Yo creo que no hay que sacar a
las músicas y artes tradicionales de la cantina, ése es su reducto de resistencia;
pero tampoco tendríamos porque ser excluyentes, muy pocos foros verdaderamente
culturales en las principales ciudades del estado se han abierto a las Artes
Tradicionales, El Cactux, hará un par de años La Jacaranda; la Pínchekua, que
sólo presenta a los p'urhépechas, porque parece que no conocen otra cosa
nuestros funcionarios culturales, el Verso y Redoble, que siempre privilegia lo
de fuera, como si lo de aquí estuviera muy bien, y los destellos esporádicos de
Música y Baile Tradicional A. C., que el Encuentro Nacional de Jarabe, que sólo Dios sabe si se hará, que el
Festival Cultural de la Tierra Caliente, que tiene un lustro que no se hace, y
estoy pensando en espacios que contraten y paguen a los artistas tradicionales,
no a los grupos de folcloristas que suplantan, porque de esos hay muestras pa'
aventar pa' arriba, empezando por los festivales de ballet folclórico de adultos
y de niños que financia la SECUM con muy pobre criterio, o el propio Verso y
Redoble.
Las músicas tradicionales viven, o sobreviven, en las cantinas en las pequeñas
ciudades medias que son los “hinterland”, o núcleos de regiones, como Huetamo,
Apatzingán, Tepeque, Arteaga, Puruarán, Tacámbaro, Zitácuaro, Los Reyes,
Jiquilpan-Sahuayo, Lázaro, y sólo a veces en Morelia. De ahí habría que
sacarlas con verdaderas opciones económicas: tres o cuatro talleres en las
ciudades no lo van a hacer: Tepeque, Arteaga, Apatzingán, Buena Vista, Huetamo
y Morelia, pienso en los financiados por las instancias gubernamentales, aunque
manejados por ONG y grupos de promotores, que hoy tienen y mañana quien sabe, y
el sepiterno moribundo, pero porfiado de MBT, no plantean posibilidades reales
a los músicos, no pueden sobrevivir de ello.
El más claro ejemplo es don Serafín Ibarra, que en otros lugares del mundo
tendría un sueldo fijo y de por vida del Estado, cobijado por la UNIVERSIDAD o
la SEE; pero que tienen que seguir cantineando y malpasándose, a pesar de que
es diabético y un día (quiera Dios que en 50 años), cuando nos deje, todas las
instituciones se van a pelear por hacerle un homenaje y recordarlo, y grabar
sus discos..... Esa es la triste y cruel realidad, las Artes Tradicionales
siguen en las cantinas, restaurantes, botaneros y ahí de vez en cuando, una
tocadita familiar, para el abuelo que es amante de esto, antes de que llegue el
mariachi o la banda, o el conjunto grupero/norteño; más escasamente un
“Festival”, aniversario, fiesta de Septiembre o Noviembre, o una tocada para el
gobierno, donde si les llegan a pagar 30,000 pesos estuvieron de suerte.
De hecho creo que saber si un grupo toca en una cantina es un buen criterio
para saber cuándo se trata de grupos de folcloristas y cuando no, por cierto,
tocar en restaurantes familiares no cuenta y menos cuando no complacen al
auditorio.... Para conocer a la
música tradicional hay que buscar las cantinas, o las iglesias.... que al
final son la oposición Dionisios/ Apolo.
En algún momento, la UAG, la Universidad Autónoma de Guerrero tuvo en su nómina
a don Juan Reynoso y sus músicos: Valentinez y Cástulo Benitez de la Paz, para que dieran
conciertos, talleres y fueran como sus representantes. Aquí tenemos ejemplo de
que se puede hacer, la propia SEE tiene a varios músicos y pireris p'urhépecha
en sus nóminas, claro, no haciendo el trabajo que deberían, sino en actividades
administrativas. De que se puede se puede...
No es que NO DEBAMOS “sacar” a las artes tradicionales de las cantinas es que
NO PODEMOS, no tenemos potestad ni dinero ¿O quién se echa ese trompito al uña...?
(4 de abril de 2017)
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