Ante lo sucedido en el Museo Nacional de Brasil es
necesario reflexionar sobre nuestros propios archivos, museos y lugares de
resguardo de la memoria social. De entrada, no sé si haya planes y protocolos
en nuestras instituciones para, no sólo prevenir, sino contener, y en
determinado caso: salvaguardar lo más que se pueda ante una contingencia. Las
escenas de personas, investigadores y trabajadores, rescatando algunas cosas,
me parecen heroicas, pero también es cierto que salvaguardaron cosas, que tal
vez podrían dejarse y tomar algunas más importantes, veo por ejemplo que salen
con un monitor de computadora, cuando tal vez lo rescatable estaba en la
computadora, o un frasco con alguna especie, que tal vez es sustituible (aunque
luego me enteré que el profesor Buckup dice que los moluscos en frascos
sirvieron para clasificar e identificar), y me pregunto si por ejemplo, la
exhibición se pudo aislar y proteger las bodegas....Me parece que algo
semejante hizo Singüenza cuando la población de la ciudad de México quemó el
Palacio del Virrey, donde además estaba el archivo.....En todo caso creo que si
podrían buscarse capacitar no sólo al personal de archivos, sino a los
guardias, ya ven que esto ocurrió al término de las actividades; me preocupa el
personal de vigilancia que no sean permanentes, sino que se "roten",
pues creo que se podrían capacitar en más de un sentido: saber por ejemplo,
cómo controlar el fuego en lo que llegan los especialistas; luego, si no se
puede controlar el fuego, cómo contenerlo, para que no afecte a los demás
espacios, y, dado el caso, tener órdenes de prioridad para la
salvaguardia...Otro tanto debería ser para el personal del archivo, no sólo los
encargados del manejo documental, sino para todos, desde los directivos hasta
los del aseo, y claro los usuarios.... quienes antes de empezar su primera
consulta deberían estar advertidos a colaborar con la preservación, no sólo en
el sentido metafórico, sino tangible, qué hacer en caso de siniestro.... Me
pone de pelos pensar en repositorios que he consultado, donde un simple corto
podría acabar con todo, no sólo en los parroquiales, tan vulnerables, sino
algunos estatales y los eclesiásticos; muchos de ellos con instalaciones
eléctricas viejas, sin aislamientos entre salas de consulta, de manejo,
transición y los repositorios, de manera que todo se quema parejo; en muchos de
ellos no hay extintores y, confieso, nunca me he acercado para verificar si
están cargados....Yo creo ante lo sucedido es momento para que se hagan
reuniones pertinentes convocadas por el Comité Técnico del Sistema Estatal de
Archivos de Michoacán, los seminarios de archivística, las instituciones que
forman archivistas e historiadores y comencemos a revisar de manera estricta
las condiciones de seguridad de los archivos, compeliendo a las autoridades a
destinar el recurso para modernizar los aspectos de seguridad, empezando por las
instalaciones eléctricas, seguir por la estantería (varios eclesiásticos
todavía la tienen de madera), y de ahí en adelante; de lo contrario, podríamos
enfrentar una situación parecida en el futuro...
(3 de septiembre de 2018)
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