
de recetas que usan la variada caza de iguana, venado, jabalí, y guilotas; o
los criaderos de trucha y mojarra que permiten comer pescado fresco al momento.
En la región la población se encuentra esparcida por numerosos
ranchos; las concentraciones urbanas sólo se pueden dar en los pequeños valles
en las zonas templadas o frías al norte de la región; Ario de Rosales,
Tacámbaro, Villa Madero, Tzitzio, Hidalgo, Tuxpan, y Zitácuaro son las
poblaciones mayores y se encuentran en las estribaciones de otras regiones
geográficas, como la Meseta y El Bajío.
La arquitectura tradicional se ha mantenido en varios pueblos:
Madero, Tacámbaro, Turicato y Ario tienen sus centros históricos con portales y
bellas plazas sombreadas, rodeadas con casas de adobe y jambas de cantera,
techos de teja de cuatro aguas y calles adoquinadas o empedradas; pero también
poblaciones menores mantienen construcciones interesantes, como la capilla de
Santa María Magdalena, la Hacienda de Santa Rosa, el ingenio en Chupio, la
Tenencia de Urapa, por mencionar los que recorren la ruta de Madero a Ario.
Los bosques de las partes altas permiten vistas panorámicas de
las regiones más bajas, sitios ideales para realizar caminatas y días de campo,
en tanto, a menos de una hora en las partes más bajas hay abundantes
nacimientos que dan origen a balnearios, e incluso las pozas de los ríos se
conviertan en espacios de recreo familiar los fines de semana.
La cultura de los Balcones de la Tierra Caliente es diversa,
pues se encuentra influida de las regiones indígenas P'urhépecha, Otomí y
Mazahua, de El Bajío y las dos vertientes de la Tierra Caliente. Además de la
reconocida danza de moros y cristianos de Puruarán y Las Pastoras, que se
realizan en muchos ranchos de la región, en el ámbito profano hay un género
lírico, musical y coreográfico característico que ha desaparecido de otras
regiones del país, a pesar de que tuvo una fuerte presencia en el siglo XIX.
El jarabe
suena en todas esas cañadas de los Balcones que miran hacia Tierra Caliente, se trata ahí de un género vivo que participa de las bodas y festejos de la gente que vive en los numerosos ranchos de la región; a diferencia de las piezas fijas ya folclorizadas, como el jarabe tapatío, el jarabe ranchero o michoacano, el jarabe oaxaqueño y el jarabe tlaxcalteco que aparecen en los festivales escolares y como repertorio de los ballets folclóricos.
El jarabe como género musical y bailable se extendió durante el siglo XVIII por el orbe hispánico. A mediados de ésa centuria se denunció en la península una “seguidilla manchega” con lírica licenciosa conocida como Jarabe Gitano. Sobre el “origen”, en la Nueva España, podríamos situarlo a mediados del siglo XVIII, cuando aparecen repetidas denuncias contra ciertas tonadillas y sones de la tierra en las que se relacionan el pan y el jarabe con el amor y la sexualidad. Un ejemplo aparece en 1813, cuando la Inquisición levantó una averiguación contra el canónigo de Valladolid, don José Martín García de Carrasquedo:
...que en un baile que se hizo en cierto pueblo, con motivo de una boda, dijo este reo que bailaran Jarabe Gatuno; se resistieron los concurrentes diciéndole que si no estaba excomulgado el tal Jarabe; a que les contestó no había tal excomunión, ni era válida”.
El Jarabe Gatuno fue prohibido en el periodo colonial, pero algunos de sus versos quedaron en las diversas tradiciones musicales del Occidente de México, como en el son El Gato.
Me dijiste que antenoche
entró un gato en tu balcón
yo no he visto gato prieto
con sombrero y pantalón
Incluso en los Balcones de Turicato, Los Jaraberos de don Odilón Aguilar Ángel tocan El Gato como contra jarabe, que tiene una variante de la misma copla y con dos líneas musicales distintas.
En todas las cañadas que forman Los Balcones de la Tierra Caliente es posible encontrar diversas dotaciones instrumentales que tocan jarabes; desde la más conocida que consiste en dos violines, vihuela, guitarra sexta y contrabajo, o tololoche, hasta algunas que se han ido perdiendo, como dos violínes, violonchelo y contrabajo; violín, requinta (una guitarrita de 4 cuerdas), armonía (una guitarra de 5 órdenes de cuerdas dobles) y arpa jarabera. Muchas veces el bajo quinto o el bajo sexto y el bandolón aparecía junto a los violines; a veces la tamborita sustituye al contrabajo e incluso ahora, todavía se usa el banjo en los balcones de Zitácuaro.
Todas estas agrupaciones musicales tocaban: sones, gustos, canciones, valses, polkas, pero fundamentalmente jarabes.
Los grupos toca alrededor de dos tablas paralelas colocadas sobre dos hoyos de unos 80 cm de ancho por 1.80 mts de largo, sobre los cuales zapatean dos parejas de hombre y mujer, alternados. Las tablas pueden ser de parota, al occidente de la región, o bien, haya o pino, al oriente.
El jarabe más común consta de tres partes musicales, puede iniciar en cualquiera de ellas, usualmente, inicia por El Jarabe Corriente que permite identificar a los bailadores que se trata de tal pieza, del jarabe, al terminar usa una cadencia estereotipada que todos reconocen y que da paso a la copla salmodiada, es decir a medio camino entre el canto y el recitativo, con una melodía invariante y característica de cada región de Los Balcones, en ése momento los hombres cambian de lugar con su pareja para dar paso a un jarabe, que puede ser un cantado, es decir que luego de tocar la introducción musical se canta una copla, o sólo zapateado; en seguida se encadena de nuevo el jarabe corriente con la cadencia estereotipada, lo que indica que se cantará otra copla y que se intercambiarán lugares, para terminar con un contra jarabe que suele tener un tempo más rápido que el jarabe.
Los Balcones de Tierra Caliente son los únicos lugares de México donde es posible ver una fiesta con comida y bebidas tradicionales que incluyan además, el bailar los jarabes que caracterizaron a nuestra cultura musical durante el siglo XIX. Es por ello que, Los Jarabes de los Balcones son un patrimonio cultural intangible de los muncipios de la región; pero también de México, y de la Humanidad.
El jarabe
suena en todas esas cañadas de los Balcones que miran hacia Tierra Caliente, se trata ahí de un género vivo que participa de las bodas y festejos de la gente que vive en los numerosos ranchos de la región; a diferencia de las piezas fijas ya folclorizadas, como el jarabe tapatío, el jarabe ranchero o michoacano, el jarabe oaxaqueño y el jarabe tlaxcalteco que aparecen en los festivales escolares y como repertorio de los ballets folclóricos.
El jarabe como género musical y bailable se extendió durante el siglo XVIII por el orbe hispánico. A mediados de ésa centuria se denunció en la península una “seguidilla manchega” con lírica licenciosa conocida como Jarabe Gitano. Sobre el “origen”, en la Nueva España, podríamos situarlo a mediados del siglo XVIII, cuando aparecen repetidas denuncias contra ciertas tonadillas y sones de la tierra en las que se relacionan el pan y el jarabe con el amor y la sexualidad. Un ejemplo aparece en 1813, cuando la Inquisición levantó una averiguación contra el canónigo de Valladolid, don José Martín García de Carrasquedo:
...que en un baile que se hizo en cierto pueblo, con motivo de una boda, dijo este reo que bailaran Jarabe Gatuno; se resistieron los concurrentes diciéndole que si no estaba excomulgado el tal Jarabe; a que les contestó no había tal excomunión, ni era válida”.
El Jarabe Gatuno fue prohibido en el periodo colonial, pero algunos de sus versos quedaron en las diversas tradiciones musicales del Occidente de México, como en el son El Gato.
Me dijiste que antenoche
entró un gato en tu balcón
yo no he visto gato prieto
con sombrero y pantalón
Incluso en los Balcones de Turicato, Los Jaraberos de don Odilón Aguilar Ángel tocan El Gato como contra jarabe, que tiene una variante de la misma copla y con dos líneas musicales distintas.
En todas las cañadas que forman Los Balcones de la Tierra Caliente es posible encontrar diversas dotaciones instrumentales que tocan jarabes; desde la más conocida que consiste en dos violines, vihuela, guitarra sexta y contrabajo, o tololoche, hasta algunas que se han ido perdiendo, como dos violínes, violonchelo y contrabajo; violín, requinta (una guitarrita de 4 cuerdas), armonía (una guitarra de 5 órdenes de cuerdas dobles) y arpa jarabera. Muchas veces el bajo quinto o el bajo sexto y el bandolón aparecía junto a los violines; a veces la tamborita sustituye al contrabajo e incluso ahora, todavía se usa el banjo en los balcones de Zitácuaro.
Todas estas agrupaciones musicales tocaban: sones, gustos, canciones, valses, polkas, pero fundamentalmente jarabes.
Los grupos toca alrededor de dos tablas paralelas colocadas sobre dos hoyos de unos 80 cm de ancho por 1.80 mts de largo, sobre los cuales zapatean dos parejas de hombre y mujer, alternados. Las tablas pueden ser de parota, al occidente de la región, o bien, haya o pino, al oriente.
El jarabe más común consta de tres partes musicales, puede iniciar en cualquiera de ellas, usualmente, inicia por El Jarabe Corriente que permite identificar a los bailadores que se trata de tal pieza, del jarabe, al terminar usa una cadencia estereotipada que todos reconocen y que da paso a la copla salmodiada, es decir a medio camino entre el canto y el recitativo, con una melodía invariante y característica de cada región de Los Balcones, en ése momento los hombres cambian de lugar con su pareja para dar paso a un jarabe, que puede ser un cantado, es decir que luego de tocar la introducción musical se canta una copla, o sólo zapateado; en seguida se encadena de nuevo el jarabe corriente con la cadencia estereotipada, lo que indica que se cantará otra copla y que se intercambiarán lugares, para terminar con un contra jarabe que suele tener un tempo más rápido que el jarabe.
Los Balcones de Tierra Caliente son los únicos lugares de México donde es posible ver una fiesta con comida y bebidas tradicionales que incluyan además, el bailar los jarabes que caracterizaron a nuestra cultura musical durante el siglo XIX. Es por ello que, Los Jarabes de los Balcones son un patrimonio cultural intangible de los muncipios de la región; pero también de México, y de la Humanidad.
Que tal Doc. Un saludo, que gusto leerte nuevamente; duda, ¿Es posible
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Saludos...si se puede justo en los comentarios aparece la casilla de notificación
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