sábado, 18 de junio de 2022

María Juvenal Rojas Jaimes o “Juventina” Rojas


La violinista de la orquesta de Tlapehuala se llamó María Juvenal Rojas Jaimes, hija legítima, por el matrimonio religioso, de Dionisio Rojas y Merced Jaimes, nació el 4 de noviembre de 1919, y fue llevada a bautizar el 24 de marzo de 1920 por Guadalupe Arzate y Piedad Ávila. El acta de nacimiento dice que María Juvenal nació el 10 de enero de 1920 en Tlapehuala. Fue hermana de Carlota Rojas Jaimes, ejecutante de la guitarra en la orquesta.

    No nos queda claro porqué se cambió su nombre legal y decidió usar el de su tía; pero sabemos que es la misma persona porque al presentar ante el Registro Civil de Tlapehuala a su hija Zahara Echeverría, el 4 de diciembre de 1943, se presenta como “Juventina” Rojas, de 24 años, doméstica, mexicana e hija de Dionisio Rojas y Ma. Merced, ambos de Tlapehuala. En tanto el padre es Javier Echeverría, de 26 años, industrial, mexicano, nativo de Cutzamala, avecindado en Tlapehuala, hijo de Reynaldo Echeverría y de Zahara Soto, ambos domiciliados en Cutzamala.

        Los Echeverría fueron también una familia de músicos, uno de cuyos miembros, Salomón, grabó con Bardomiano Flores, y era tío de don Cástulo Benítez de la Paz. Tal vez por ello aparecerán constantemente como padrinos de infantes de linajes musicales y en sus actos civiles los testigos serán también músicos. El 16 de agosto de 1944 fueron padrinos de María de la Luz Aguilar Núñez, de Tanganhuato, y el 23 de ése mes y año llevaron a bautizar a Alicia Pastenes Felizola.

            Bolívar Echeverría Rojas nació el 22 de diciembre de 1945; fue registrado el 10 de enero del siguiente año, y atestiguaron el acto Maximino Segura, de 26 años, artesano, Hermelindo Piedra, de 45 años, también artesano, ambos de Tlapehuala. Abelardo nació el 31 de agosto de 1950, su padre dijo tener 35 años, dedicarse al comercio, y su madre de 25 años, se ocupaba en las labores domésticas. Los testigos fueron Alfonso Segura, de 41 años, comerciante, y Darío Arzola de 65 años, comerciante, ambos con domicilio en Tlapehuala. El junior Javier nació el día de la Candelaria de 1952, fue bautizado hasta el 27 de enero de 1957 acompañado de sus padrinos Romeo Calderón y Paula Segura. Ese mismo año, el 2 de julio, se registró a Víctor Hugo, que había nacido el 19 de junio de 1947, fueron testigos: Alberto Salmerón, de 60 años, agricultor y Alfonso Segura, con 40 años, comerciante, ambos con domicilio en Tlapehuala.

        No hemos encontrado otros registros de la violinista, por lo que no sabemos a qué edad, en qué lugar y cuando dejó este mundo.

Carlota Rojas

  

La señora Carlota Rojas Jaimes, “guitarrera”, es decir: ejecutante de la guitarra, en la orquesta de Tlapehuala, nació el 1 de mayo de 1913, hija legítima de Dionisio Rojas y de María Merced Jaimes; fue bautizada hasta octubre y fueron sus padrinos sus tíos Tirso e Ismael Jaimes.
                  Su primer matrimonio fue con Eulogio G. Giles, un comerciante e “industrial”, soltero de 28 años, originario también de Tlapehuala, pero avecindado en Tlalchapa, lugar donde se verificó la presentación matrimonial el 22 de septiembre de 1937; era hijo de Moisés R. Giles y María Asunción Galán, en ése momento vivos. Carlota dijo tener 21 años, “dedicada a la profesión de su sexo”, hija legítima Todos los testigos eran comerciantes, industriales y empleados, oriundos de Tlalchapa.
                 Lamentablemente la dicha duró poco, un año después, el 30 de noviembre de 1938, Eulogio fue muerto por una herida de bala; según declaró su pobre madre María Ascensión Galán de 50 años, “sin profesión”, originaria de Tlapehuala. En ése mismo año murió don Moisés Giles. Eulogio fue registrado como “obrero” y enterrado en el panteón municipal.
                      Doña Carlota tenía dos meses de embarazo cuando su marido murió, así que el 24 de mayo de 1939 dio a luz una niña a quien puso por nombre ante la Iglesia María Ofelia, bautizada cuatro días después y fueron padrinos sus cuñados, Ezequiel Galán y Honoria Galán. El 26 de mayo fue al Registro Civil y le puso por nombre María Ángeles Rojas, registrada como hija legítima suya y del señor Eulogio Giles, difunto.
                  El 18 de noviembre de 1943 Carlota Rojas y Eustreberto Salmerón fueron padrinos de una niña llamada Merced, hija de José María Navarro y Agustina Navarro.
                     Carlota Rojas fue madrina de varios niños en compañía de miembros de familias musicales. El 20 de septiembre de 1943 bautizó a Jesús Nájera de la Rosa en  unión de su cuñado Javier Echeverría. El 5 de noviembre de 1945 fue madrina de Roberto, hijo legítimo de Nicolás Salmerón, filarmónico, y de Guadalupe Navarro, violinista y su compañera en la orquesta; luego el 16 de julio de 1947, volvió a ser comadre de Nicolás Salmerón y de Ma. Guadalupe Navarro, al bautizar a María Asunción, junto con Emigdio Galán, que también era músico y quien se convirtió en su concubino; con él también fueron padrinos de José Justo Pineda Salmerón, el 17 de enero de 1949.
                 El 8 de julio de 1949, Tlapehuala, nació Elena Rojas,  hija natural de Emigdio Galán de 40 años, filarmónico, mexicano, y Carlota Rojas de 42 años, doméstica, mexicana. Fueron sus abuelos paternos: Epigmenio Anacleto, ya finado, y Ascensión Galán, de Tlapehuala. Elena fue bautizada el 1 de octubre de 1949, en la iglesia parroquial de la Asunción de María, en Tlapehuala. Aunque tuvieron mas hijos, Emigdio Galán continuó casado con Elpidia Navarro, hasta su muerte en 1973.
                No sabemos aún cuándo y donde murió doña Carlota Rojas, ejecutante de la guitarra en la orquesta de Tlapehuala.

jueves, 16 de junio de 2022

El guaime

 El son terracalenteño llamado “El Guaime”, rítmicamente no se diferencia de otros “géneros” del son de la Tierra Caliente, aunque en la lírica aparecen coplas comunes a otras tradiciones del Pacífico, como las seguidillas que mencionan a la María, llamada en diminutivo “Mariquita” y también “María del Carmen”, nombre de la virgen patrona de los marineros, llamada también Estrella Marinera; la Virgen del Carmen es considerada protectora de armadas, ejércitos, fuerzas policiales y de naciones desde Chile hasta México.

El Guaime tiene como estribillo “¡Zamba que le da! y también ¡Zamba y que le da!”, por lo que en otras subregiones de la Tierra Caliente se llama también, “La Zamba”:
¿Díme cómo te llamas?,
para decirte: ¡Zamba que le da!
¡Mariquita me llamo,
para servirle y ésa es la verdad!
¿Díme cómo te llamas?,
para decirte: ¡Zamba que le da!
¡Zamba y que le da!
¡Zamba y que le da!
¿Díme cómo te llamas?,
para decirte: ¡Zamba que le da!
¡Zamba y que le da!
¡Zamba y que le da!
¡Mariquita me llamo,
para servirle y ésa es la verdad!
El guaime es una palabra de origen italiano; se trata de una hierba que renace en el césped después del último corte; conocida como “heno” de otoño. No sería raro que el término llegara con la población italiana que vino a trabajar con los Cuzi, empresarios lombardos, originarios de Gambara, Brescia, en Italia, quienes arrendaron tierras y luego crearon en la hacienda La Zanja, La Lombardía, y en la de Ojo de Agua de la Cueva, la Nueva Italia. Esas familias de técnicos y administradores italianos dejaron apellidos y linajes en la Tierra Caliente de Michoacán; aunque lombardos hay en México desde que se llamaba Nueva España.
No quiero decir que éste son "nació" en Lombardía, o en Apatzingán y es de fines del siglo XIX, pues La Zamba, como género musical, está desde el siglo XVII en el orbe hispano (ojo tampoco digo que es "Español", o "Peruano"). Aclaro porque luego cada quién entiende lo que quiere...

Paula Juan Miranda

  Paula Juan, tocó el clarinete en la orquesta que dirigió Filiberto Salmerón. Su esposo Salvador Flores fue hermano del músico Filiberto Flores, filarmónico, muerto en la toma de Tlapehuala en 1924, probablemente también tuvo una práctica musical.

La clarinetista María Presentación Juan Miranda fue “presentada” ante el juez en Tlapehuala, el 23 de noviembre de 1921, por su padre: Daniel Juan, entonces de 38 años, soltero, e hija de María David Miranda. Nació en la cuarta manzana del pueblo, en la calle de la Independencia (después llamada Guerrero), donde vivían varias familias de músicos y pirotécnicos con cuyas hijas formarían la orquesta.
En la calle de la Independencia, casa número 22, vivía don Daniel Juan de 46 años casado por lo civil con María David Miranda, entonces de 40 años, con sus hijos Anatolio de 16 años, soltero, nuestra biografiada Paula de 14, soltera, Eusebio de 10 escolar, Gelacia de 7 años y Gildardo de 6.
El 26 de mayo de 1930, en esa casa, de la segunda calle de la Independencia se presentó el juez para casar a los señores Daniel Juan con la señora María David Miranda, ambos mexicanos, católicos, de “raza indígena mezclada con blanca”, el primero tenía 46 años de edad, era “soltero”, agricultor, originario y vecino de Tlapehuala y “con domicilio en la casa donde se celebra este acto”, hijo natural de los finados Mateo Juan y Juana Bautista. Su esposa tenía 40 años de edad, era “célibe” jurídicamente, para la época “sin profesión”, originaria y vecina también de Tlapehuala, hija natural de Filomeno Miranda y Catalina Real, también finados. Aprovecharon el acto para legitimar a sus hijos menores de nombre: Bartolo, Paulina, Eusebio, Gelacia y Gildardo Juan que entonces vivían.
Paula se casó el 31 de marzo de 1937 en la casa paterna con Salvador Flores, entonces de 25 años de edad, soltero, obrero, originario y vecino de Tlapehuala, hijo legítimo de Francisco Flores, ya finado y de la señora Marta Quiteria que vive. Ella declaró tener 16 años de edad, soltera, sin profesión, originaria y vecina también de Tlapehuala, hija legítima de Gabriel Juan y David Miranda.
Al casarse su hermano Eusebio Juan Miranda con la señora Ma Leocadia de Nova, el 18 de diciembre de 1937, se presentaron como testigos a Ignacio Rojas y Eufrocino Salmerón que era su vecino, pero también firmó Juventina Rojas, una violinista de la orquesta que asistió al acto. Su hermano tenía 27 años y se ocupaba como “varero en pequeño”. Se divorció y se volvió a casar con María Purificación Flores Núñez, entonces de 17 años, hija de José Flores y Glafira Núñez.
Al casarse su hermana Gelacia Juan, a los 17 años, con Salvador Jaimes de 20, ejidatario, hijo del también ejidatario Francisco Jaimes y de Francisca Carranza se presentaron por testigos a Emigdio Galán, filarmónico, casado con Carlota Rojas, guitarrista en la orquesta, a Bardomiano Flores, también filarmónico reconocido de Tlapehuala, y Emilio Isidro entonces de 59 años de edad casado, comerciante originario y también músico, que tenía un son que le caracterizaba, pero como sucede con otros sones sin nombre y del repertorio tradicional, se ha atribuido su autoría a Filiberto Salmerón.
La pareja de Salvador Flores y Paula Juan llevaron a registra a su hija Maricela Flores, nacida el 4 de noviembre de 1950, nueve días después. El padre declaró tener 39 años, dedicarse al comercio. Ella tenía 26 años, y “doméstica”. Los testigos fueron dos comerciantes Bruno Bustamante, 29 años, y Álvaro Mojica, de 30 años, ambos con domicilio en Tlapehuala.
Aunque en las actas del Registro Civil no aparecen las prácticas musicales de la familia Juan Miranda, es evidente, por la aparición de varios músicos de Tlapehuala como testigos, tenían vínculos de amistad y probablemente también laborales. Aunque las otras mujeres músicos que participaron en la orquesta provienen de familias musicales y Paula Juan, aparentemente “no”, el que se haya casado con un miembro de una genealogía musical, como las y los Flores es también una probable explicación a su actividad musical.
Es interesante que doña Paula Juan ejecutara un instrumento musical de viento, los cuales socialmente se restringían en el siglo XIX para su ejecución por mujeres. Se pensaba que “deformaban” el rostro femenino al ser ejecutados, sobre todo los de boquilla circular (trompetas, saxhorn o “charchetas”, trombones, tubas) que exigían fuerza de expeler el aire; sin embargo, las flautas traveseras, los clarinetes y algunos saxofones eran considerados “adecuados” para las mujeres, según podemos ver en los programas escolares de las instituciones formales dedicadas a la enseñanza musical, como las Academias de “Niñas” o para “Señoritas”, las Escuelas Normales e incluso las universidades estatales.
El periodo de los años 30, hasta los 60, hubo un “abaratamiento” y disponibilidad de los instrumentos de viento, los cuales siempre han sido más caros en los contextos rurales que los de cuerda. Ello provocó el traslado de músicos de los conjuntos de cuerdas a las bandas; por ello, muchos linajes de músicos tradicionales ahora tocan en bandas de viento “modernas” (yo las llamaría “populares” por sus repertorios mediáticos); pero esa, ya es otra historia.

Herminia Segura Beltrán


En la Tierra Caliente del Balsas las familias dedicadas a la música formaron en la práctica artística a sus descendientes mujeres. La práctica musical femenina fue alentada por la Iglesia como una estrategia para minimizar la creciente secularización de la vida impulsada por el Estado mexicano desde los tiempos de Juárez; se crearon “estudiantinas” y orquestas femeniles vinculadas con los templos parroquiales, en tanto el Estado impulsaba las bandas de viento municipales formadas, casi siempre, por hombres. Hubo músicos vinculados con la Iglesia, como don Alberto Albarrán, quienes instruyeron a las mujeres de su localidad para cantar en el coro, y tocar guitarras, mandolinas y violines para acompañar el servicio religioso; sin embargo, en el caso de las mujeres pertenecientes a los linajes musicales, es muy probable que su aprendizaje iniciara al lado de sus hermanos, pues los contados casos que han llegado hasta nosotros son de mujeres que pertenecen a familias de músicos de la región.
Aunque sabemos que hubo algunas mujeres que se dedicaron “profesionalmente” al arte de Euterpe, como doña Enedina y doña Vicenta Pineda de Las Anonas, en el municipio de Pungarabato, en las actas del Registro Civil no se anota su ocupación musical, donde de manera estereotipada se registra: “con la profesión de su sexo”, “labores domésticas” o peor aún, “sin ocupación” o “sin profesión”; lamentablemente los prejuicios masculinos sobre las labores femeninas acallan sus voces; sin embargo, los ejemplos que enunciaremos servirán para mostrar que la práctica artística de las mujeres en la Tierra Caliente incluyó la ejecución musical, además del baile y de la lírica, como en su momento hablaremos.
Don Zacarías Salmerón atribuye a Filiberto Salmerón la organización de una orquesta que incluía a varias mujeres, entre ellas estaba Herminia Segura Beltrán, violinista. María Herminia nació en Tlapehuala y fue bautizada a los 17 días, el 12 de mayo de 1905, como hija legítima de Pedro Segura y Melquiades Beltrán; fueron sus abuelos paternos: Silvestre Segura y Bonifacia Flores; en tanto los maternos Arcadio Beltrán y María Eutimia; sus padrinos fueron Albino Rojas y Arnulfa Hernández.
Doña Herminia se convirtió en madre muy joven, el 7 de marzo de 1925 en Tlapehuala bautizó a su hija María Guadalupe, que nació en Iguala el 6 de diciembre de 1924, como “hija natural”, la cual debió morir pequeña porque no aparece en el Censo Nacional un lustro después.
En 1930 la familia vivía en la calle de Guerrero donde también residían varios miembros de la familia Salmerón, y curiosamente, compartían el oficio de pirotécnicos. En la casa número 13, encabezada por don Pedro Segura de 52 años, pirotécnico, casado por las dos leyes con Melquiades Beltrán, de 44 años, también residían sus hijas Herminia Segura, soltera de 23 años, en ése momento trabajando como empleada, Consuelo, soltera de 18 años, también empleada, Flavia de 15 soltera, empleada, la adolescente Guadalupe de 12años, todas sabían leer y escribir, y el único varón, Pedro junior de 4 años.
No hemos encontrado el acta de matrimonio de doña Herminia Segura con Claro Molina; sin embargo, al comparecer el 16 de abril de 1943 en Tlapehuala ante el juez del Registro Civil para presentar a María Hortensia Molina, su hija habida con Herminia López la declara como “legítima”, es decir, que habían contraído matrimonio civil. La niña nació el 9 de marzo de 1943, en la tercera manzana calle cerrada de Guadalupe; su padre Claro Molina, dijo 25 años cuando en realidad tenía apenas 18 años, ser jornalero, mexicano, de Tlapehuala, y su esposa Herminia Segura, aseguró tener 28 años de edad pero tenía 38, “sin profesión”, mexicana, de Tlapehuala. Los abuelos paternos fueron Pedro Molina de Tlapehuala y Albina Gerónima Urbina López, ya finada; los maternos: Pedro F. Segura, finado, y María Melquiades Beltrán, que vivía en Tlapehuala. Interesantes son los testigos: Taide Rojas, 25 años, artesano, y Eufrocino Salmerón, 40 años, artesano, ambos de Tlapehuala. La familia Rojas aportará dos mujeres músicos a la orquesta, y serán amigas y hasta comadres entre ellas. La niña fue bautizada en Pungarabato el 17 de abril de 1943 y fueron sus padrinos Salvador Flores y Paula Juan, quien tocaba el clarinete en la orquesta.
El joven esposo de doña Herminia llevó a registrar el 13 de agosto de 1944 a su hija Hilda María Molina Segura, que nació el día anterior en Tlapehuala. Claro dice ser obrero, de 25 años, pero había nacido el 11 de agosto de 1922, por lo que tenía 22 años; su esposa dijo tener 31 años y ser “doméstica”, pero tenía 39. La niña fue bautizada en la iglesia parroquial de San Juan Bautista Pungarabato el 20 de agosto de 1944, y fueron sus padrinos Víctor Manuel Pérez y Ester Pineda.
La familia estuvo de luto el 21 de abril de 1945, cuando a los 2 años, la pequeña Hortencia murió sin asistencia médica por un piquete de alacrán, según declaró su tío Pedro Molina, de 40 años, agricultor, casado, oriundo de Tlapehuala.
Por el momento no hay más documentos que den cuenta de la vida de esta mujer artista, no sabemos aún cuando murió y si su linaje musical persiste.

lunes, 6 de junio de 2022

El ballet folclórico usurpa, reproduce o crea.....

Habrá que escribir mucho al respecto y cuestionarse no sólo la "calidad estética" de los montajes del Ballet Folclórico, sino los motivos que los llevaron a la representación y desechar mucho de lo PROPUESTO porque los indigenismos de los 40 y 50 eran muy condescendientes con "el indígena", al que consideraban pobre (en muchos aspectos), pobreza de la que había que sacarlos (incluidas las ideas de "dialecto" y de "atraso cultural" profundamente discriminadoras); por eso al "reproducir" sus prácticas culturales, en escena, no había "respeto" a las relaciones que el "arte indígena" (que tiene muchas características rituales no "artísticas") mantiene con otros aspectos de la vida religiosa indígena; las nociones de "arte occidental" en ése momento tenían una fuerte carga esteticista que supone el valor artístico, de la "belleza", como "universal" e independiente de las contextos del observador; idea que arraigó en muchos "coreógrafos" de los ballets de aficionados en el país, que muestran más entusiasmo por la presentación e el escenario, cualquiera que éste sea, que en entender los códigos de movimiento y los sentidos que tienen.
Los montajes hacían lo que querían con vestuario, indumentaria y movimientos, las "investigaciones" de campo eran registros descontextualizados realizados durante un fin de semana; los movimientos no se estructuraban con los códigos que los producen, las diversas culturas indígenas, sino con los de la danza moderna y el ballet, que remiten a las figuras clásicas, muchas retomadas de propuestas norteamericanas bastante exoticistas que usaban reproducciones del arte clásico para crear "lenguajes" universales. Así que, muchos de los montajes del ballet folclórico "caricaturizan lo indígena" con una "ingenuidad" bastante racista; veo los "Jarabes de Michoacán" que montó Amalia Hernández y que se reproducen constantemente por los Ballets Folclóricos de Aficionados: con los pies en punta, el faldeo de las mujeres, las manos atrás y las espaldas rectas de los hombres, las mujeres con sombrero a la María Félix (me parece que todo viene desde Maclovia y que algo tiene que ver Luis Márquez Romay en eso)... y los hombres con botines....y me digo...dónde vería eso la señora?
Puedo decir que conozco un poco de las prácticas culturales p'urhépecha, y he visto un par de veces a mujeres "faldear" tan imperceptiblemente que dudo si "ésto" fue lo que motivó la recreación escénica, casi nunca he visto zapatear con las manos atrás a los señores, pero cuando lo hacen las espaldas son curvas y en una postura "banqueada", casi sentados; tampoco he visto a las mujeres usar sombrero.
Mis dudas son el que sean prácticas desaparecidas, pero hay muchas películas, fotografías, litografías y hasta pinturas de los indígenas p'urhépecha desde el siglo XVIII y no aparecen las actitudes corporales que se muestran. He visto bailar jarabes a la gente de Michoacán, los he "bailado" (si es que un oso baila) con ellos, no sólo a los p'urhépecha, pero nada que ver con el montaje. Si miro la re-presentación debo reconocer la autoría de Amalia Hernández, porque salvo la música (que si se basa en diversos jarabes de Michoacán y que montó el Trío Aguililla, que eran de la Sierra de Costa del Sur de Michoacán y no conocían lo indígena), a la mayoría de los movimientos no los puedo reconocer como parte del repertorio corporal de los p'urhépecha, y si hay algunos no cobran "sentido" en secuencia, aunque si lo sean desde la tradición inventada del Ballet Folclórico, pues son reconocidos y nombrados por sus usuarios.
Ahí el código es otro, los movimientos tienen sentidos que los ligan entre si pero no con la vida cotidiana, no hay mímesis de la vida laboral, de los rituales (sahumar, bendecir, persignar, "limpiar", sobar), de las situaciones de etiqueta: saludar, felicitar, despedir, condoler ¿Cómo integras lo extracotidiano de la danza con lo cotidiano del trabajo en un código común en el escenario si las personas no pertenecen a esos ámbitos? Me van a decir que no es el fin del Ballet Folclórico reproducir tal cual la vida corporal de los indígenas en el escenario, yo les pregunto ¿Entonces para que tomar sólo una parte y colocarla ahí?.. Eso es racismo, porque los pueblos no participan en tal decisión, y si me dicen, es que ellos no tienen que ver en el montaje, pues peor, porque lo que se propone es una usurpación vil....

viernes, 3 de junio de 2022

María Guadalupe Navarro Flores


María Guadalupe Navarro Flores, violinista casada con Nicolás Salmerón filarmónico. Según don Zacarías Salmerón, Filiberto Salmerón formó una orquesta donde participaron mujeres, entre las que tocaban violines estaba María Guadalupe Navarro Flores.
Doña María Guadalupe Navarro nació en el mes de febrero de 1909 y fue bautizada el 8 de marzo; fue hija legítima de Eulogio Navarro y de Jova Flores, sus padrinos los hermanos Bernabé Ojeda y Amalia Ojeda.
En 1930 vivía la familia en la calle de Guerrero, número 16, don Eulogio Navarro, de 45 años, casado por las dos leyes con Jovita Flores, de 38, con sus hijas: Ma. Guadalupe de 18 años, Esperanza de 17, Gabriela de 13, escolar de primaria, Glafira de 11, también en la escuela, Ocela de 9, escolar como sus hermanas, y los niños Guillermo de 6 años y escolar, Jacinto de 3 años y José Gabriel de 2 meses.
Guadalupe Navarro se presentó ante el Juez del Registro Civil con Nicolás Salmerón el 5 de enero de 1938 en Tlapehuala, unas horas después se casaron. El dijo tener 27 años de edad, soltero, filarmónico, católico, mexicano, originario y vecino de Tlapehuala, hijo natural de los señores Reynaldo García y Ascensión Salmerón, que viven, y la señorita Navarro manifestó tener 23 años de edad, ser célibe, de profesión doméstica, mexicana, originaria y vecina también de esa población.
La pareja tuvo a su hija Catalina el uno de abril de 1942, Nicolás Salmerón tenía 35 años, y Guadalupe Navarro 31. Los abuelos paternos fueron Reynaldo García, que residía en Zitácuaro, Michoacán, y Asunción Salmerón, que vivía en Tlapehuala; los maternos eran Eulogio Navarro, residente en Tlapehuala y Jovita Flores, ya finada.
Su hija Asunción nació el 3 de noviembre de 1946, en el acta dice que Nicolás Salmerón, era artesano, sus testigos también: Erasmo Corona, de 45 años, y Úrsulo Covarrubias 52 años. Fue bautizada el 16 de julio de 1947 y sus padrinos fueron Emigdio Galán y Carlota Rojas, quien tocaba la guitarra en la orquesta femenil.
Cristóbal nació el 24 de septiembre de 1949 en Tlapehuala, hijo legítimo de Nicolás G Salmerón, 39 años, filarmónico, mexicano, con domicilio en Tlapehuala, y Ma. Guadalupe Navarro, de 38 años, doméstica, mexicana, con domicilio en Tlapehuala. Lo bautizaron el 15 de noviembre de 1949 y fueron sus padrinos Agustín Avilés y María Avilés.


Natalio Rodríguez Pineda

 Natalio Rodríguez Pineda, violinista de Zacapuato, Cutzamala, según la lista de don José Espinoza Quiroz. Don Natalio nació el 1 de diciembre de 1914, como hijo legítimo de José Rodríguez y Concepción Pineda. Fue Juez del Registro Civil entre 1949-1950, en Zacapuato.

El 21 de febrero de 1915, en la Iglesia parroquial de Cutzamala, acudió la pareja de José Rodríguez y Concepción Pineda, para registrar a Natalio, nacido en Zacapuato el 31 de diciembre; fue su madrina Viviana Díaz.
El padre de don Natalio murió en Cutzamala el 20 de marzo de 1922 de fiebre, según declaró su hermano Francisco Rodríguez, entonces de 25 años de edad, soltero, jornalero, vecino de la Comarca de Valderrama. En vida se llamó José Rodríguez, tenía 26 años de edad, soltero, y fue hijo legítimo de Ricardo Rodríguez y de Cleotilde Arellano, ambos finados y vecinos que fueron del mismo lugar.
La familia se mudó a Zirándaro, cuando se levantó el Censo Nacional de 1930, vivían en la calle de Nicolás Bravo, casa número 19 de Godeleva González, de 30 años, viuda, con su hijo Irineo Maldonado, escolar, de 10 años, Consuelo Hernández de 9 y Francisca Maldonado de 3 años. Tal vez eran parientes con los Rodríguez. En esa casa se alojaban doña Concepción R. Pineda, de 48 años, viuda, con sus hijos: Isaías Rodríguez, soltera de 24 años; Gilberta Rodríguez, soltera de 22 años, varillera, es decir vendedora ambulante de mercería; Imelda Rodríguez, soltera de 18 años, costurera; Idelfonso Rodríguez soltero de 15 años y herrero; Natalio Rodríguez, escolar de 13 años, Filemón Rodríguez, de 11 años, también en la escuela.
Es necesario decir que, en esa misma calle, en la casa número 18 vivía don Isaías Salmerón, con su hijastro Albino Macedo, de 14 años, a quien enseñó a tocar el violín; por lo que no sería raro que, por las edades y la proximidad de sus viviendas, se conocieran Albino y Natalio, y que aprendieran juntos a tocar el violín; pues hasta el momento no hemos encontrado evidencia de la práctica musical del abuelo de Natalio, don Ricardo Rodríguez, aunque, como hemos visto en otros casos, ello no es concluyente.
El 28 de abril de 1933 nació una niña en Zacapuato, a quien se llamó Galdina, hija natural de Alejandra Arroyo, fueron sus padrinos Magín Piedra y Narcisa Maldonado. Esta niña será en el futuro esposa de don Natalio, pero vamos despacio.
Natalio Rodríguez, de 20 años de edad, soltero, comerciante, originario y vecino de Zacapuato, hijo legítimo del señor José Rodríguez, finado, y de la señora María Concepción Pineda, que vive, se presentó en Cutzamala, el día 5 de mayo de 1938, para contraer matrimonio con María Constanza Gaona, entonces de 16 años de edad, célibe, sin profesión, originaria y vecina del Arroyo Grande, hija legítima del señor Leonardo Gaona y de la señora Eustolia Barrera, que viven. Entre los testigos aparece Francisco Salgado, quien aparece como músico en la lista de don José Espinoza. Por la firma de Natalio podemos ver que escribe con bastante soltura no así Contanza; entre los asistentes que comparecen y firman aparecen las firmas de Ana Rivera, Imelda Rodríguez y Carmen Ríos.
Igual que sucede con otros músicos, Natalio tuvo hijos con mujeres distintas a su esposa. El 26 de septiembre de 1950, el señor Martín Arroyo presentó a Adelfo, un niño que nació el 29 de agosto, y lo registró como hijo natural de: Natalio Rodríguez, de 30 años, jornalero, mexicano y de Galdina Arroyo, de 17 años, esa niña nacida en 1933. Es de resaltar que el 4 de septiembre de 1948, dos años antes, se había casado con Hilario Perea, también de Zacapuato. Es justo el periodo en que aparece como Juez del Registro Civil y firma las actas entre 1949 y 1950.
No hemos encontrado hasta el momento mas documentos sobre don Natalio, pero este esbozo genealógico es lo que hay.

Aurelio Márquez

Aurelio Márquez “Na ves”, artesano, músico y panadero, de Zacapuato, municipio de Cutzamala. Se casó dos veces; la primera esposa de don Aurelio, que en vida se llamó Josefina Membrila (nombre de una población cercana a la Alhambra), nació el 19 de marzo de 1903, se bautizó 4 días después como Josefina Victoriana, “hija legítima” de Ruperto Membrila y de Beatriz Carvajal, sus padrinos fueron los hermanos Ezequiel y Adela Macedo (en 1924, sería madrina de una hija de Adela). El registro se realizó hasta el 30 de abril, al comparecer Ruperto Membrila, de 39 años de edad, soltero, jornalero y vecino de la primera manzana de Cutzamala. Uno de los testigos fue Demetrio Rodríguez, quien posiblemente era pariente de Natalio Rodríguez, que sería un músico en la siguiente generación

Quince años tenía Josefína cuando se casó por la Iglesia, el 14 de enero e 1918, con Aurelio Márquez, soltero, jornalero de 17 años, hijo natural de doña Wenceslao Reyes, originario de Zacapuato. Josefina dijo tener “16 años”, “hija legítima de Ruperto Membrila y Beatriz Carbajal, difunta; la novia era originaria de Cutzamala y vecina de Zacapuato.
Su hijo Hermilo nació el 18 de enero de 1922 y fue bautizado en Cutzamala el 13 de abril fueron sus padrinos Jesús Bravo y Carmen Bravo.
Aurelio Márquez, artesano, casado, de 20 años de edad, compareció el 31 de marzo de 1922 en Cutzamala para llevar un acta donde se declara que el día 13 de mayo, falleció de fiebre su padre, don Benito Márquez, casado, artesano, de 62 años de edad, originario de Santa Rosa, Michoacán. Los testigos Eulogio y Rafael Valdez, casado y soltero, jornaleros, originarios de Zacapuato, sus amigos y en unos años sus cuñados.
En Cutzamala fue bautizada Ángela, hija legítima de Aurelio Márquez y de Josefina Membrila, el 11 de julio de 1924, quien nació en Zacapuato el día primero de junio.
Un año después murió doña Josefina Membrila, el primer día de marzo de 1925, en Zacapuato; por tal motivo compareció Aurelio Márquez, de 23 años de edad, viudo, “músico” y vecino de este pueblo. No le guardó mucho luto, pues el 18 de julio se casó con Emerenciana Valdés, entonces de 15 años de edad, hija legítima de Concepción Valdés y Desideria Benítez, ambos de Zacapuato, siendo sus padrinos Samuel Espejel y Francisca Rodríguez. Aurelio declaró tener 24 años de edad, ser “hijo legítimo” de Benito Márquez, difunto, y Wenceslao Reyes. En éste documento es, hasta el momento, el único donde declaró ser “músico”.
Catorce meses después nació Elisa, legítima de Aurelio Márquez y Lucrecia Valdés, el 10 de mayo de 1926, en Zacapuato, siete días después fue bautizada por Genaro Carbajal y Galdina Benítez. La niña no se logró y no hemos encontrado su acta de defunción; sin embargo, el 31 de octubre de 1928, la pareja tuvo otra niña a quien le nombraron Elisa Márquez, hija legítima de la pareja y la primera en la progenitura, según consta en el acta de nacimiento expedida el 4 de diciembre del mismo año.
En el Censo Nacional de 1930, en la casa marcada como el numero 2, de la primera manzana, aparece la familia de doña Wenceslao Reyes, viuda, entonces de 58 años; con ella vive Leonor Valdés, de 40 años, soltera, con Antonio Márquez de 18 años, hijo de la señora Reyes y Hermilo, su nieto de 7 años. En la casa siguiente vivía Aurelio Márquez, entonces panadero, de 30 años, casado por la Iglesia con Emerenciana Valdéz, de 24 años; curiosamente ya debería aparecer su hija Elisa, que tendría 2 años, pero no es así.
Su hijo Hermilo Márquez se casó con Ángela Osorio el 13 de agosto de 1943. Tenía 21 años de edad, era soltero, se dediaba a la agricultura, era originario y vecino de la Comisaría de Zacapuato del municipio de Cutzamala. Ángelita dijo tener 19 años, ser soltera, dedicada a las labores domésticas, originaria y vecina de la comarca de La Florida, hija legítima de Filemón Osorio y de Julia Sánchez, ya finados.
Tres años después se casó su media hermana Elia, hija de don Aurelio Márquez y de Silveria Antúnez, de 21 años, célibe, “sin profesión” con Eustolio Trujillo. La unió se verificó el 9 de marzo de 1946. Es interesantes que vuelve a aparecer como testigos Natalio Rodríguez, que dice ser comerciante, pero sabemos que era músico, y entre los que firman el acta está J. G. Aguirre, que puede ser don Gregorio Aguirre, también músico. Ya hemos visto que esta práctica era habitual, pues probablemente, estos amigos y colegas profesionales, tocaron en la fiesta por el nacimiento, el bautizo, la boda y hasta la defunción que requirió el testimonio civil.
Entre 1919 y 1924, apareció don Aurelio como padrino en seis bautizos con su esposa Josefina Membrila; para tres niños y tres niñas, tres registrados como “naturales” y tres “legítimos”, lo que nos da una idea del alto número de “ilegitimidad” en la región.
Hasta el momento no sabemos cuándo terminó la vida de don Aurelio Márquez.