Libro INAH, 2013 |
Existe un estereotipo que vincula a los afrodescendientes con los instrumentos de percusión; sobre todo los que se ejecutan mediante el golpe directo de las palmas de la mano. El origen contemporáneo de tal representación puede relacionarse con el empleo de las percusiones tradicionales en la música procedente del Caribe, que nos han vendido las industrias culturales, desde las primeras décadas de éste siglo; imagen poderosa que apoya su sensación de verosimilitud en el cine de rumberas y la fotografía promocional para vender discos. Tal representación imaginada es tan poderosa en México que nos invita a relacionar la técnica de ejecución de tambores con una procedencia racializada; el “negro” toca el tambor con las manos, indios y europeos lo hacen con baquetas. Incluso se ha usado como una característica que evidencia la procedencia de algunos elementos africanos en los sones que se tocan en el antiguo mineral de Asientos, región del estado de Aguascalientes, cuya música tradicional incluye, además, de maracas y marímbula, la ejecución con las manos de un tambor “escolar” reglamentario, una “caja militar” que se usa en las “bandas de guerra”.
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