Hace tiempo creí dejar claro que la dicotomía tradicional/moderno no es útil, no refleja la realidad compleja de los sistemas musicales, culturas musicales, escenas musicales o cualquier otra categoría analítica usada para hablar de las tradiciones musicales presentes en las diversas regiones geoculturales de México, y que su implementación por el Dr. Jáuregui no la convertía en "ley", sino que era y sigue siendo una hipótesis, siempre en discusión. Una parte del problema es que los asistentes al Encuentro Nacional de Mariachi "Tradicionales" no puede ir al Coloquio Internacional del Mariachi (que ocurre paralelamente), por tanto, no conocen, y no leen lo que los investigadores sobre el mariachi/e escriben; a pesar de que la organización regala los discos y libros a los y las ejecutantes participantes, hecho que presencié con mis propios ojos durante la gestión de nuestro querido amigo Víctor Ávila en dos encuentros consecutivos, y he visto el "Manual del mariachi" del Dr. Ochoa regalado en paquetes a los asistentes.
El problema es que tal dicotomía tradicional/moderno no existe en la realidad, y ya hemos escrito varias veces como los músicos de una tradición familiar que se arraigó en la Sierra del Tigre ha sido "premiada" varias veces, dándole la presea Cirilo Marmolejo a: Los del Rancho, Los Marineros de Tepalcatepec y El Carrizo, miembros de una familia extensa y varias "emparentadas" entre Santa María del Oro, Jalisco, Tocumbo y Tepalcatepec, Michoacán. Además, varios de esos músicos tocan en un mariachi "moderno" en Los Reyes Michoacán, y los "conjuntos" de arpa, que forman por lazos familiares y de generación, se transforman en conjuntos versátiles eléctricos, de acuerdo a lo que busca el cliente que los contrata.
He insistido en que las dicotomías Tradicional/Moderno no permiten describir esta realidad compleja y que por tanto deben desecharse, no obstante, ante la crítica el Dr. Jáuregui añadió un categoría intermedia "De transición", que, haciendo una analogía, pone un compartimento para algo que es siempre procesual y dinámico, por tanto, dichas metáforas son inoperantes y confusas para las personas que en su vida cotidiana se aproximan a los repertorios musicales del occidente de México desde "afuera" o desde "adentro" de la tradición.
La tradición como proceso, me parece un concepto más dinámico que implica a varias generaciones en un proceso de entrega/recepción/adecuación/rechazo de los contenidos de la tradición (según asegura atinadamente, para mí, don Carlos Herrejón Peredo). Así, a los repertorios de las tradiciones musicales del occidente se han incorporado géneros musicales que no eran de la región, que proceden de las industrias cultural desde fines del siglo XIX, por ejemplo, la canción mexicana, nacida en los salones de las clases altas del Altiplano y el Bajío, transformada en canción abajeña, luego en canción ranchera, migrada al norte y regresada como "canción norteña" en los años 60's (no voy a probar este punto, pero tengo un artículo para quien dude que la canción ranchera/norteña no es propia de los repertorios antiguos de la tradición del "mariachi" (aunque tener sus 90 años parecen validar su "tradicionalidad), casos más recientes son la cumbia, la quebradita, el pasito duranguense, el corrido de narcotraficantes, el narco-corrido, los corridos tumbaos, que aparecen en las agrupaciones del occidente (aunque chillen los puristas y se sorprendan los que me consideran a Mi un "purista").
La tradición se transforma, es decir, las generaciones jóvenes incorporan elementos simbólicos y piezas musicales (vestuario, performatividades) que les son significativos a los legados culturales que reciben, los "modernizan"; por ejemplo, en los años 50, al migrar a las ciudades la tradición mariachera dialoga con las industrias culturales (el cine, la radio, la televisión), adopta el "bolero ranchero", sus ejecutantes incorporan al chachachá, al danzón, al rock y al twist (hasta el Vargas tiene sus discos con géneros musicales norteamericanos, como Mariachi Rock), de ellos el "bolero" impulsado por figuras mediáticas como Javier Solís (en realidad por las disqueras de Javier Solís), se ha incorporado como parte del repertorio de lo que se considera "tradicional". En tradiciones próximas con la del Balsas medio, el danzón, el twist y otros géneros "modernos" se integraron sin, aparente, conflicto.
El problema con tratar de usar la categoría "Tradicional", como un opuesto excluyente de "Moderno", es que no sirve para entender los procesos complejos descritos. Incluso algunos portadores, gestores e investigadores estigmatizan lo "moderno" como algo que no puede/debe pertenecer a los contenidos de la tradición; con ello, la percepción del proceso social y cultural, que es dinámico, se vuelve "conservador" y estático. Ello lleva a buscar lo "auténtico", lo "original" en procesos que no son exclusivamente secuenciales (con un origen y un desarrollo), sino que se entreveran y cruzan, que es como ocurre frecuentemente en la cultura y la sociedad; pues así como no hay un lugar geográfico ni temporal donde "NACIÓ" el mariachi (que no es ni puede probarse en COCULA, Jalisco y no me hagan repartir sopapos), ni tampoco se podrá encontrar un origen geográfico o temporal para la vihuela, el guitarrón o el son, el gusto, el pasacalle, tampoco podremos saber si un grupo musical o un ejecutante es "más auténtico" que otro.
¿Donde radica la "autenticidad"? No lo es en el vestuario, pues los músicos del occidente se han vestido de acuerdo a las modas y han pasado del calzón de manta y sombrero de soyate, al traje de chinaco, al de charro, y al de vaquero de tejana, camisa a cuadros y pantalón de mezclilla (que se usa desde antes de la Guerra de intervención norteamericana y no es un invento de Levis). Tampoco lo es la dotación instrumental, las "guitarras grandes" desaparecieron y coexistieron con otras "modernas", llegaron las séptimas desde fines del siglo XVIII, se extendieron en el XIX, las sextas aparecieron en los años 30, se probó con flautas, clarinetes, trombones y cornetines antes que la trompeta, el acordeón llegó se fue y regresó con la canción norteña (que, como he dicho, en realidad es abajeña), y ahora con los mediadores electrónicos (micros, consolas de audio, mezcladoras, bocinas) cambia timbres y potencias sonoras, por tanto, amplía el número de escuchas presenciales. No puede ser, por nacionalidad, porque el mariachi, y los géneros musicales del occidente, se tocan por varias generaciones en Colombia, Chile, Venezuela, USA, algunas de más de 3 generaciones, y no sólo en el territorio Mexicano. Si nos ponemos puristas la tradición musical del occidente de México sólo la recrean y transmiten "mexicanos" a "mexicanos" en territorio "mexicano", por tanto lo que sucede en California, Oregon, Nevada y Washington no sería "tradicional" (para quienes usan la dicotomía "Tradicional"/"Moderno"), porque se "trasplanta", se traslada, reapropia y resignifica una tradición que llegó del Suroccidente de Michoacán, Colima y sur de Jalisco para realizarse en fiestas de norteamericanos cuyo origen familiar, muchas veces, ya no es de primera generación. Así que mi amigo Pedro Gómez, que toca en un mariachi en San Diego, que es nieto de don Miguel Ibarra y primo de Serafín Ibarra, !!¿¿¿no es un "músico tradicional" cuando toca gustos, jarabes y sones, algunos compuestos por su abuelo, en las fiestas familiares en Chicago o donde ande su familia?!!
Si queremos buscar lo "tradicional" en los repertorios, entonces cualquiera que ejecute un son es "músico tradicional", no importa si es un estudiante de secundaria, una concertista de orquesta sinfónica o un aficionado chileno al mariachi y profesional del mismo, tercera generación como Lohengrin Paredes.
Un problema del que ya hemos dado cuenta, es que al ENMT (Encuentro Nacional de Mariachis Tradicionales) acuden grupos de folcloristas (formado por estudiantes universitarios, músicos de peñas latinoamericanos, ejecutantes del son jarocho), escolares (cuya base son escuelas secundarias, bachilleratos, y grupos universitarios), mariachis "modernos" (que a mi me gusta llamarlos "populares" porque se basan en los modelos mediáticos, o mariachis de masas, como El Vargas) que se han destrompetizado y usan el traje de "caporal", lo que sea que eso signifique, y no el de "charro" para tocar, y sólo en contadas ocasiones acuden músicos campesinos o urbanos preservadores de una tradición. Todos, como bien señala Yuliana Ibarra, se (o nos) autodenominan "Tradicionales" para justificar su participación, tener "derecho" a las ventajas del ENMT (alimentación, hospedaje, escenarios) que permiten la interacción con sus similares y "conocer" otras formas de tocar, de repertorios, pero también de participar en las fiestas, hacer amigos, novi@s y mantener estas relaciones sociales. Admitir que NO SE ES tradicional, implica automáticamente ser "excluido"; por ello, nadie va a aceptar que no se es tradicional, sino un mariachi escolar, de folcloristas, destrompetizado o formado en los "talleres" que ya abundan (y no es esto una "crítica" que los "invalide" o busque "deslegitimizarlos", sólo es una CARACTERIZACIÓN con fines descriptivos).
Justo para sus "presentaciones" en los escenarios del ENMT, ya sea en templetes, o en los "JAM SESSIONS" transformadas en "FANDANGO MARIACHERO" (lo que sea que quiera significar esto), los grupos eligen un atuendo, una dotación instrumental, repertorios musicales que se usan como marcadores de "identidad" regional, procedencia y pertenencia; por ejemplo: un mariachi escolar usa atuendos "regionales" del ballet folclórico en el escenario, algunos evidentemente inventados otros no tan evidentes (como el caso de Colima, ya sé que algunos se sentirán "ofendidos", pero puedo mostrarles que la mayoría se constituyeron en los años 60 y en "contraposición" con la invención del de Jalisco, que fue un poco anterior, pero no mucho, "esos charros de Jalisco" son una invención moderna); los folcloristas utilizan las guayaberas echeverristas, retomadas por los del movimiento jarocho, y sombreros regionales mexicanos, pero también del Caribe, de nuevo, por influencia del movimiento jarocho.
Esos atuendos de escenario desaparecen, al calor de las cervezas en el "mariachi" (entendido como espacio festivo y por tanto, equivalente/excluyente de "Fandango") que se realiza en los salones del hotel, y a veces en otros lugares (el estacionamiento, el hall o recepción e incluso varias veces en las obras del metro en frente del hotel); ahí también se aminora el son, el jarabe y el gusto, pero aflora la cumbia, la canción ranchera, el bolero, el corrido perrón, las gorras, bermudas y chancletas, las cadenas de oro con metralletas, santas muertes y guadalupes, las minifaldas y los zapatos de tacón, y otros elementos "modernos" que evidencian la calidad de "representación escénica" que ocurre en los, "verbi gratia", escenarios y cierta estandarización en los procesos culturales contemporáneos, donde las industrias culturales rigen con mano de hierro; así que las modas en el vestir, en el cantar y tocar, e incluso en el "beber" (el whisky con agua mineral y bebidas energéticas, por ejemplo) se pueden apreciar en esos espacios de socialización donde se evidencia el dominio e imposición cultural de la industria y el Estado sobre las prácticas "tradicionales". La negociación no necesariamente se aprecia ahí, aunque existe, por ejemplo, al aparecer grupos indígenas en esos espacios que el Estado administra y que son excluidos por los asistentes autocatalogados como "tradicionales". Es cierto que hay folcloristas e investigadores que sacan el mezcal (o el aguardiente con nache), pero no es un beber "predominante" y justo sucede lo mismo que con los repertorios y el atuendo, son marcadores de identidad que identifican a los miembros del grupo y excluyen a otros; a los pretendidamente "auténticos" de los "poseers" o los "emuladores", en un juego de espejos donde los mariachis de folcloristas se sienten "auténticos" emulando a músicos campesinos, y los músicos campesinos se sienten "auténticos" emulando a los "mariachis de masas", y los mariachis populares se sienten auténticos tocando igual, pero sin trompeta, y todos sirviendo de estereotipos vivos para atraer turismo, fortalecer identidades promovidas por el Estado (Viva Jalisco ¡Sí señor! y de Cocula es el mariachi, de Tecalitlán los sones, de Tequila su mezcal.... y ya se la sa).
Lo malo de las etiquetas (Tradicional/Moderno) es que es fácil pegarlas, pero no necesariamente corresponden con los procesos sociales que suceden en el tiempo y que a veces son centenarios, pero a la par, modernos. Voy a poner otro ejemplo, entre los indígenas Jñatjo (mazahua) y Ñätho (otomíes) del Mazahuacan se bailan jarabes, sones, gustos, polkas y chotes (scotish, pues) sobre tablas en las bodas, tocan con violín, banjo (bancho, o bandolón, a decir de los viejos) que hace segundas al violín, con guitarra sexta, vihuela y guitarrón (porque el tololoche es difícil de transportar en las numerosas caminatas que se hacen). Algunas piezas significativas y antiguas como La Comadre y El Fogoncito, que son parte central del ritual al rededor del fogón, donde se enlaza la pareja, se tocan ya a ritmo de cumbia, y don Juan Allende (violinista lamentablemente difunto, casi a los 80 años), ya no recordaba como hacerlo sin el "saltito característico", tún...tun tun tun. Aquí tenemos una música que corresponde, casi, a la dotación actual del mariachi popular, salvo el banjo, que llegó a fines del siglo XIX con las orquestas de jazz y los trabajadores norteamericanos de las minas de la región (El Oro, Tlalpujahua, Angangueo, Trojes), su repertorio es casi exclusivo de jarabes, sones y gustos (algunos antiguos, por ejemplo El Pito Real, que se toca en la antigua Parroquia de Sinahua), pero las piezas importantes se volvieron "cumbia". No visten con manta, huaraches y gabán de lana de borrego, aunque los hacen para el turismo, sino su atuendo es de "vaqueros", pantalón de mezclilla, tejana blanca o negra, camisa a cuadros, chamarra de cuero y botines. Pertenecen a la región nuclear del mariachi (el occidente de México), pero ellos no se llamaría así mismos "mariachi", aunque toquen el repertorio, compartan la dotación, la forma de baile, el uso de la música en procesos musicales que coinciden con el occidente de México. Podrían participar el ENMT, como lo han hecho varias agrupaciones, algunas incluso "ganadoras" (en realidad acreedoras) a la presea Cirilo Marmolejo, ¿Por qué no lo han realizado? Pues a que la "promoción" del ENMT no es "nacional", está centrada en Jalisco y algunas áreas geográficas cercanas, algunas ciudades de E. U. y ya. Imaginemos que van al ENMT y tocan su guitarrón afinado como contrabajo, con dos cuerdas que vibran simpáticamente, pero no tienen función melódica (en realidad de bajo), con su "moderno" banjo que hace segundas al violín, y tocan El Fogoncito, pieza tradicional, a ritmo de cumbia. ¿Eso sería "Tradicional"? De entrada muchos dirían: "¡¡¡Eso no es mariachi!!!" Pero el desarrollo de sus fiestas, sus usos de la tabla, los repertorios compuestos de sones, gustos, jarabes y canciones rancheras son casi idénticos a lo que sucede en El Balsas y el Plan de Apatzingán, y mucho de ello podría escucharse en otros lugares del Occidente. Son un grupo de música tradicional del occidente, pero no mariachi, comparten repertorios musicales, instrumentación, formas de baile y usos sociales, podrían, si lo decidieran, identificarse como "mariachi", pero seguramente nunca les darían la "Cirilo Marmolejo", porque su identidad indígena no corresponde con el estereotipo estigmatizador del traje de manta, y además, tocando "cumbias".
Usar la palabra "tradicional" para tratar de respaldar la "autenticidad" de una práctica cultural es muy común entre los folcloristas, los investigadores y los promotores culturales, lamentablemente. Los gestores culturales, los promotores y los "investigadores" caen en el garlito constantemente (tres preseas Cirilo Marmolejo lo evidencian); pero que sea una estrategia social usada por los folcloristas, los promotores o los investigadores no quiere decir que sea "real", que sea "correcta", o que es "infalibe". El engaño se evidencia tarde o temprano, y por eso les insto a no usar el adjetivo "tradicional" como un término que valida algo: la práctica cultural (el repertorio, el vestuario, la dotación instrumental), la acción cultural (el taller, la formación de públicos o la iniciación artística), la identidad individual o colectiva (la trayectoria del individuo o el grupo, su pertenencia a una colectividad).
Entiendo que esta forma de validación es impuesta en primera instancia por el Estado, a través de la SCJ que organiza el ENMT y especifica que hay que ser "tradicional" y "mariachi" para participar, y entiendo que esto tiene que ver con el objetivo del ENMT que está ligado a la Declaratoria e Inscripción de la práctica ante la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; sin embargo, me parece que los preservadores de la práctica (ya sean "auténticos" "tradicionales", "folcloristas", "escolares", y "populares") debemos alejarnos de esa dicotomía planteada por un investigador vinculado al Estado (de nuevo, no es una calificación sino una caracterización; pues, yo soy un claro ejemplo de Investigador Orgánico, Althusser dixit) y usada por el propio Estado con un fin que NO es CULTURAL, sino de re-constitución de identidades para el mercado turístico. Ser o no "tradicional" es algo importante solo en el ENMT, en la vida cotidiana los mariaches son campesinos, vaqueros, veterinari@s, filósof@s, profesor@s de primaria hasta posgrado universitario, mariachis populares, profesores de música, músicos versátiles, músicos de atril y de "concierto", padres, madres; tocan repertorios compartidos en el occidente de México, pero también géneros modernos y antiguos, de México y del Mundo; votan a la derecha y a la izquierda; profesan una religión o son ateos "comecuras"; se visten como vaqueros, como oficinistas, como jipis mugrosos, como señoras de clase media, o con bermudas y huaraches, y nada de eso define o "predispone" su relación con la tradición del mariache, con sus músicas, danzas y bailes. No los hace más o menos "tradicionales", pero tampoco mas o menos "auténticos". No los valida como mejores o peores artistas; pero aún así, no es correcto que unos usurpen el lugar de los más desposeídos, y que siendo profesores universitarios, o médicos, digan que son "músicos tradicionales" porque tocan repertorios tradicionales, aunque su abuelo haya sido "músico campesino", pues la tradición no se hereda genéticamente, sino se lega socialmente y se acepta como "destino", si usted toca música tradicional ocasionalmente no es "músico tradicional", porque el destino es social, y no es exclusivo para "divertir borrachos", que también es una función social.
Es necesario recordarles que musicar (hacer artes tradicionales) en fandangos, mariachis, mitotes, murgas, con conjuntos de arpa grande, tamborita, de minuetes, con tambora, banjo y a veces "mariaches", es algo muy basto; que, además, el occidente de México, que es una "región política", no geográfica, tiene en sus 10 estados, al menos unas 25 regiones geoculturales en su seno: El Bajío, El Mazahuacán, La Sierra Gorda, La Meseta Tarasca, Los Balcones, Las Tierras calientes, del Balsas medio, la antigua parroquia de Sinahua y El Plan, la Sierra Madre del Sur, La Costa Náhuatl, Los Motines y la Costa Grande, El Llano Grande, La Sierra del Tigre, La Ciénega de Chapala, Los Altos de Jalisco y Zacatecas, Las Cañadas, Las Sierras de Manantlán y Amula, La Bahía de Banderas, Los Valles de Tepic, El Nayar, El sur de Sinaloa, y ahí quedan volando varias más que pueden ser incluidas si buscamos relaciones en las prácticas musicales. Todas comparten regionalmente dotaciones instrumentales, sistemas alimentarios, géneros musicales, formas bailables y dancísticas, formas poéticas y estróficas, cultos devocionales y fiestas, con variantes que aproximan a unas con otras y que podemos "definir" de manera amplia y laxa como "tierra del mariache", o "área nuclear", como les gusta llamarla a Jesús Jáuregui y a Arturo Chamorro, yo me siento cada vez más tentado a pensar que si bien esto es útil para la gestión y administración de la cultura, los Encuentros y Festivales, sobre todo los de carácter "nacional", no lo es para la investigación y hay que alentar los estudios de carácter local y "subregional", más centrados en los parámetros geográficos de carácter fisiográfico que determinan los nichos ecológicos, las vocaciones productivas, el tipo de poblamiento, de etnicidad y las relaciones interétnicas que se articulan en las prácticas culturales, algunas de las cuales son las artes tradicionales, que pueden o no conformar identidades sociales "regionales".
Así que aceptemos que somos "aficionados" y declarémonos músic@s folcloristas, escolares, populares, que también son prácticas culturales con tradición; pues al final, "por la boca muere el pez", y como "quien mucho habla, mucho yerra", aquí le dejo.
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