Los folcloristas deberían ser mediadores, es decir, permitir a los seres urbanos y a los no enterados, conocer una tradición. Si un folclorista se presenta en un café, peña, evento cultural organizado por el Estado y dice: somos folcloristas y vamos a mostrarles un género de música, baile o poesía, está cumpliendo con ésa labor; si además conoce a los músicos tradicionales y alienta que éstos estén en los espacios de difusión de la música, a riesgo de pasar a segundo plano, entonces es un promotor; si además, obtiene recursos para que estas tradiciones no desaparezcan y ayuda a fortalecerlas con acciones en las que él participa, pero alienta a que los propios preservadores lo hagan, entonces es un gestor; pero si además, puede estructurar sus actividaes y comunicarnos cómo funcionan las artes tradicionales, entonces es un investigador.
Yo creo que todos los que estamos en estos procesos somos un poco de todo, a veces estamos de folcloristas y forevereando, a veces damos un taller, o gestionamos, y luego damos una charla y ahí eso se convierte en investigación; sin embargo.
El problema central es de ética. No faltamos los que nos disfrazamos y ocupamos un lugar que no nos corresponde, porque queremos obtener cierta ventaja al suplantar al otro. Si decido suplantar a la investigación, no hay problema, el gremio me identificará y no me permitirá acceder a coloquios, cursos y demás. Si suplanto al gestor, en algún momento las instituciones me marginarán del acceso a los recursos y, por ello, renunciaré a la gestoría. En el caso del folclorista no hay problema, porque nadie se asume folclorista aunque todos los músicos urbanos lo seamos, así que nadie suplanta folcloristas. El punto álgido es que si hay muchos: investigadores, gestores y folcloristas que suplantan músicos tradicionales, que suponen que si pueden ellos tocar, cantar o bailar un género tradicional entonces ipso facto, en automático, "son" músicos/artistas "tradicionales"; ahí la puerca no quiere el maiz...Es además vergonzoso, que la mayoría de los músicos tradicionales tengan pocos espacios fuera de los ámbitos locales de la tradición, y que no sean bien remunerados económicamente, para que venga un músico urbano de fuera a quitarle su dinero, al ser contratado en las fiestas donde tocaba antes; pero además, si hay una presentación ante instancias de gobierno que paguen bien, entonces peor, porque están suplantándolos y presentándose como lo que no son, pero, además, están ganando dinero por ello.
Ejemplos hay varios y si me pongo a decirlos, seguro que me dejan de hablar mis amigos jajaja. Por ello, siempre insisto en que hay que dejar claro que los músicos tradicionales no son los folcloristas ni los investigadores, ni los gestores o promotores del patrimonio.
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