sábado, 18 de abril de 2020

Aquí comienza la segunda parte de la Crónica del Campamento de Verano: "Música para Guachit@s" con útiles consejos para sus continuadores.

La primer transformación de objetivos fue dejar de "formar" músicos y bailadores", para volverlos "del gusto", pero luego nos dimos cuenta que el gusto no es suficiente si se piensa en la salvaguardia de una tradición, porque un niño aficionado en una familia no puede hacer que los fandangos sustituya a las fiestas familiares, ni que el papá de la Quinceañera contrate un conjunto de música tradicional, entonces nos llegó la idea de formar "promotores", lanzamos una convocatoria en el XIII para realizar previamente un Diplomado de Promoción y Gestión Cultural Comunitaria, de nuevo, pensando en que con el pago de los asistentes financiaríamos el costo del Campamento, sin embargo, otra vez sólo tuvimos a los amigos y salimos tablas con su alimentación, y tuvimos que "invertir" en el Campamento. Ahora que vemos como Fundación Azteca de Salinas pliego nos roba impuestos y paga los suyos a través de las orquestas infantiles y juveniles, me pregunto qué haríamos los promotores "independientes" con ése dinero? Aunque fue un fracaso económico, fue un éxito el campamento, pues los amigos se encargaron de sobrellevar el peso que implica. Al principio, hacíamos todo todos los mediadores: manejar llevando útiles y catres, armar el campamento, cocinar, "enseñar", tocar con los músicos tradicionales, etc., con el tiempo y la llegada de amigos que vieron en ésta acción cierta permanencia, el "descanso" aumentó, pero no como quisiéramos, todavía el viernes: limpié por segunda vez, dos botes llenos de caca, de las letrinas, los enterré, quemé la basura, fui por 8 garrafones de agua, con otros cuatro formamos una línea y llenamos los dos tambos para las cocineras, hice tres zanjas para que el agua no dejara resbaloso el camino, sembramos 10 codos de citronela, que espero ahuyenten los moscos un poco (Copuyo es: "Kupuio", lugar de moscos en purépecha) y sólo entonces pude regresar a Morelia a celebrar el cumpleaños de Verónica.
                 No se trata de adornar aquestos relatos, sino porque los niños, niñas y jóvenes aprenden con el ejemplo, si yo me siento, no puedo "mandar", manda haciendo y éso permite una convivencia mejor; por ello siempre pedimos que les den las gracias a las cocineras y en algún momento, les tocamos un rato en la cocina, porque antes había el "fandango de las cocineras", cuando la fiesta era para ellas, ya que se la habían pasado trabajando y sin disfrutar. Tratamos siempre de que los niños, niñas y jóvenes piensen ¿quién trabajó para que yo disfrute? Aunque nos acabemos 10000 litros de agua, todos lavan sus trastes y todos colaboran de alguna manera, unos más que otros a la convivencia; los hay que se sientan y quieren que les lleven las sillas, motivo por el cual corrí a los hijos de una maestra y tuve un disgusto con un padre pendejo que pensaba que esto era algo "gratis" y que nos pagaba la presidencia, motivo por el cual siempre aclaro que sale de nuestros bolsillos y que les regalamos nuestras vacaciones a sus hijos; no obstante veo que los padres que acompañan a sus hijos sólo lavan "sus platos" y los de "sus hijos", lo cual nos da una idea del nivel de individualidad en el que vivimos. Ésta es la razón por la cual tenemos que cambiar los objetivos, no se trata ya de lograr "músicos" o "amantes de la música de la Tierra Caliente", ni de crear "promotores" sino de ayudar a que sean "buenas personas", empáticos con los demás, conscientes de sus acciones y de que estas los llevan a situaciones que no quieren vivir, como ser corridos del campamento y trabajar para ganarse el derecho de permanecer en él, porque aunque lo he narrado como una "escuelita", es más un espacio de camaradería, en el río, en las anécdotas después de comer, en la alegría de tocar, y que suene bien, de hacer versos curiosos y hasta profundos, de enseñar al amigo que te pedorrea en las noches o grita en sueños.
             Este trabajalal a veces recibe las "sugerencias" como insultos, porque la gente no ve lo que hay detrás y sugerencias como ¿por qué no hay niñas? Duelen como puñales: primero porque no es la ciudad, aquí el oficio de la música "no es para las niñas", porque los talleres que implementamos con ellas iban funcionando y dejaron de ir, aunque varias se quedaron, y porque proyectos para hacerlo sólo de niñas no han sido apoyados... pero que tal si lo planeamos y lo implementamos el año que entra? Ahí hay un reto para quienes tomaron el cuchillo y cortaron la rebanada de pastel comprometiéndose XV años para que el Campamento De Verano Música Para Guachitos llegue a los 30; tomar el cuchillo, cualquiera, sostenerlo va a ser cansado; pero ustedes están a mediar sus 20's y ya llegarán a sus 50 cuando dejen en manos de otros esta acción o la multipliquen en una red de campamentos.
            Por lo pronto, a los XV regresaron los que andaban entre 12 y 15 cuando fueron a su campamento, se vieron sin panza, sin barba,con granitos; los chicos vieron a sus maestros cuando no sabían "bien", vieron algunas folkstars locales y nacionales, recordaron amores que ahora son viejos y que entonces fueron de verano. Algunos decidieron aceptar el reto y realizarán el XVI, otros fueron a beber y gustar del fandango, que como les he dicho reiteradamente, no es el eje central ya del campamento, pues cuesta mucho trabajo y dinero (para quienes invertimos en él, aunque una bicoca para las autoridades), para realizar una fiesta.
            El fandango está regresando a espacios urbanos, pero todavía no se entiende el sentido colectivo que tiene, muchos van a los fandangos, pero pocos los organizan, es decir invierten económicamente en ellos; la mayoría va a beber y comer "gratis", algunos ni su seis de chelas llevan, y casi ninguno retribuirá organizando uno. El año pasado sólo fui invitado a tres y con el que organizo el 20 de noviembre fueron cuatro, pero en cada fiesta vi al menos a 40 personas, si cada una festejara su cumpleaños con uno hubiera podido asistir a 50; pero que me entere, solo debe haber unos 8 usuales en Morelia (me refiero a espacios donde la comida y la conversación están presentes, porque juebebes hay muchos). Así que los fandanguitos del Campamento superan con mucho a todos los que se hacen en Morelia. Una misión de los Campistas será alentar a que sus fiestas se transformen en fandangos, con sólo incluir las tablas y los músicos tradicionales estamos a la mitad; con una morisqueta y dos litros de mezcal ($800) ya financiaron su fandango. El que yo haré éste año será con boleto intercambiable, haré la invitación abierta, pero a cada asistente le entregaré un boleto, cuyo talón me quedaré, en el transcurso del año deberá invitarme a un fandango y así lo quitaré de la lista de los que no voy a invitar el año que entra; va a ver que no es lo mismo "servirse" que "servir", pero da más satisfacciones.
           El Campamento ha creado noviazgos, enemistades, desamores y no pocos encuentros sexuales, ha sido incluyente y por eso también es La Campamenta. Esas anécdotas no se pueden contar aquí, pero la memoria es más fuerte. Varios niños se volvieron adolescentes y varios adolescentes jóvenes, algunos nos casamos y otros encontraron nuevas parejas en el transcurso de los años, por eso digo que además de "aprender" artes tradicionales se tienen experiencias y éstas con el tiempo se vuelven memorias; pero la mía no es la única ni la verdadera, otras comenzarán a sonar....
            Por el momento aquí acabo la segunda parte y prometo una tercera, pero mañana....
 (29 de julio de 2019)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Se breve, no insultes, cita tus fuentes: