sábado, 23 de mayo de 2020

Entrevista a Jorge Amós Martínez Ayala, autor del libro “¡Guache cocho!"

 
Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21 

Ciudad de México. 23 de enero de 2009. Con la intención de “mostrar cómo el cuerpo del otro es utilizado por el poder (como hegemonía) en la creación de estereotipos étnicos que se transforman en estereotipos ‘regionales’”, tales como negro, indio, mulato, guache, cocho, terracalenteño, Jorge Amós Martínez Ayala escribió “¡Guache cocho! La construcción social del prejuicio sobre los terracalenteños del Balsas” (Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Programa de Desarrollo Cultural de Tierra Caliente del CONACULTA, Morelia, Michoacán, México, 2008).
              Este libro, la tesis de doctorado de Martínez Ayala, se presentó el sábado 17 de enero en la Plaza de las Artes, del Centro Nacional de las Artes, en el marco del II Homenaje a músicos de Tierra Caliente “Juan Reynoso”, donde el conductor del evento, José Ángel Domínguez, se refirió a Jorge como “el doctor Martínez Ayala”. Con motivo, pues, de dicha presentación, entrevistamos al investigador moreliano de alma terracalenteña.
              Jorge, en síntesis, ¿de qué trata tu libro? Es una historia que muestra cómo se construyeron los estereotipos sobre la gente y la región de la Tierra Caliente del Balsas, desde el pasado prehispánico hasta la actualidad. El estereotipo negativo que muestra a la gente como violenta, floja y dada a la sensualidad tiene sus orígenes en prácticas culturales tangibles asociadas a indígenas, africanos y sus descendientes. Términos como “guache” (niño o joven en lengua de Michoacán) y “cocho” (procedente de mulato color “cocho”, es decir, de color de pera “cocha”, café amarillento), que son muy comunes en la región e incluso utilizados como gentilicios, tienen un origen étnico. La razón de que tales términos étnicos y las imágenes vinculadas a ellos (como descendientes de indígenas y africanos) sean negativos tiene un sentido práctico: el dominio. En el pasado colonial, más del 50 por ciento de la población era indígena (tarasca, nahua, matlatzinca, apaneca, cuitlateca, popoloca, etcétera) y entre 15 y 30 por ciento afrodescendiente (africanos de Angola, Congo y el Sahel, pero también negros criollos, mulatos cochos y sus múltiples castas), así que la población criolla y española estaba en desventaja, para dividir a los terracalenteños y justificar su control usaron estereotipos construidos en torno a prácticas culturales antiguas y las asociaron a una moralidad entendida de manera distinta. De esta manera, Tierra Caliente pasó a ser, del paraíso de Xaratanga (una diosa de los placeres carnales), el infierno en la tierra, donde hasta los árboles exudaban venenos. 
             ¿Cómo se pueden crear imágenes tan distintas de una región y sus personas? Espero que el libro conteste a esta pregunta y evidencie que los terracalenteños no son como el estereotipo, aun cuando éste sigue usándose, por ejemplo en los narcocorridos actuales.
              Dado que mencionas que es la visión de un descendiente de africanos y que este fenómeno se ha estudiado desde otras visiones y otros cuerpos, ¿cuál es la importancia de aportar una nueva visión desde tu cuerpo, desde tu yo?
             En este momento ha llegado una propuesta al Congreso para que se reconozca de manera legal la existencia de los pueblos negros en México, de que la presencia de los afrodescendientes en nuestro país ha sido importante, puesto que nuestros ancestros han contribuido a la cultura, la política y la economía de la nación. En este marco, es necesario que los estudios sobre afromexicanos los comencemos a hacer los afromexicanos, además de los estudiosos de otros grupos sociales y nacionales, pues la visión desde adentro tiene mucho que decir. Al asumirme explícitamente como afrodescendiente, como mulato cocho michoacano, estoy mostrando también una postura epistemológica y política, una que conduce una investigación sobre estereotipos, los cuales se han usado constantemente en el pasado y hasta el presente para marginar al africano y sus descendientes de la toma de decisiones y la construcción de la nación; pero, además, conmino a otros, que como yo son conscientes de su identidad, para que lo expresen en sus ámbitos laborales, sociales y familiares, para que se fortalezca el movimiento político por el reconocimiento constitucional de los pueblos negros de México.
               Los estereotipos y prejuicios coadyuvan a la discriminación, en este sentido, ¿tu obra busca erradicar éstos o contribuir a la integración de los mismos dentro del conglomerado nacional?
Busca evidenciar que los estereotipos “regionales” (tales como jarocho, costeño, cocho, etcétera) fueron generados como una forma de discriminación y que debemos estar conscientes de que mucha de su carga negativa sigue presente, por tanto, evidenciar su origen ayuda a erradicar las imágenes negativas y resaltar las positivas, ayuda a conocer mejor al conglomerado multicultural que forma la nación mexicana y, por tanto, a que otros mexicanos se reconozcan como afrodescendientes, se enorgullezcan de su pasado cultural y lo expresen de manera abierta, para que este colorido mosaico que es México quede mejor delineado. El cocho terracalenteño es en parte heredero de las valoraciones negativas del mulato cocho colonial, pero también de su cultura: de su música, su baile, su poesía; monumentos no tangibles de gran importancia y que deben ser reconocidos como tales, junto a Teotihuacan o la Catedral de Morelia, por decirte algunos.
               Háblame del proceso de investigación, de la labor de campo, de tu aproximación a la Tierra Caliente, entendiendo que esta región geográfica también determina o incide en la conformación de esos prejuicios y de una identidad.
               Bueno, soy del oriente de Michoacán, con familia en el valle de Quencio y en las laderas hacia la Tierra Caliente, una parte de mí es abajeña, del Bajío, y otra es terracalenteña; con tíos abuelos en Jungapeo y más abajo, sin embargo, unas tías abuelas siempre hablaban mal de “esos de la camisa sacada y los huaraches tres correas”, es decir, de los terracalenteños. Al entrar a la universidad volvió el conflicto, y entraron las terracalenteñas con sus faldas cortas y su desparpajo. El interés vino de manera más reciente hace cuatro años, buscaba hacer un doctorado y un tema que tuviera que ver con la población afromexicana, pues dos trabajos previos en licenciatura y maestría versaban sobre el tema, además de vincularse con tradiciones (en el Bajío y la Meseta Tarasca), así que seguía Tierra Caliente y, por supuesto, la música y el baile. Por lo tanto, inicié siguiendo a muchos músicos y bailadores (varios de los cuales murieron durante la elaboración del trabajo, por su avanzada edad), y de pronto, sin que lo buscará, salió el núcleo del trabajo, donde se ve cómo se construye el estereotipo y también cómo se critica por el terracalenteño; así que al prejuicio legalizado en lo jurídico durante la época colonial, el mulato cocho responde con las coplas, y es aquí donde la tesis aporta, pues ve en la voz de quien enuncia el verso en la lírica tradicional al cocho y al huache, quienes usan el fandango como una arena de conflicto que, además, les es favorable; en el fandango no importa cuánto dinero tengas, si tienes títulos nobiliarios o universitarios, si eres guapo o muy valiente, ahí la capacidad para tocar, bailar o improvisar una malagueña es lo que cuenta, y así negros e indios pueden obtener la supremacía sobre los criollos y españoles. De esta manera, la tesis de 200 cuartillas se resume en dos composiciones líricas que muestran la lucha centenaria: un proverbio abajeño (del Bajío) y una copla. “En Tierra Caliente sólo borracho, loco o con la mujer de otro”, dicen mis parientes del Bajío. “Tres cosas hay en el mundo/ que causan mucho placer/ vivir en Tierra Caliente/ bailar y tener mujer”, contestan mis parientes cochos de tierras abajo. Así que la lírica no es un adorno en la tesis, es una fuente valiosa de información, la que muestra la postura del afrodescendiente, su crítica al sistema colonial, a la discriminación y a la opresión social, política y cultural; es aquí donde podemos encontrar la voz del excluido. Por ello es importante, en estos momentos de reivindicación identitaria, retomar a la tradición como estandarte, como discurso político, además de legado cultural, de los afromexicanos.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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