jueves, 24 de marzo de 2022

Carlos Aguirre


Carlos Aguirre, 47 años, panadero y filarmónico, tocó con otros músicos de Tlalchapa, como Gregorio Peña y Alfonso Rodríguez; vivió en Poliutla y en Tlapehuala. Probablemente regresó al constituirse el ejido.
            Carlos Aguirre tuvo dos experiencias conyugales, primero con Regina Rosales, la cual fue larga, no se casó formalmente, pero tuvo muchos hijos, y en medio se casó con Aurora Arellano, quien probablemente falleció.
            El primer hijo fue Daniel, que nació el 22 de diciembre de 1927, y fue registrado hasta el 3 de abril del año siguiente. Entonces declaró llamarse Carlos Aguirre, tener 20 años de edad, estar soltero, ganarse la vida como artesano, originario y vecino de Tlalchapa, donde se registró. Catalina Rosales tenía entonces 18 años de edad, soltera, “sin profesión por su sexo”, originaria del pueblo de Cutzamala, hija de Juan Rosales y Regina Cabrera.
            Luego se casó con Aurora Arellano, pero fue atípico, pues se casaron dos veces, o cuando menos aparecen dos actas de matrimonio. La primera fue el 5 de agosto de 1931; entonces Carlos Aguirre dijo tener 26 años de edad, estar soltero, ser filarmónico, profesar la religión católica, ser “indígena puro mexicano”, sabe leer y escribir, originario y vecino de Tlalchapa; hijo natural de J. Trinidad Aguirre y Ernestina Delgado ya difuntos. La señorita Aurora Arellano dijo tener 22 años de edad, célibe, “sin profesión por su sexo”, ser católica, “indígena pura mexicana”, sabía leer y escribir, y fue hija legítima de Mateo Arellano y Ángela Carbajal, ya difuntos, originaria de la municipalidad de Tejupilco, en el estado de México. Fue testigo, por parte de la pretensa, Gregorio Peña que también era músico, aunque no lo registró el documento.
           Luego, el 18 de agosto de 1931  aparece otra acta, con la misma información y algunas precisiones, interesantes, dice tener 25 años de edad, soltero, pero dice que es panadero, recordemos que en 1927 dijo ser “artesano”, vecino de Poliutla, aunque originario de Tlalchapa. La pretendiente dijo tener 21 años de edad, ser soltera, originaria de la Cuadrilla de Luvianos, Estado de México, y vecina de Tlalchapa. No queda clara la razón para que existan dos actas matrimoniales, cada una con su presentación un día antes, que tienen ligeras variantes en la información, pero no contradicciones, sino precisiones.
               Aunque hay un homónimo esta no es la razón para las dos actas. Carlos Aguirre, que 1930 vivía en la calle del Camino Nacional, en la casa número 3; entonces de 30 años, en unión libre con María Inocente Castañon, de 25 años, con quien tienen una hija: Zenaida Aguirre de 11 años. Sabemos que no se trata de la misma persona, porque en el acta de nacimiento de Zenaida, dice que es hijo natural de Sabas Aguirre.
            Al parecer la residencia en Poliutla se mantuvo, pues el 18 de febrero de 1939, registra en Tlapehuala a su hijo J. Félix Rosales, que nació el 30 de agosto de 1937. Aunque sabemos que ejercía el oficio de panadero, en Tlapehuala dice que tiene 35 años de edad, “soltero”, filarmónico. También se afirma en el acta que es “originario y vecino de este pueblo”; sin embargo, en el acta dice que esta casado con Catalina Rosales, y pone por testigo a Gregorio Peña, que sabemos era músico y aparece en otras actas. Además de ser amigos, por el hecho de aparecer como testigo, Peña y Aguirre, de tener la misma profesión, me parece que formaron parte de la misma agrupación musical, pues los testigos están “domiciliados en este pueblo”. Lamentablemente sólo tenemos el apellido: Mendoza, para indagar si también tenía una práctica musical, luego veremos que su amigo Goyo Peña se casó con Teresa Mendoza.
            En 1945 registra a su hija Carlota, nacida el 6 de marzo, en Tlalchapa. El regreso al pueblo tal vez tiene que ver con su nueva ocupación, pues dice que es “agricultor”; sin embargo su testigo es Alfonso Rodríguez, de 35 años, músico, miembro de una familia musical.

miércoles, 23 de marzo de 2022

Margarito Rebollar

 

Margarito Rebollar fue un corridista, originario de Cacánicua Grande, residente en El Aguacate, mpio. de Tlalchapa, Gro. y vecino de Puerta de Arriba, del mismo municipio; el 15 de enero de 1949 le dictó a Celedonio Martínez “La bola de Los Casados”.[ Serrano Martínez, Celedonio (1989). La Bola Suriana. México: Gobierno del Estado de Guerrero, Secretaría de Desarrollo Social, Instituto Guerrerense de la Cultura.]
        Don Margarito Rebollar nació hacia 1881, hijo de hijo de Jose Maria Rebollar y Juana Vazquez, aunque nació en Cacánicua Grande, creció en El Ahuacate, municipio de Tlalchapa y residió muchos años en La Puerta de Arriba, después llamada Puerto de Allende, donde falleció en 1947, de una enfermedad “desconocida” y sin asistencia médica.
   A los 23 años contrajo matrimonio en Pungarabato, entonces Michoacán, el 9 de abril de 1904 con Maximiana Pérez, de 22 años (en realidad tenía 19, pues nació el 25 de mayo de 1885). Un año después, el 7 de mayo de 1905 registraron a su hijo José Marcos, que nació en Chacamero. El 4 de enero de 1908 falleció de fiebre su hija Ignacia Rebollar Pérez, de 5 meses, también nacida en Chacamero.
        No sabemos en qué momento murió la señora Maximiana, pero el 10 de abril de 1924 nació en la Cuadrilla del Aguacate, Julián Rebollar, registrado como hijo natural de Margarito Rebollar y de María Saucedo, cuyos abuelos habían ya fallecido.
El 28 de febrero de 1927 nació Cirilo, que aparece en el registro civil como “hijo legítimo”, por lo que sus padres ya estaban casados por el Civil, y el 8 de abril fue bautizado como Cirilo Dionicio, y sus padres aparecen como “casados”, lo que implica que estaban también casados por la Iglesia
       Un año después nació Vicente Nicéforo, hijo natural de Guadalupe Saucedo, seguramente hermana de doña María; fue bautizado el 9 de febrero en la Hacienda de Tecomatlán, por Margarito Rebollar y María Saucedo, registrados en la fe de bautismo como “casados”.
     A partir de 1928 residen en La Puerta de Arriba, pues el 6 de septiembre nació Rosa Rebollar, y ese mismo año bautizaron el 12 de diciembre a Donaciana Guadalupe.
     En 1930 vivían en La Puerta de Arriba Margarito Rebollar, de 48 años, jornalero del campo que sabía leer y escribir, casado por la Iglesia con María Salcedo, de 36 años, dedicada a las labores domésticas con sus hijos: Liboria de 18 años, Anastacia de 14, José de 11, Rafael de 9, Abundio de 7, y Guadalupe, una niña de un año, que en realidad tenía 2. El 24 de junio de ese año registraron a Apolinar, en el acta dice que doña María Saucedo tiene 25 años de edad (en realidad 45), esta casada, es católica, e “indígena pura” originaria del lugar. El 22 de agosto “falleció de Dolor” el niño Isidro, de apenas dos mese de edad, nacido también en La Puerta de Arriba.
    El 23 de diciembre de 1931 se casó su hija Anastacia Rebollar, de 25 años, con Francisco Jaimes, de Tlapehuala, lamentablemente murió de viruelas el 12 de febrero de 1932.
        Don Margarito volvió a enviudar y contrajo matrimonio con la señorita Teodora Betancourt, quien también aparece como Dolores, el 16 de mayo de 1934, en Tlalchapa. Tenía 48 años de edad, era criador, y desde hacía 6 años vecino de la cuadrilla de la Puerta de Arriba. La señorita Betancourt tenía 24 años de edad, era soltera, de profesión la de su sexo, hija legítima de Bruno Betancourt, ya difunto y de Margarita González que entonces vivía, ambos originarios y vecinos de la Cuadrilla de Rincón Grande, en el Estado de México.
        La pareja tuvo que sepultar a su hija Felipa, el 24 de mayo de 1937, a causa de una fiebre, según lo declaró su hermano José Rebollar, de 30 años de edad (en realidad de 18), soltero, originario y vecino de la Puerta de Arriba. En 1940 nació María Soledad Rebollar Betancourt, el 8 de septiembre. Don Margarito Rebollar, se registra con 55 años de edad, y como agricultor.
José Rebollar se casó en Tlalchapa, el 7 de noviembre de 1942, con Concepción Antúnez, el dijo tener 23 años, ser jornalero, no sabe leer ni escribir, de religión católica, “de raza indígena pura mexicana”. La segunda dijo tener 16 años, señorita sin profesión, por su sexo, de la misma religión que el pretenso, de nacionalidad mexicana, hija natural del señor Apolinar Antunez y de la señora Santos Olea, originarios de la cuadrilla de La Montaña, Gro., de Tlalchapa, Gro. Lamentablemente don José fue asesinado en Villa Madero el 17 de octubre de 1951.
El 12 de diciembre de 1947 falleció Margarito Rebollar, nacido en Cacanicua Grande, Guerrero, de 60 años, criador, mexicano, casado, hijo de José María Rebollar y Juana Vazquez, de una enfermedad desconocida, en el Puerto de Allende, Guerrero, y enterrado en el Campo mortuorio de Villa Madero, sin asistencia médica.

Ernesto Rueda


En Tlalchapa, en 1930, vivían Ernesto Rueda de 13 años, filarmónico, hijo de Julián Rueda y de la señora Paula Bolaños, ambos casados civil y religiosamente; pero en ése momento vivía con su abuela Aurelia Rueda, de 50 años, costurera, tal vez para cuidarla. En la Calle Nacional, número 11, estaba el resto de la familia: Julián Rueda de 45 años, casado civil y religiosamente con Paula Bolaños de 25 años, con sus hijos Miguel Rueda de 12 y Heriberta Rueda de 10 años.
        Don Julián en los registros aparece como “comerciante”, que sabe leer y escribir, “indígena puro mexicano”, hijo de Felipe Rueda y de María Seferina Cuevas, que viven en la segunda manzana de Tlalchapa, aunque bautizaron a su hijo José Julio en Cutzamala, el 9 de julio de 1883. Al parecer no tuvo una práctica musical, cuando menos los registros no dieron cuenta.
            El 12 de julio de 1935, Ernesto Rueda y María Concepción Rocha. como dice El Palomo, “...se fueron a presentar”, es decir a hacer su presentación matrimonial. En ése momento Ernesto tenía 21 años de edad, estaba soltero y era “filarmónico”. Su esposa tenía 15 años de edad, célibe, como era usual se registró como “sin profesión por su sexo”, era originaria del pueblo de Cutzamala y vecina de Tlalchapa, “hija natural” de Francisco Rocha y de la señora Catalina Rosales, que en ese momento estaban vivos. Al día siguiente fue el enlace  por lo civil; en el acta de matrimonio aparecen otros datos interesantes; mientras Ernesto dice “que sabe leer y escribir”, la joven Conchita no; ambos manifiestan ser de “religión católica”, y “de raza indígena mexicana”; el aclara que es “hijo natural” del señor Julián Rueda, porque este sólo se casó “religiosamente” con doña Paula.
               El 28 de febrero de 1941 la pareja Rueda Rocha llevó a registrar a David, quien nació el 28 de diciembre del año anterior; era el tercer hijo, de Concepción Rueda, quien lo llevó a registrar, y Ernesto Rueda, de 30 años, filarmónico. Uno de los testigos fue Carlos Aguirre, también músico, y seguro un buen amigo de la familia, porque aparece en otras actas.
                Tres años después, el 3 de octubre falleció el pequeño Miguel Rueda, de apenas dos semanas de nacido, “de calentura, sin atención médica”. Había recibido el nombre de su hermano menor.
            El 30 de enero de 1949, de nuevo doña Concha lleva a presentar a su hijo Joel Rueda, nacido el 16 de abosto de 1948, en Tlalchapa, hijo de Ernesto Rueda, de 35 años, filarmónico. Es interesante que de nuevo aparece: Carlos Aguirre, 47 años, filarmónico, domicilio conocido.  No sería raro que otros testigos anteriores tuvieran una práctica musical; pero a veces, privilegian su ocupación “formal” o principal, tal vez porque no se considera “relevante”, por ejemplo, ejecutar la tamborita; así que aparecen como jornaleros, agricultores, artesanos o con oficios (herrero, salador, comerciante).

jueves, 17 de marzo de 2022

Antonio Arzola

 

Antonio Arzola, violinista de Tlapehuala, nació hacia 1882 en Tlapehuala, que entonces era una Tenencia de Pungarabato, en el estado de Michoacán. El 6 de enero de 1905 nació su hija Altagracia, que tuvo con María Cervantes o María Riego, su esposa por la Iglesia, y por ello no es nombrada en el acta civil; fue bautizada el 15 de abril y entonces vivían en la cuarta manzana de Tlapehuala. La pareja formada por don Antonio y María Riego fueron padrinos varias veces, por ejemplo el 4 de agosto de 1907, lo fueron de María Santana Varela Ramón, de Tanganhuato; el 16 de agosto de 1908, de un niño de Morelita, llamado José Prudencio Cortés Valentín y de José Franco Víctor Alonzo, nacido en Tlapehuala el 4 de febrero de 1910.
No aparece registro de la muerte de la primera esposa, pero el 26 de agosto de 1919 nació su hijo Antonio, procreado con Francisca de la Rosa, en Tlapehuala. Su hija Domitila nació el 12 de mayo de 1923.
En 1930, según el Censo Nacional, vivían en la calle de la Independencia número 10, de Tlapehuala, vivía Antonio Arzola entonces de 48 años, casado por la Iglesia con Francisca de la Rosa de 32 años, su hija Domitila Arzola de 7 años. No aparecen ni Antonio, ni Altagracia, pero tampoco constancia de sus decesos.
Domitila Arzola se casó a los 17 años con Filemón Vicente, de 28 años, jornalero, el 12 de mayo de 1940, ambos de Tlapehuala; ella quedó registrada como “hija natural” del señor Antonio Arzola y Francisca de la Rosa, ambos viven en el pueblo, pero ya había fallecido don Antonio en 1944, cuando nació su nieto Lauro.
Lauro Vicente Arzola nació el 19 de octubre de 1944, en Tlapehuala, su padre Filemón Vicente, dice que tiene 28 años (en realidad 32), era agricultor, y su madre Domitila Arzola, de 22 años, se ocupaba del hogar que formaron en Tlapehuala.
Doña Francisca de la Rosa Díaz falleció en Tlapehuala el 12 de octubre de 1967, tenía 85 años, estaba casada y murió de “vejez”, sin asistencia médica; según lo declaró Filemón Vicente, 52 años, agricultor casado, de Tlapehuala.

Heliodoro Corona

 


En 1930, en el número 37 de la calle Riva Palacio, de Zirándaro, vivían Heliodoro Corona, 35 años de edad, músico, casado con Eustolia Delgado, 32 años de edad, con su hija Humbertina Corona de 16 años.
“Eleodoro” nació el 27 de octubre de 1892, y se bautizó el 15 de septiembre como “hijo natural” de Dominga Corona; fueron sus padrinos Ernesto Pineda y Rosa Soto. Heliodoro fue padrino de su sobrino Ubaldo, hijo de Saturnina Corona, junto con María David Corona, el 9 de junio de 1920. Al morir, el 22 de mayo de 1949, tenía 56 años, era “soltero”, su ocupación era la música y apareció como hijo de Adulfo Palacios y Dominga Corona.
El 21 de noviembre de 1913, sólo Eustolia Delgado, llevó a bautizar a su hija, nacida el 15 de noviembre, a quien le puso el nombre de su madre: Humbertina. Quedó registrada como “hija natural”, porque sus padres no contrajeron matrimonio eclesiástico; fueron sus padrinos Alberto Rayas y y Francisca Mendoza. Al llegar a la edad adulta la propia Humbertina tuvo que registra a su hijo Sidronio como “natural”, el 11 de agosto de 1931, pues no había contraído matrimonio con el padre Emerenciano Nava. Es hasta el 1 de abril de 1934, cuando falleció su hijo Gersaín Sidronio Nava, que sabemos de su existencia, entonces casado, carpintero de 23 años, vecino de la segunda manzana de este pueblo.
A lo largo de estas breves genealogías hemos dicho que la “ilegitimidad” depende de la filiación ideológica familiar, vinculada con la Iglesia o el Estado como la institución que legitima la unión; pero también hay que tomar en consideración la pobreza extrema en que vivían algunas familias, como lo fue la del músico Heliodoro Corona, cuyos ascendientes y descendientes no mantienen un apellido homogéneo que los identifique, lo cual vuelve difícil realizar la búsqueda del linaje y tratar de saber si la ocupación laboral en la música se transmite.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Francisco Rosas

 
Fue el origen de una familia musical en Pungarabato, la cual formó con doña Candelaria Juanche. El primer hijo fue Filiberto, quien nació el 28 de agosto de 1922, en la tercera manzana, cuarta calle de Paraíso, número 23. Los padres fueron registrados como “de raza indígena mezclada con blanca” y no estaban “casados”, ni por la Iglesia ni por el registro civil. En 1926 nació su hija María Carmen, y fue bautizada como “hija natural”, por su madre. En abril de 1930 nació Melitón, en la 3a manzana, segunda calle de Las Flores, número 5, era el quinto hijo, quien lamentablemente murió el 30 de diciembre del mismo año, “de fiebre”.
        El Censo de 1930 registró a la familia Rosas Juanche, viviendo en la calle 27 de Septiembre (Las Flores) número 5, en la casa de María Trinidad Juanche, viuda, de 65 años, planchadora, a Francisco Rosas, músico de 25 años, nacido en Michoacán, casado con Candelaria Juanche, de 20 años, con sus hijos: Filiberto de 7 años,  Elva de 5, Carmen, una niña de 4, José de 3 años y Melitón, de un mes de nacido.
            Al nacer José, el 14 de noviembre de 1932, don Pancho, de 28 años, “filarmónico”, y la señora Candelaria, de 23 años, vivían en la 3a manzana, tercera calle de las Flores, casa marcada con el número 5.
            Filiberto Rosas, jornalero, de 21 años,  hijo de don Francisco, tuvo un niño con Ofelia Tapia, de 19 años, dedicada a los trabajos domésticos; ella lo llevó a registrar en 1945, y dice que viven en la calle 27 de Septiembre, sin número; no quedan anotados los abuelos paternos, pero si los maternos José Tapia y Leovigilda Almazá, con “domicilio” conocido. Los testigos eran vecinos: J. David Castillo, 22, sastre; y Emigdio Castillo Castillo, 27 años, comerciante, ambos vivían en 27 de septiembre sin número. No era la única familia de Filiberto Rosas, pues en 1949 Alejandrina Vargas registró a un niño que nació el 31 de diciembre de 1938 (¡11 años después!). Entonces queda registrado que es talabartero, de 24 años (en realidad 27 años), y ella de ¿20 años?, dedicada a las labores del hogar, ambos mexicanos, que viven el Álvaro Obregón, casa sin número. No indica abuelos paternos ni maternos.  Los testigos son también vecinos: José Cruz, 20 años, nevero y Felipe Cruz, 19 años, agricultor, ambos domiciliados en Álvaro Obregón sin número.
          Don Francisco Rosas murió el 6 de marzo de 1950, de pulmonía, sin asistencia médica. Tenía 40 años, fue “músico”, hijo de Gregorio Rosas y María Concepción Jiménez, aunque nunca se “casó”, vivió y procreó hijos con doña Candelaria Juanche, de “29 años”, ocupada en las labores domésticas; con domicilio en Madero #27. Los testigos fueron: Salvador Rodríguez, 30 años, platero, con domicilio en la calle de Palma #8, y David Castillo, 25 años, platero, que también vivía en la calle de Palma casa sin número.
            No hemos encontrado registro de la actividad musical de los “hermanos Rosas”; sin embargo, en la memoria oral hay registro de esta familia musical terracalenteña afincada a los dos lados del río Cutzamala.

Maclovio Aguirre


Don Maclovio Aguirre, nacido hacia 1866 en San Miguel Totolapan, fue un destacado músico, pero sólo en un documento del Registro Civil aparece como “filarmónico”. Tuvo una existencia larga y fue prolífico, casado varias veces, su descendencia fue numerosa; pero, no hemos visto que la música siguiera como tradición musical familiar, así que amigos lectores, su trabajo es contarnos si los descendientes continúan en la música.
La documentación es numerosa, pero solo haremos referencia, en esta breve semblanza, a la que resume la existencia familiar. El único texto, hasta el momento, donde aparece como músico don Maclovio Aguirre, es cuando presenta a su hija Agapita, el 21 de septiembre de 1917, en San Miguel Totolapan. Entonces tiene 55 años de edad, “soltero”, filarmónico, vecino en la Cuadrilla de Los Ilamos; su media naranja era Lorenza Martínez, de 35 años de edad, viuda, ella si originaria y vecina de la misma cuadrilla.
La pareja que formó con Lorenza Martínez tuvo una larga existencia, pero se concretó formalmente el 20 de abril de 1936 cuando contrajeron matrimonio, el dijo tener entonces 70 años, ser viudo, y “soltero” (jurídicamente), obrero del campo, mexicano, católico, “de raza indígena pura”, originario de Totolapan pero ya para entonces vecino de de Valle Luz 2; hijo legítimo de los finados Pascual Ascencio, y Eugenia Juan Pedro, ambos originarios de San Miguel. Doña Lorenza dijo tener 42 años, ser viuda, dedicada al hogar, mexicana, católica, “de raza indígena pura”, originaria y vecina de Valle Luz Dos; fue hija legítima de los finados Lorenzo Martínez y Celedonia Garduño, que también fueron originarios de Valle Luz Dos. La pareja presentó como testigos al señor Mariano Salmerón, mayor de edad, casado, jornalero, originario de la cuadrilla de San Antonio y J. Trinidad Santos, mayor de edad, soltero, jornalero, originario y vecino de Valle Luz Dos.
En el acta matrimonial se registraron como “legítimos” los hijos que procrearon en su unión libre y nos permite tener una lista de los miembros de la familia, para seguirlos a lo largo de su vida civil, y aunque algunos llegaron a la edad adulta y tuvieron descendencia, no aparece la actividad musical registrada, lo cual, como hemos visto en el caso paterno, no quiere decir que no existiera. La pareja tuvo los siguientes hijos: Gumercindo, Agapito, José Hermelindo, Nicolás, Refugio, Josefa, Filogonia, Salomé, Ladislao, Agripina y Crecencio Aguirre Martínez; de los cuales fallecieron José, Nicolás, Salomé, Agripina y Crescencia. En el momento del registro Gumercindo era mayor de edad y estaba casado; también Agapito se casó, aunque era menor edad. Algunos fueron registrados como “hijos naturales”, pero se declaran en el acta, “legítimos”; Hermelindo, Refugio, Josefa, Filogonia y Ladislao.
La primera pareja de don Maclovio Aguirre fue Juana Cruz, con ella procreó a la niña Ma Enrique Aguirre, cuando todavía vivía en San Miguel Totolapan. Lamentablemente la niña murió de viruelas, el 8 de agosto de 1893, con apenas 5 meses. Entonces dijo: tener 30 años de edad (en realidad 27), estar casado; ser artesano, y aunque no lo aclara, en el ceso de 1930 dice que era “fustero”, es decir que hacía sillas de montar elementales y carpintería básica. La pareja vivía en el Barrio de San Martín, doña Juana Cruz, que también aparece como “De la Cruz”, y “Mariano” tenía 29 años de edad, y también era de origen indígena.
No hemos encontrado un documento de fallecimiento de la primera esposa, quien aparece el 24 de marzo de 1909, al registrar el nacimiento de Cirila Aguirre, como Juana de la Cruz, de 40 años. Luego al nacer José Salomé Martínez, el 5 de noviembre de 1921, don Maclovio dice tener 59 años (55 años si nació en 1866), casado, artesano, con Lorenza Martínez de 23 años, que aparece como “soltera”. Así que es probable que entre 1909 y 1920 falleciera doña Juana.
En 1930 la pareja Aguirre Martínez vivía en Los Ilamos, en la casa número 28. Ahí se registró a Maclovio Aguirre, quien dijo tener 70 años (en realidad 64), ocuparse como fustero, “casado por el civil” (aunque no era cierto, pues eso lo realizaría hasta 1936) con Lorenza Martínez de 37 años, con sus hijos: Gumercindo de 14, Agapita de 12, Hermelindo de 9, Refugio de 4, Josefa de un año.
La genealogía podría continuar, pero necesitamos datos que confirmen la herencia musical en los hijos y nietos de don Maclovio Aguirre.

Silviano Cruz

 
Don Silviano Cruz fue ejecutante de la guitarra panzona, y como era usual en aquellos tiempos, pagó por aprender. Tenía un parentesco directo con otra rama familia Cruz de San Miguel Totolapan, también dedicada a la música y a la ejecución de la guitarra tuá, pues don Severiano Cruz, músico, fue padre de don Bricio Cruz, también ejecutante de la guitarra panzona y al parecer, pariente de don Eustaquio Cruz, padre de Silviano. Don Eustaquio Cruz murió a los 101 años, el 22 de enero de 1975. Si bien Eustaquio no siguió la tradición musical, según lo revelan los documentos civiles, su hijo Silviano si, pero por ello tuvo que pagar para aprender.
        Don Silviano nació en 1905 y fue bautizado en la Iglesia Parroquial de San Miguel Totolapan, a los 7 días del mes de mayo. Se le puso por nombre Silviano, hijo legítimo de Eustaquio Cruz y de Maximina Facundo, fueron sus abuelos paternos: Antonio Cruz y María Antonina; los maternos: Lucas Facundo y María Idelfonsa; por padrinos, la pareja de  Eutimio Calderón y Agripina del Castillo.
            En Totolapan a 7 de noviembre de 1924 compareció el ciudadano Silviano Cruz, de 30 años de edad, casado civilmente y jornalero, indígena mexicano, católico, originario y vecino de este pueblo con domicilio en la 4a manzana y dijo que hoy como a las 6 horas falleció en su propia casa el niño Manuel Cruz de un piquete de alacrán de 8 meses de edad, hijo legítimo del comparecente y de su esposa Francisca Evangelista de 23 años de edad, indígena mexicana, católica del mismo origen y vecindad. Testigos los ciudadanos José Reyes y Damián Beltrán, ambos mayores de edad, de la misma vecindad.
           En 1924 don Silviano Cruz y su hermana Marcelina, fueron padrinos del niño Policarco Margarito, nacido el 26 de enero, de la pareja Víctor Sánchez y Elodia Braulio, en Totolapan.
           Don Silviano se presentó para su matrimonio el primero de mayo de 1925. Declaró: ser de nacionalidad mexicana, de “raza indígena pura”, soltero, jornalero, de 19 años, hijo legítimo de los señores Eustaquio Cruz y Francisca Maximiana Facundo. La contrayente fue Francisca Evangelista, quien dijo: ser igualmente de nacionalidad mexicana, “de raza indígena pura”, célibe, de 16 años, originaria y vecina también de San Miguel, hija legítima de los finados Anacleto Evangelista y  Apolonia Tránsito. Ambos contrayentes presentaron testigos, el pretendiente a los señores Pantaleón y José Reyes, mayores de edad, casados, jornaleros, el primero de 35 años, el segundo de 32 años, ambos vecinos de San Miguel. La señorita Evangelista  presentó por su parte a Ponciano Reyes y Sinforoso Leyva, mayores de edad, el primero casado, jornalero, de 23 años, el segundo soltero, jornalero, de 25  años de edad, ambos de San Miguel.
            El primer hijo de don Silviano Cruz nació el 16 de diciembre de 1927, en Totolapan; fue bautizado en Arcelia el 11 de mayo de 1928. Un año después, el 27 de septiembre, en San Miguel Totolapan compareció Silviano Cruz de 25 años de edad en ése momento, casado civilmente, jornalero indígena, mexicano, católico, originario y vecino del mismo lugar y presentó un niño vivo que nació el día 6 de septiembre a quien puso por nombre Zacarías Cruz, hijo que tuvo con Francisca Evangelista, entonces de 20 años de edad, casada. El niño presentado ocupó el 3er lugar de progenitura; sus abuelos paternos fueron Eustaquio Cruz y Francisca Facundo, vivos; y abuelos maternos Anacleto Evangelista y Apolonia Tránsito, que todavía vivían en ése momento.
              En 1930, el Censo Nacional registró que vivían separados, muy probablemente por el trabajo de son Silviano. En la calle de Las Delicias, número siete, vivía la familia paterna, formada por Eustaquio Cruz de 50 años de edad, casado con Francisca Facundo, de 40, con sus hijos: Marcelina Cruz de 28 años de edad, casada por la Iglesia, su marido ausente, Francisca Evangelista de 20 años, su esposo Silviano trabajando en Tlalchapa, con su hijo Juan Cruz de 3 años y Zacarías de 7 meses. En tanto don Silviano Cruz, “soltero”, de “18 años” (en realidad de 25), se hospedaba en Tlalchapa, en la calle 5 de Mayo número 5, en la casa de Timoteo Nava y Juana Aguilar, compartida por J. Isabel Albarrán, de 25 años, casado con Martina Rayón de 21, y varios de los hermanos Albarrán.
            El 1 de diciembre de 1932, nació en San Miguel Totolapan su hija Fermina Díaz que tuvo con la señora Engracia Díaz de 20 años, soltera, y la niña presentada ocupó el 1er lugar de progenitura; fue su abuela materna Antila Díaz.
          Su hijo Juan Cruz murió de fiebre al os 5 años, el 19 de abril de 1933. Tres años después nació su hija Enriqueta, nacida el 22 de noviembre de 1936, el día de Santa Cecilia. Su hijo Francisco nació el 17 de octubre de 1943 en Totolapan. Su hija Eufracia el 13 de marzo de 1947 en Totolapan.
            La familia se dispersó y una parte de ella emigró a la ciudad de México y otros al puerto de Acapulco. En 1956 murió en el puerto Cruz Gómez Pérez, de 52 años, mexicano, soltero, por alcoholismo crónico; fue hijo de Silvino Cruz y de Edelmira Pérez. En 1980 falleció María Inés Cruz, a los 39 años de edad, en la ciudad de México, sin asistencia médica. Su hermano Francisco Cruz Evangelista murió a los 48 años de edad, de cirrosis hepática, en 1992 en Acapulco.
            Don Siviano Cruz Facundo murió de insuficiencia cardiaca, a los 64 años (tenía en realidad 70 años), el 29 de julio de 1975, seis meses después que su padre, también en San Miguel Totolapan; según declaró su esposa, doña Hipólita Reyes Becerra, de 51 años, casada, ocupada en el hogar, con domicilio en San Miguel Totolapan.

domingo, 13 de marzo de 2022

La familia Cervantes


Enrique Cervantes fue un músico de Coyuca de Catalán, padre de Héctor Cervantes, saxofonista y violinista, padre a su vez de varios músicos, con una estatua en Coyuca, como reconocimiento; pero no es el origen de la familia de músicos.
El inicio, hasta el momento, es el matrimonio de Alvino Cervantes con Quirina Hernández, el 19 de mayo de 1870. La pareja bautizó el 24 de enero de 1875 a Ma. Belen hija legítima de Marcial Lagunas y de Quirina Avila, de Panzira. Un año después, el 18 de noviembre de 1876 nació en las Tinajas, José Clemente hijo de Alvino Cervantes y de Quirina Hernández.
El 5 de diciembre de 1894, en la iglesia parroquial, se casó Clemente Cervantes, de 17 años, con Concepción Tavira, de 16 años. La joven pareja tenía como padres a don Albino Cervantes, difunto, y Quirina Hernández, en ése momento viva, y por el otro lado a Porfirio Tavira, difunto, y a Juana Salgado, también viva. Aún no sabemos cuando la pareja concibió a Enrique Cervantes, pero el 4 de enero de 1923, lo acompañaron en su boda con Omega Borja. Enrique tenía 25 años de edad, fue soltero hasta ese día, era artesano, originario y vecino de Coyuca; ya en ése momento don Clemente era finado, pero su mamá, doña Concepción Tavira continuaba viva. La novia,Omega Borja, tenía 28 años, era célibe, “sin profesión”, originaria y vecina de la misma ciudad, hija natural de Juan Pérez, ya finado y de Francisca Borja, también finada.
El novio presentó como testigos a Rosendo Medrano, músico, y a Maximino Covarrubias, salador, ella a Custorio Domingo y Tomás Vargas, mayores de edad, empleados y sin generales con la pareja. Hemos expuesto que la familia Medrano, dedicados a la platería y la música, fueron reconocidos en Coyuca, y uno de sus miembros fue amigo del joven Enrique.
El 18 de septiembre de 1929 fue bautizado en la parroquia de Santa Lucía, un niño que había nacido el 7 de agosto de 1926, a quien se puso por nombre Héctor, hijo de Gerarda García, fueron sus padrinos: Raúl Sánchez y Melania Castrejón.
En 1930 la familia vivía en la casa de Pedro Rodríguez, empleado de 22 años, viviendo en unión libre con Domitila Espíndola, soltera, de 19 años, con su hermana Jesús Espíndola de 17 años, su hija la niña Leonor de un año; con ellos vivía Enrique Cervantes 33 años músico, soltero, en unión libre con Gerarda García de 31 y su hijo Héctor Cervantes, de 3 años, el futuro violinista.
La vida del profesor Héctor Cervantes espera un biógrafo.

El Conjunto de Cutzato, Uruapan.

En los años 20 del siglo XX el primer conjunto de arpa reconocido estuvo conformado por:

Florentino Mendoza, senior, violín. 65 años
Florentino Mendoza, junior, arpa. 40 años.
José Hernández, guitarrero. No sabemos su edad, y me queda la duda de si sería pariente del famoso Vicente Hernández, de los ranchos de Churumuco.
Delfino Villalobos, tamboreador. No sabemos su edad, pero es interesante que sea parte del conjunto, somo sucede en la Antigua Parroquia de Sinahua.
El conjunto de Cutzato tocó en la inauguración del Teatro Campesino en Paracho, registrado por Rubén M. Campos, incluso el arpero hizo algunos números como solista. Los músicos que asistieron quedaron impresionados gratamente.

El maestro de Misiones Culturales, Francisco Domínguez transcribió algunos de esos sones al piano, los cuales fueron publicados en tres volúmenes de la música de Michoacán; el último como "Álbum Musical de Michoacán" en 1941 con apoyo de Cárdenas.
La familia Mendoza aparece en el rancho de Cutzato hasta la actualidad; cuando menos los abuelos: Francisco Mendoza y Benito Mendoza, eran oriundos y vecinos del rancho. Al guitarrero y tamboreador no los hemos encontrado en el CENSO de 1930, tal vez estén en ranchos vecinos como: El Vergel y Arandín. Cutzato tuvo escuela de primeras letras, por eso, cosa rara, don Florentino y su hijo saben leer y escribir. Habrá que ver si este rancho, formado como ejido, trajo a población de la Tierra Caliente, cuyas tierras van repartirse para conformar ejidos hasta los años 50, ésa puede ser la razón de que fueran de una tradición de la Tierra Caliente Central, más que de la occidental.
Me queda la duda de si este conjunto fotografiado en 1925, para el "Magazine Nacional de Geografía", es el conjunto de Cutzato (hasta no encontrar el número lo sabremos; pero claro, aquí el arpero no es un joven, sino una persona de unos 60 años (que sería la edad de don Florentino Senior); los violinistas son jóvenes y tiene un parecido con el arpero, podría tratarse de Florentino Junior); sin embargo, sólo son suposiciones a las que hay que darle cierta certeza documental...



Abraham, Abraham junior, Néstor Medrano y Rosendo Medrano.


En 1911 Néstor Medrano, casado, músico de Coyuca de Catalán, compareció el 4 de junio para declarar que a las 11 horas había fallecido de fiebre el señor Felipe González, destacado músico, dejando viuda a Juana López, con cuatro hijos; se enterró en Patambo. Don Néstor fue ahijado de Jesús Bañuelos, pero también hermano de un músico e hijo de un filarmónico; se trata de una familia musical muy reconocida en su momento, pues en algunos de sus actos civiles firman testigos de lo más granado de la sociedad de la pequeña ciudad a orillas del Balsas, como los Brugada, don Víctor y doña Belén así como varios músicos a los que les seguiremos la pista. Lo lamentable es que es una familia “desconocida”, para mí cuando menos, los Medrano.
La raíz de esta familia es don Abraham Medrano unido familiarmente dos veces, la primera con doña Refugio Torres, con quien procreó a José Néstor en 1888, y que le permitió formalizar el compadrazgo con don Jesús Bañuelos de Pungarabato. Su primera compañera murió el 18 de octubre de 1893, a los 25 años y lo “dejó libre”.
La segunda vez contrajo matrimonio con Mónica Nájera, el 4 de mayo de 1894; entonces dijo tener 28 años, ser músico, hijo “legítimo” de Bacilia Tavira, y de Mercedes Medrano; a su matrimonio concurrieron como testigos de ambos lados: Abundio Espinoza y Nicolás León, mayores de edad, músicos, el primero soltero, y el segundo casado, y por la pretensa a Ascención Salgado y Bacilio Cobarruvias, mayores de edad, músicos, el primero casado y el segundo soltero y de esta ciudad.
Lamentablemente no vivió mucho don Abraham, pues el 19 de diciembre de 1905, murió en su casa a la edad de 32 años, casado, “filarmónico”, como declaró su hermano J. Jesús Medrano de 22 años, soltero y artesano. La platería y su comercio fue otra de las actividades de la familia, pues varios de sus miembros van a aparecer como plateros, comerciantes, o artesanos en los registros, y varios de sus testigos también lo son.
Jesús se casó el 9 de febrero de 1907 con la señora Elena Pineda, dijo tener 35 años, ser “empleado”, hijo de Mercedes Medrano “y de la señora Bacilia Tavira” que vive, esta confusión en los géneros de las personas es común para nosotros, donde nombres como Isabel, Mercedes, no son usuales en los varones y otros como Efrén o Jesús, no lo son para las mujeres. Doña Basilia fue bautizada el 25 de julio de 1846, como hija de de Justo Tavira y Ma. "Encelma" León; fueron sus padrinos Emidio Galindres y su hermana Rafaela Galindrez. El 10 de marzo de 1883 fue madrina junto con su hijo, Abraham Medrano, de José Víctor, hijo legítimo de Petronilo Tirado y de Josefa Tavira, nacido en Jaripo, municipio de Coyuca.
En diciembre de ése mismo año (1907) Néstor Medrano se presentó para casarse con Abigail Arellano, dijo tener 20 años, ser soltero, platero, originario y vecino de la ciudad hijo de don Abraham Medrano, que vivía entonces y de la difunta Refugio Torres, la pretensa tenía 18 años, era célibe, originaria de Ajuchitlán, hija de Francisco Arellano y de la señora María Isabel Flores que vivían en ésa villa. La señorita Arellano quedó “depositada” hasta su matrimonio, que me parece no fue consensuado con los padres, y se depositó en la casa de don Vicente Barba y Casillas, casado, comerciante originario de Jolostotitlán, en los Altos de Jalisco. La boda civil se realizó el 12 de enero de 1908. Los testigos Conrado García y Marcelino Chávez, eran plateros, en tanto Gregorio Pérez y Pedro S. Gómez, eran comerciante y empleado. Lamentablemente la dicha no duró mucho. Al año siguiente, el 16 de febrero de 1909, fallecía a los 18 años Abigail.
En octubre de 1910 le tocó “tomar estado” como se referían al matrimonio a Abraham Medrano junior, con la señorita Odilia Borja, el primero dijo ser soltero, tener 20 años de edad, ser originario y vecino de la ciudad, tener por ocupación ser “platero”, e hijo de Abraham Medrano, que vivía. La segunda tenía 18 años, célibe, hija de José M. Borja y de Julia Castillo, personajes importantes en la ciudad y por ello los testigos son de cierto nivel económico, primero los testigos, fueron Manuel Beltrán Lasso y Zenón S. Gómez, por el contrayente, y del otro lado Jesús Montes de Oca y Trinidad Bustos, todos mayores de edad, solteros, comerciantes y residentes en la pequeña ciudad del Balsas; pero además firmaron el acta: Sara Arellano, Elodia B de Bailón, Vicente Pérez, Ma. B. Brugada, Domitila Salgado, Ernestina Pichardo, Antonia Muñoz, S. M. Olea, Vicente R. Brugada, F. Bailón, Manuel Beltrán, V. Barba y Casillas, Ángel G. Huerta y Ciro R. Albarrán. Es evidente que estos artesanos y comerciantes del metal precioso que se extraía de las minas de la Sierra Madre del Sur, tenían reconocimiento social para emparentar con los Arellano, una familia que tuvo profesionistas, empleados y ocupantes de cargos municipales y que, como músicos, no se dedicaron a la música de “arrastre”, sino en las orquestas y las bandas de viento.
Un par de meses después Jesús Medrano, casado, artesano, de 38 años de edad se presenta para decir que el 6 de diciembre murió de neumonía su hermano Abraham Medrano, senior, de 44 años de edad, casado, artesano y deja viuda a la señora Muñoz. Fue sepultado en el campo mortuorio de la ciudad y entre los testigos estuvo Maximiliano Ramírez, soltero, mayor de edad y originario de Lagos. Me parece importante resaltar que había un pequeño grupo de personas de los Altos entre estas clases medias locales del Balsas medio.
Los Medrano tenían una relación con Zirandaranguio, tal vez porque tenían parientes ahí, el 22 de marzo de 1912, Néstor Medrano bautizó a J. Ángel, hijo “natural” de Zeferina Medrano, con una Úrsula N., con quien no estaba casado. Fue hasta el 2 de julio de 1920 que contrajo matrimonio con la señorita Caritina García, el dijo tener 22 años, ser viudo, comerciante, originario y vecino de la ciudad; fueron testigos por el novio Zenón S. Gómez y Antonin Jaramillo, mayores de edad, solteros, artesanos, originarios y vecinos de esta ciudad; la segunda presentó a Rosendo Portillo y Emilio Velasco, mayores de edad, casados, artesanos, originarios y vecinos de “nuestra ciudad”.
Don Abraham Medrano junior, había estado casado en segundas nupcias, pero enviudó y se casó el 7 de agosto de 1918. El juez se presentó en una casa de la 4a manzana, marcada con el numero 12, para verificar el matrimonio con la señorita Marciana Muñoz. El primero de 27 años de edad, viudo, originario y vecino de esta población en la segunda manzana, platero e hijo legítimo del finado Abraham Medrano y María Refugio Ochoa, y la segunda de 21 años de edad, con la profesión de su sexo, originaria y vecina de la 3a manzana, hija legítima de los señores Severiano Muñoz y María Dolores Arellano de Muñoz. Fueron testigos Donato S Gómez, Vicente Gómez, José García Reyes y Enrique Cervantes, mayores de edad, solteros todos, artesanos, originarios y vecinos de Coyuca.
El 17 de mayo de 1931, Rosendo Medrano, de 32 años de edad, soltero, platero, originario y vecino de esta ciudad fue a declarar que ése día a las 2 de la tarde había fallecido de fiebre Tifoidea, en su domicilio la niña Victoria Muñoz, de 17 años de edad, soltera, originaria de Huetamo en el Estado de Michoacán y vecina de este lugar. Hija natural del finado Néstor Medrano (su hermano) y de Luisa Muñoz que vive; fue atendida por médico sin título. El cadáver fue inhumado en fosa común del campo mortuorio de esta ciudad.
Es evidente que aunque algunos miembros de esta familia de plateros y músicos fueron falleciendo, otros los relevarían; sin embargo, es arduo el trabajo para rastrearlos conforme nos acercamos al presente, porque la fuente digital no está actualizada. Si usted es miembro de esta familia y conoce algunos datos, tiene fotografías o quiere darnos a conocer alguna información, no dude en escribirme.

Una fiesta que terminó en tragedia

 El 21 de abril de 1924, en Tlapehuala, había una fiesta en la casa de J. Isabel Maldonado, estaba tocando Filiberto Flores, entonces de de 25 años de edad, soltero, filarmónico, y Joaquín de la Paz, 28 años, soltero, “jornalero” y músico, que “estaba acompañando en la fiesta”, cuando llegaron los “Agraristas” de José Jaimes a tomar la plaza, disparando, de tal forma que mataron a los músicos y a varios asistentes a la fiesta. Entre los muertos estaba Crescencio Alvarado, de 69 años, soltero, jornalero, al parecer asistente a la fiesta. El objetivo era la oficina donde se encontraba “La Defensa Social” y donde murió Bernabé Isidro, el jefe de la defensa, de 36 años, soltero y zapatero, junto con su hermano Alberto Isidro, de 42 años, soltero, zapatero, originarios de Tlapehuala.

En la foto, el agrarista.

Los folcloristas... quienes somos

 Los folcloristas deberían ser mediadores, es decir, permitir a los seres urbanos y a los no enterados, conocer una tradición. Si un folclorista se presenta en un café, peña, evento cultural organizado por el Estado y dice: somos folcloristas y vamos a mostrarles un género de música, baile o poesía, está cumpliendo con ésa labor; si además conoce a los músicos tradicionales y alienta que éstos estén en los espacios de difusión de la música, a riesgo de pasar a segundo plano, entonces es un promotor; si además, obtiene recursos para que estas tradiciones no desaparezcan y ayuda a fortalecerlas con acciones en las que él participa, pero alienta a que los propios preservadores lo hagan, entonces es un gestor; pero si además, puede estructurar sus actividaes y comunicarnos cómo funcionan las artes tradicionales, entonces es un investigador.
Yo creo que todos los que estamos en estos procesos somos un poco de todo, a veces estamos de folcloristas y forevereando, a veces damos un taller, o gestionamos, y luego damos una charla y ahí eso se convierte en investigación; sin embargo.
El problema central es de ética. No faltamos los que nos disfrazamos y ocupamos un lugar que no nos corresponde, porque queremos obtener cierta ventaja al suplantar al otro. Si decido suplantar a la investigación, no hay problema, el gremio me identificará y no me permitirá acceder a coloquios, cursos y demás. Si suplanto al gestor, en algún momento las instituciones me marginarán del acceso a los recursos y, por ello, renunciaré a la gestoría. En el caso del folclorista no hay problema, porque nadie se asume folclorista aunque todos los músicos urbanos lo seamos, así que nadie suplanta folcloristas. El punto álgido es que si hay muchos: investigadores, gestores y folcloristas que suplantan músicos tradicionales, que suponen que si pueden ellos tocar, cantar o bailar un género tradicional entonces ipso facto, en automático, "son" músicos/artistas "tradicionales"; ahí la puerca no quiere el maiz...Es además vergonzoso, que la mayoría de los músicos tradicionales tengan pocos espacios fuera de los ámbitos locales de la tradición, y que no sean bien remunerados económicamente, para que venga un músico urbano de fuera a quitarle su dinero, al ser contratado en las fiestas donde tocaba antes; pero además, si hay una presentación ante instancias de gobierno que paguen bien, entonces peor, porque están suplantándolos y presentándose como lo que no son, pero, además, están ganando dinero por ello.
Ejemplos hay varios y si me pongo a decirlos, seguro que me dejan de hablar mis amigos jajaja. Por ello, siempre insisto en que hay que dejar claro que los músicos tradicionales no son los folcloristas ni los investigadores, ni los gestores o promotores del patrimonio.

José Rentería

 

José Rentería fue comerciante, empleado, profesor y filarmónico originario de Carácuaro, Michoacán, pero casado con Victoria Portillo, de Coyuca de Catalán, con quien tuvo 13 hijos de los cuales, dos murieron en la infancia.
Los padres de don José fueron Rafael Rentería y de Ma. Juana Liera, aunque oriundos de Carácuaro, vivieron en los ranchos de los alrededores; en 1896 nació en el rancho de Los Limones su hijo José Gumersindo del Refugio, como fue registrado el 20 de enero. Aunque también tuvo por nombre José, no se trata de nuestro músico, pues era 16 años mayor.
La media naranja de don José fue Victoria Portillo, quien nació el 4 de mayo de 1910, hija de Rosendo Portillo, vecino de esta ciudad, casado, artesano, y de su esposa Felipa Montes.
Don Rafael Rentería murió el 21 de agosto de 1905, en el rancho del Catano, de derrame de bilis, tenía 45 años de edad, célibe, jornalero, habiendo sido hijo de Juan Rentería y de Andrea Jacobo; según declaró su esposa, Juana Liera.
El hermano José Gumersindo murió el E de enero de 1921, sin asistencia médica y de heridas causadas por arma de fuego. Tenía 27 años de edad, era viudo, y se ocupaba como talabartero.
A los 16 años Victoria y su hermano Guillermo fueron padrinos de José Néstor, hijo natural de Rita Dueñas, el 25 de abril de 1926.
En 1930 vivían el la Calle Nacional de Coyuca, número 8: Rosendo Portillo de 53 años, comerciante, casado con Felipa Montes de Oca, de 50 años, sus hijas: Ofelia de 20, Victoria de 18, con Alejandro León, de 20 y Rosa Flores de 25. En tanto que el la segunda Calle de Francisco y Madero, marcada con el número 196, José Rentería Liera, de 24 años, entonces soltero, comerciante, con su madre Juana Liera de 55 años viuda, y su hermana Dolores Rentería, de 39 años, soltera.
No hemos encontrado aún el acta de matrimonio, sin embargo: el 22 de octubre de 1937, en Coyuca, compareció el ciudadano profesor José Rentería Liera originario de Carácuaro, municipio del Distrito de Tacámbaro y vecino de Coyuca de Catalán y presentó para su registro un niño vivo nacido en su casa habitación, el 21 del mes de octubre del corriente año, que nació en 13 lugar, a quien pone por nombre y apellido José Salvador Rentería y de la señora Victoria P. de Rentería. Los abuelos por línea paterna consignados fueron Rafael Rentería y Juana Liera, el primero ya difunto y la segunda que vive, y por la materna los señores Rosendo Portillo y Felipa Montes de Oca que entonces vivían.
Lamentablemente el niño sólo vivió unas horas, pues el 23 de octubre murió de bronquitis, según lo participó el certificado médico que fue presentado y firmado por el doctor Manuel B. Navarro.
No sería el primero, dos años después, el día 1 de julio de 1939, don José Rentería, de 29 años, casado, filarmónico, se presentó para dar a conocer la muerte de Teresa, su hija, de bronquitis.
La pareja Rentería y Portillo seguirían procreando. El 17 de octubre de 1947 comparece don Rosendo Portillo para registrar a Guillermo Rentería Portillo.
No hemos encontrado todavía documentos que den origen y cierren esta pequeña biografía.

No confunda robo, plagio y "apropiación", con aprendizaje

 En el arte, en la tecnología, en la ciencia, en las humanidades el conocimiento se construye en común y ante la innovación se reproduce, se cita, se referencia, se deconstruye, se hace tecnología inversa... la diferencia siempre es de carácter ético y el fin siempre tiene detrás el interés de beneficiarse del otro; si yo re-conozco el antecedente, el beneficio obtenido es ético, si no lo hago plagio. Si no he realizado bien mi trabajo de reconocimiento de antecedentes, entonces plagio por ignorancia, pero no deja de ser plagio, si conozco el antecedente y lo omito, entonces es plagio a secas. En la edición de textos a veces se borran citas (por errores de dedo, incompatibilidad entre programas), pero no se exime del plagio, en el arte estas quedan explícitas para el "público culto y conocedor" y ocultas para los comunes y corrientes, no avezados en el tema, pero no dejan de existir. El plagio es "malo" porque valida la pereza y la aparente "incapacidad" para "crear", y proponer algo "nuevo", aunque siempre sea con base en lo que nos antecede, pues no se "crea" de la nada. No hace daño "citar", "referir", "dar crédito", no vulnera nuestra "creación", ni la hace "menos innovadora". Dónde, cuándo y frente a quién hacer el reconocimiento es una cuestión ética y de libre albedrío.
  La gente puede tocar y bailar, hay quienes reflexionan sobre ello y hay quienes no; a mí, me gusta pensar sobre lo que hago, hay quien piensa que: puedes ir por la vida "viviendo sin reflexión", y puedes ser feliz, adelante; pero hay quienes pensamos que: saber ¿Qué motiva lo que haces? potencia esa experiencia, y reflexionando sobre ello, creemos que es importante separar lo que es tradición (que se nutre del conocimiento de la genealogía familiar) de lo que es creación individual (que puede usar a la tradición, pero se adecua al contexto, a la noción de "arte" y "escenario". 
       Quienes no reflexionan confunden lo que es propuesta escénica con "tradición" y suponen que no hay "autoría" y no hay "derecho" sobre la creación, pero no es así, la noción de "propiedad" y de "intelecto" también existe en las artes tradicionales, ellos suponen que NO, porque no conocen y no han reflexionado sobre ello; así que se apropian con "desparpajo" o "vergüenza" de algo que no les pertenece, lo cual está mal, y es muy sencillo de "corregir", sólo hay que pedirlo, la música tradicional se pide, y los músicos tradicionales "regalan" piezas, igual sucede en el baile, si yo voy y le digo a un/ bailador/a "enséñeme", "regáleme", sin ningún problema te "darán" ése conocimiento, y tu podrás con toda propiedad decir "poseo" porque lo "aprendí" de un artista campesino este son, este paso. 
             A mí me parece que tal cosa es de educación, de ética y de actuar correctamente, pero para ello tienes que reflexionar ¿cómo se enseña la tradición, cómo se aprende, quién enseña, quién puede aprender? Los que no reflexionan, no pueden tener ni siquiera idea de esta dimensión ética y piensan que con llegar a una fiesta y subirse a la tabla basta; pero perdón, no es así. Muchas veces llegan a comer y beber sin ser invitados y se van sin decir: gracias. Este modelo de aprendices urbanos, lamentablemente está muy difundido, y no debe alentarse. Así que si alguien quiere "apropiarse" de la tradición, en el sentido de hacerla parte de su vida, adelante, pero tal apropiación tiene que partir de una base ética y de compromiso, no de alegar que es "comunitaria" y yo puedo llegar y tomarla (sobre todo si no soy parte de esa comunidad), o que puedo "transformarla" sin proponer un diálogo con l@s maestr@s de la tradición.... No confunda robo, plagio y "apropiación", con aprendizaje.
                 Hay una diferencia entre "cita", "referencia", "homenaje" y "copia"... en el arte...

Dolores de la Paz

 

José Dolores de la Paz, fue un filarmónico, y cabeza de familia musical. Fue compañero de Juan Bartolo. Nació de el 16 de septiembre de 1866, en Tlapehuala, hijo legítimo de José María de la Paz y de Macedonia Alvarado. Fueron sus padrinos Laureano Pérez y Matilde Pérez, hermanos. Se casó por la iglesia con María Ascensión Díaz, que a veces también aparece como Tiburcia, el 3 de febrero de 1888; y formó un hogar en la primera calle de Morelos, en la cuarta manzana de Tlapehuala; pero tuvo una hija con Petra Aguilar, de Tlalchapa.
Su hijo Joaquín de la Paz murió de un balazo en el estómago, mientras “acompañaba una fiesta”, con otros músicos, como Filiberto Floores, que también murió en el lugar. El fandango se celebró en la casa de don J. Isabel Maldonado, el 21 de abril de 1924, justo frente al jardín principal. Ese día los agraristas, comandados por José Jaimes, tomaron la plaza de Tlapehuala y al disparar, mataron a músicos y asistentes a la fiesta. Joaquín tenía 25 años, era soltero, “jornalero”, “de raza indígena mezclada con blanca”. Don J. Dolores declaró tener 59 años, ser soltero, filarmónico, originario y vecino de Tlapehuala.
El día 10 de mayo de 1929, compareció ante el Juez del Registro Civil Tiburcia Díaz, de 40 años de edad, soltera, originaria y vecina de Tlapehuala, con domicilio en la cuarta manzana y dijo que: el día 6 del actual y en el mismo domicilio, falleció de fiebre el señor José Dolores de la Paz, de 60 años, soltero, jornalero, originario y vecino que fue de esta población, mexicano de raza indígena mezclada con blanca.

José Cástulo Benítez de la Paz

Don José Cástulo Benítez de la Paz, nació el 26 de marzo de 1923, en Tlatlaya, Estado de México; sin embargo, fue registrado en Tlalchapa hasta el 9 de abril de 1946, cuando ya incluso estaba casado. Su abuelos fueron, los paternos: Cristóbal Nájera y Paula Benítez, los maternos: Reyes de Paz y Martina Estrada.
Cuando se realizó el Censo Nacional de 1930, quedó registrado que tenía 2 años, por lo que nació en 1928 y no 23, como dice su acta de nacimiento de Tlalchapa. Vivía en ése momento con sus padres en Rincón Grande, municipio de Tlatlaya, estado de México. Fue hijo de Genaro Benítez, entonces de 30 años, oriundo de Guerrero, y de Victoria de Paz, de 32 años, nacida en el Estado de México; tenía una hermana, Constantina, de apenas un mes cuando se levantó el censo (en el mes de mayo).
La pareja Benítez de la Paz continuó incrementando su familia; por el momento, sólo hemos encontrado el registro de Eusebio, nacido en sexto lugar, el 15 de noviembre de 1938, nacido en El Paso de Amatitlán, municipio de Arcelia, cuando don J. Genaro Benitez tenía 37 años; entonces queda registrado como “campesino de raza mestiza”, casado sólo por la iglesia con doña Victoria de la Paz, de 40 años, también de “raza mestiza”.
La primera de los hijos en casarse fue Constantina, cuando tenía 15 años, con Tomás Flores de 19 años, vivían ambos en La Puerta de Arriba, en Tlalchapa. Fue el 22 de septiembre de 1945 y su padre, don Genaro ya era difunto.
Don Cástulo se casó dos meses después, a los 17 años, el 14 de noviembre de 1945, con doña Teresa Flores, de la misma edad. Entonces don Cástulo se dedicaba a la agricultura, y la pareja vivía en Tlachichilpa, municipio de Arcelia. Fueron testigos, Fortino Jaimes, de 48 años, y Eduardo Jaimes, de 25 años, ambos agricultores, casados, sin parentesco con la pareja y con domicilio en Arcelia; con ellos también testificaron: Leobardo Salgado, de 32 años, casado, peluquero y Gilberto Lagunas, de 21 años, soltero y empleado, los dos también de Arcelia.
Todavía no hemos conseguido evidencia que fuera músico su padre, don Genaro, ni sabemos si don Cástulo está emparetado con don Dolores de la Paz, un violinista de Tlapehuala, contemporáneo y compañero de don Juan Bartolo; sin embargo, sus tíos los Echeverría, si fueron ejecutantes, y don Salomón Echeverría quedó registrado para la posteridad con el famoso Conjunto Pokar de Ases, tocando el guitarrón. Don Cástulo, como sucede con los músicos de la Tierra Caliente, no tuvo un solo lugar de residencia, pues como vimos, nació y vivió en Tlatlaya, en Tlalchapa (de donde al parecer era su familia paterna), en Arcelia, en Ajuchitlán, donde tocó con el famoso conjunto, para terminar su existencia en ciudad Altamirano, donde fue compañero de Juan Reynoso y con quien corrió la legua con su Conjunto Purépecha, integrado también con el tamborero de Chumbítaro, municipio de San Lucas, Michoacán, don Epifanio Avellaneda.

J. Trinidad García Cansino

El 5 de mayo de 1924, falleció de una infección en los riñones el señor Trinidad García; tenía 43 años, filarmónico, originario de la cuadrilla de Las Querendas, del municipio de Pungarabato. Fue hijo de José Cruz García, que ya era finado y de Andrea Cansino, que entonces vivía. Estaba en unión libre con María Jesús Nájera, que vivía en la manzana11, calle nacional número 90, del pueblo de Pungarabato.
Su padre fue José Cruz García, que murió de vómito de sangre el 28 de diciembre de 1899, a los 50 años. En el acta dice que era “soltero”, aunque estaba casado sólo canónicamente con Andrea Cansino, jornalero, católico, mexicano, originario y vecino de la cuadrilla de Las Querendas. No sabemos si también fue músico; pero Las Querendas tuvo a músicos hombres y mujeres tocando a fines del siglo XIX.
La pareja de don Cruz García y doña Andrea Cansino tuvieron varios hijas e hijos: Carmen García casada con Ascención Valencia. María Martha, que fue viuda de Herculano Pérez; Flora que murió en el parto y fue esposa de Florentino Pineda; Rafaela casada con Estefanía Santa María; María Refugio que murió a los dos años; María Albina y María Josefa a quienes no les hemos encontrado descendencia; José Brígido de Jesús, que se casó con Sabina Pioquinto, y cuyo hijo Luciano murió de una herida de bala. Este Luciano nació y fue vecino en Las Ánimas, municipio de Coyuca de Catalán y también fue violinista.
Jorge Luis Cruz Hernández, Metl Cuicuilca Indio Cimarrón y 6 personas más
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