martes, 27 de febrero de 2024

Una crónica desfandangada del ENMT 2023

 

Estimad@s, se ha vuelto una costumbre la crónica del Encuentro; me agrada que cada vez más personas, de diferentes generaciones, dejen por escrito sus experiencias, pues entre tod@s referimos la complejidad de los procesos que vivimos. Unos se centrarán más en el fandango, o en el escenario, en el coloquio o en los encuentros, pero sólo el conjunto de visiones nos aproxima a una realidad múltiple.
Esta es mi versión, muy incompleta porque las circunstancias nos colocaron en hoteles distintos y la interacción fue casi nula, ello perjudica al encuentro, en el sentido amplio, pues separa a los "investigador@s" de las acciones que músic@s y bailadorqs, gestor@s, y favorece la idea de que quienes realizamos, entre otras tareas, la de escribir sobre las tradiciones artísticas del occidente, nos "aislamos" y desde nuestra torre de marfil (el hotel en case la chingada) desdeñamos rozarnos con el resto de participantes. Entiendo que hubo desorganización porque, supongo, las partidas presupuestales fueron menores (es el año de Hidalgo para Alfaro y el MC en Jalisco), se separaron tareas y las partidas, lo que terminó dividiendo a los asistentes. Algunos podrán decir que existen los taxis, los ubers, didi y demás medios, pero nuestro hotel estaba a más de una hora, y tras terminar de cenar, bañarse, el ánimo para un joven cincuentón (o varios jajja) tomar 3 horas para ir y venir, cada día; algunos 10 ó 15 años menores se aventuraron, no sé como les fue, pero yo, con un par de desveladas, sigo durmiendo horas extras esta semana.
La lejanía tampoco nos permitió ir a las plazas y observar a los grupos, platicar con los jóvenes, percatarnos en las charlas informales ¿qué piensa de la organización? ¿De l@s artistas campesin@s que participaron? Tampoco pudimos charlar con los gestores culturales que organizan y concretan las actividades, ver las sesiones de grabación, o las bromas, comentarios y expresiones entre las y los asistentes durante las comidas, antes de subir al escenario, o lo que la audiencia dice.
No pudimos escuchar al "sonido" y corroborar que "siempre es malo", ni ver las dinámicas frente a los micrófonos que l@s artistas campesinos tienen, de extrañamiento, diversión o disgusto. No escuchamos las narrativas de los locutores que conducen el programa, ni charlas con los al final, recipientarios de las preseas. En particular con los chicos del mariachi 11 pueblos, preguntar por Carlos Escalera (y sus problemas económicos); como también me hubiera gustado ver la reacción de don Félix Feliciano Rayo, tamborero del centenario Conjunto Ajuchitlán cuando, seguro el Dr. Galileo Cambron Figueroa, le comunicó la noticia, de que recibió "El galardon mariachi".
Alguna vez dije que yo iba al ENMT a los fandangos, más que al Coloquio, pero ahora tuve que ir al Coloquio y no escuchar nada más. Siempre hago anotaciones, no sólo de lo que el ponente dice o propone, sino de lo que pienso yo que se puede desarrollar, de lo que critican (en lo que me concierne) y de lo que debo hacer en el futuro; esta vez las anotaciones me implican mucho, algunas veladas otras "directas" en un "estilo" que me parece más de lavadero de barrio que de academia. Se me acusó de plagiario, o cuando menos de "mal hecho" en mis escritos, justo en la parte del "aparato crítico"; de "descubrir" el "hilo negro" con propuestas que se hicieron por sabios antropólogos 100 años antes y que no conozco porque no "leo teoría"; del otro lado me dijeron que, paradógicamente, no uso "un lenguaje de comunicación" provinciano y ranchero, como el totem Luis González y González; que no hago etnografía porque no hay "reglas en el fandango"; que no realizo bien el "estado de la cuestión" y que por eso dejo fuera información que debo citar y cuando lo hago, no los cito, por eso me "robo" datos, me autoplagio e incluso no reviso lo que escribo; que no expongo ni mi teoría ni mi metodología (Hall, 2003; Van Dijk, 2001); que no sé música y que no he leído lo básico de la antropología; que no soy "marxista" y que no sé: ¿Cual es la quinta disminuida de La menor?
Nomás faltó decir que ronco mucho, no pongo mis veinte varos en la ronda de las chelas, me "chilla la ardilla", me "huele la boca", y que como estoy muy chaparro y panzón parezco mariachi, aunque sea de los de barro de Tonalá.
Bueno, podría irme paso por paso "desmintiendo", aclarando y mostrando mi lealtad a plastiMarx (no en la teoría, sino en la praxis revolucionaria, camaradas), pero me da mucha güeva reiterar mi apoyo a la 4a Declaración de la Selva Lacandona y gritar: Zapata vive, la lucha sigue.
Lo que diría es que el Coloquio fue divertido, hubo agarrones de las greñas, indirectas muy directas, resentimientos por entrar al corral "ajeno", por "inventar tradiciones" (el que esté libre de pecado que aviente el primer jarabe brincoteado), equívocos y casos para la anécdota.
Me quedo con que por primera vez se cuestionaron teorías sobre el mariachi/e, que se nos olvida que son hipotéticas, y que ahora, con muchos más datos de diversas regiones del occidente político de México, quedan más que endebles. Se mostró que el cruce entre lo "tradicional" y lo "popular" es común, desde que inició el mariachi de masas o mediático y que las dicotomías estructuralistas no aclaran nada, sino que son cajones de botones donde colocamos por colores y tamaños; pero tampoco hubo propuestas desde las teorías "posmodernas" a la triada mariachera jareguiana de: tradicional/moderno y en transición, por lo que habrá que organizar discusiones sobre el particular.
Las participaciones de l@s jóvenes investigadoras/es estuvieron muy interesantes, aunque se les notó el pegoste de "teorías" no leídas; pero las experiencias valen oro. Sin querer diferenciar a mis pollites, Salvador Madrigal Avilés, fue valiente dando un testimonio bien estructurado (aunque tuvo su momento de nerviosismo, comprensible) y una petición, más que una propuesta, para que el fandango se vuelva incluyente y un espacio seguro para niñas, niños, niñes y jóvenes, independiente de su orientación, preferencias o identidad de género. Leslie Gutiérrez Avilés visibilizó la discriminación y "minimización" (en su sentipensar) que se hace de las jóvenes ejecutantes de las músicas de tradición oral en la Tierra Caliente, puso ejemplos del mansplaining, o mansplaying, y esa "niña" callada resultó tener una voz potente. A Diana Karina Pérez Gómez no la alcancé a escuchar, pero veo que gana en seguridad al exponer y es ya una jóven líder. Me sorprendió gratamente Erick Bryan Martinez Arteaga, aunque yo creo que le falta una conclusión a lo que presentó y un rastreo que ligue/o desvincule al guachapeo (de Los Balcones) y el "chicoteado" norteño, pero bueno, por algo se empieza. Don Gilberto Enciso realizó una serie de entrevistas para documentar la vida de don Rafael Arredondo, que ahora que vió la presentación de Ignacio Maldonado y de Carlos Flores Claudio, podrá nutrirla de reflexión, porque se expuso muy bien la vida de un músico que transita "pendularmente" (concepto acuñado por Flores, 2023) entre el mariachi rural, el de masas y el tradicional a lo largo de su vida.
Los pollos con espolón José Ignacio Maldonado Cerano, "Nachito", Ulises Salazar Rosales y Carlos Flores Claudio, me sorprendieron, buenas presentaciones, análisis de teoría, bien citada, propuesta metodológica desarrollada con información de campo y de archivo, reflexiones sin divagar, concretas y con propuesta; ya hasta me dan ganas de robarlas y hacer un libro, al fin "una raya más al tigre". Ulises regalando su primera publicación, al fin que PACMYC paga. El guajolote se pavonea porque ... tu si tienes de qué presumir....
Hubo mucho que se puso interesante, búsquedas de archivo y etnográficas, "fuentes nuevas", exploraciones "metodológicas" para definir el "estilo", un músico indígena que transita entre mundos y sistemas musicales, regresar al significado de mariachi/e pero con otras acepciones y lugares de enunciación, una etnografía titubeante sobre producción musical y narcotráfico; pero también lo trillado, "De Cocula es el mariachi", un linaje familiar que vincula localidad y vocación ocupacional, "Yo la tengo más grande", etc.
Los interesantes círculos de reflexión en cuartos fríos y chelas calientes; la mínima participación femenina en el Coloquio, y las expresiones machistas fuera de lugar que no la alientan; comentarios en círculos (donde se habla del que no está presente). Los planes para conquistar al mundo... del mariachi/e, las críticas a las vacas sagradas, lo que sí vamos a hacer... pedos y ronquidos.
20 tantos años de Encuentros, más de 10 de coloquios y apenas estamos (o yo, que soy lento de aprendizaje) entendiendo que hay que separar el mariachi como objeto de investigación, del que es objeto de política publica y de contenido de iniciación artística. El haber ido como: promotor cultural, luego como "investigador" y "músico" me confundió; pensé que podía discriminar los contextos y ponerme y quitarme las "camisetas", pero no podía hacerlo con los marcos normativos en la cabeza (la gorra era la misma). Este coloquio sin encuentro me permitió pensar que la confusión mía es también compartida y lo veo cuando se pide que el/los/las investigador@s definan "de una vez" ¿Qué es el mariachi, cuál es el "tradicional" y cuál el "moderno"? Me doy cuenta de que siguen atrapados en una dicotomía que sólo está en la cabeza del Dr. Jáuregui, que fue útil para las investigaciones iniciales y que mucha de la política pública después de la Declaratoria de la UNESCO se ha basado en ella; pero entre más estiramos su concepto para tareas que no entran en su definición, ni en los objetivos para los que fue creado, más errores cometemos. Es momento de dejar atrás el concepto, no sin antes, como sucedió en los años 70 y 80 cuando surgió toda la crítica posestructuralista a las taxonomías, proponer modelos nuevos (rizomáticos, sistémicos, etc.) para entender a las artes tradicionales performativas de origen campesino y transmisión oral de las diversas regiones del Occidente de México y sus bilocalidades o translocalidades en E. U., Canadá y A. L.
Ya se vislubra una "fusión de horizontes" (Gadamer, 2006 [1960]) que aproximen la comprensión e interpretación de estos símbolos que crean la semiosfera del mariachi (Lotman, I, 1996), el año que entra, si no pasa nada, propondremos un trabajo en red colaborativa que permita hacer la crítica y luego una propuesta de investigación que ponga atención a la diferencia, la negociación, el poder, el contexto de enunciación y la construcción social de la mirada del investigador.... pero mientras, nos vemos en la Semana de la Música Tradicional....¡Ah que la canción ranchera!... vamos platicando de un tópico enlazado

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