Habría
que considerar juntos al “Encuentro” y al “Coloquio”, pues a final de cuentas
hay quienes pasamos de uno a otro y están algunos de la CONASAM. Creo que el
“Encuentro” ha ido cambiando, ha mejorado en algunos aspectos y en otros se ha
empobrecido, y me refiero a acciones más que dinero, aunque el recorte
presupuestal fue evidente.
Es importante que el baile y la poesía sean consideradas tanto como la música. Ahora hay un encuentro de niños y jóvenes bailadores; sería conveniente uno de poetas o verseros. Pero sin “concurso” ni “preseas”, que dividen y no unen.
Es importante que el baile y la poesía sean consideradas tanto como la música. Ahora hay un encuentro de niños y jóvenes bailadores; sería conveniente uno de poetas o verseros. Pero sin “concurso” ni “preseas”, que dividen y no unen.
Se ganó al “separarse” del Encuentro Internacional
de Mariachi, pues permitió a unos cuantos observar la diversidad de géneros,
dotaciones instrumentales y atuendos de los “mariachis”; sin embargo, creo que
se han “mariachizado” tradiciones que tienen poco que ver con el mariachi.
Sería conveniente que el maestro de ceremonias que
hace varios años es el mismo, y a quién nunca he visto platicar con los
músicos, fuera alguien más enterado de las músicas tradicionales del occidente,
que pudiera presentarlos como conjunto de arpa, tambora, conjunto de arrastre y
otras tantas categorías que no son “mariachi” aunque compartan repertorios.
Convendría aclarar que “lo tradicional” no viene
por el repertorio que se ejecuta, sino por una genealogía dentro de la
tradición y por ello, habría que hacer conscientes a los burócratas culturales,
a los organizadores y a los propios músicos que al encuentro concurren
agrupaciones de “mariachi con trompeta destrompetizados”, de “folcloristas”
(del “Ay! Que bonito”) de “intelectuales” (con ideologías críticas), ambos
urbanos; junto con músicos de tradición y gusto.
El encuentro posibilita contactos presenciales
entre quienes normalmente lo hacemos sólo virtual. Tal vez deberíamos intentar
un “encuentro” alternativo, donde los espacios de discusión fueran menos
cerrados y orientados hacia palomear el Plan Nacional de Salvaguardia del
Mariachi. Podría ser los mismos días del encuentro, en espacios y foros
alternos, o bien, en días y momentos que no sean los del Encuentro.
Es posible, y necesario, involucrar a los
participantes en los talleres que cada agrupación de folcloristas tienen para
que, a través de ésa experiencia se involucren en el trabajo voluntario para
organizar el encuentro alternativo. Llevar a don Serafín por segunda vez fue
igual de lamentable, para nosotros que la primera, porque no hubo el reconocimiento
para el gran músico que es; sin embargo, un muchacho como El Moy (Moisés
Zavala, El Palomo de Copuyo) o Los Gachitos de Tiquicheo, o Gusto por el Son
podría ser más redituable a futuro, para que vean que es posible como
promotores hacer cosas “parecidas” aunque con mayor impacto social.
Podríamos intentar también descentralizar al
mariachi y movernos como colectivos para hacer uno fuera del espacio de
Guadalajara, claro que ello implica un “gasto”, o inversión, para quienes
siempre terminan poniendo de su bolsillo; pero sólo así se gana independencia y
se puede ser crítico sin recriminación de las instancias de política cultural.
Mascota puede crecer, pero también puede ser El Astillero, donde,
paulatinamente, tendremos algunos espacios menos “salvajes” para reunirnos a
debatir, a proponer e intercambiar estrategias de investigación, docencia,
divulgación y difusión de las artes performativas del occidente.
Necesitamos mantener los vínculos y los
intercambios fuera del Encuentro, entre los que tenemos una posición crítica
ante el evento, pero hay que crear formas de financiamiento para hacerlo. Vamos
viendo como… (25 de agosto de 2015).
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