martes, 27 de febrero de 2024

Crónica de un fandango anunciado....

En el 2001 fuimos por primera vez al Sotavento, pasamos por los poblano-terracalenteños y con David llegamos a Tlacotalpan, a la fiesta de la Candelaria. No pudimos ni siquiera ver lo que sucedía en el "Encuentro", en la plaza Santa Marta y nos fuimos con los "disidentes" a San Miguel, donde los "jóvenes" Cojolites? y los jarochilangos organizaron su propio "encuentro". A David lo bajaron cada vez que intentó bailar y, aunque sacamos nuestros chacapes, nos mandaron a dormir temprano. Crudos y con unas botellas de jugo de piña regresamos, entre satisfechos, enojados, asombrados y desilusionados....El "Encuentro" era efectivamente sólo para los del Sotavento.

Los años pasaron, regresamos con otras condiciones a la región, conocimos a valiosas personas a las que emulamos en nuestro afán de fortalecer las artes tradicionales en nuestros espacios regionales. Luego el encuentro se dio en nuestros territorios, les dimos su espacio, los invitamos y toleramos, y algunas veces, hay que decirlos, los corrimos. No porque no "nos guste el son jarocho", creo que me falta una tercera y un arpa jarocha para tener completa la colección; se trata de generar espacios para las músicas nuestras, que no siempre tienen, y donde llegan los "jaraneros" a tocar los tres sones que saben, a vertir los versos memorizados de libros y manuales, pensando que con éso "rescatan" la música mexicana (o jarocha), desde una fiesta en Morelia!!!???. Nos cansamos de exponer motivos, de decirles, está bien, toca la música que te gusta en tu casa, pero no en los espacios urbanos que queremos construir para el fandango terracalenteño... el resultado fue la "incomprensión" y la estigmatización de "intolerancia".
Cada vez que vemos a nuestros amigos que inician, queriendo tocar huasteco en el violín o jarocho en el arpa hay que parar para decirles: ¿Sabes cuántos "jarochos" o "huastecos" tocan música de tu región? ¿Cuántos saben cómo ensamblar un jarabe? Nunca los dejamos convencidos, siempre creen que no me gusta la música huasteca, a mi que tengo dos jaranas, una quinta, un trío de rabel, arpa y cartonal y hasta un trío de "juguete" de Mapethe en Cardonal Hidalgo. No es éso, se trata de que conozcan la riqueza de lo suyo y luego, si quieren hacer la 15 Huasteca en Tacámbaro, adelante.
En donde predomina el mariachi les mostramos el estilo de Zicuirán, para que vean que no todo es "El Gavilancillo" o "Mujeres divinas". En Zicuirán les hablamos del jarabe, que llegó hasta sus fronteras y se bailaba en sus fiestas.
Aunque en los Campamentos de Verano empezamos por El Pollo, y el "méxico, méxico, doce doce doce", tratamos de mostrarles otros mánicos, otras afinaciones, en cuanto conocen lo básico.
La DIVERSIDAD de nuestras músicas es basta y me consta que en otros espacios se lucha contra las estadarizaciones y los modos nuevos, cada quien en su trinchera.
Aunque ya estuvimos en "San Román", en la casa de Gloria, intercambiando música, a mí no me había tocado el "fandango" en la plaza. Este año coincidió con la presencia de Los Plateados y del Mariachi Los Pitayeros. Así que en el "floreo de la tarima", espacio para los versadores, un momento de consagración del espacio del fandango como sagrado y dar pie al inicio del ritual; se colocó en la punta Saya y con habilidad salmodió la valona para Chanita. Es probable que los asistentes no entendieran lo trascendental del momento, una discípula joven maestra: alentada en la improvisación por Ana Zarina Palafox Méndez, en el ejemplo de humildad deslumbrante por doña Crescenciana Borrja, multiinstrumentista de El Chocolate, municipio de Turicato.
Urgidos por su servidor, que ya veía que se "acomodaban" las huestes del Golfo (los huastecos se tomaron 20 minutos de mi vida trovando agradecimientos), con ésa velocidad que caracteriza al occidente nos aventamos un jarabe con contra jarabe de gusto apanzinganeño. Yo volteaba a ver a los Guadalajareños (que tapatíos somos los del Bajìo) para que estuvieran atentos, Gerardo Guardado me veìa con cara de no sé que pasa y David con Andres León Negrete se ponían de acuerdo....Gritos para que bailara Ray con Pamela Sandoval, abajo y arriba, que no es igual, en la tabla junto a la tarima..... Fuimos rápidos, como bofetadas y dimos paso a un Toro rabón tixtleco con sus coplas en nàhuatl, que duró 20 minutos (o así me parecieron), pero que permitieron afinarse en nuestro tono a los comandados por Fernando Guadarrama, o cuando menos cerca y tomar ahora si las riendas de la rueda del fandango....Como ya los conozco, me dije: - Aquí cerramos otro ciclo, tocamos nuestros géneros menos conocidos, pero emparentados; cuando los huastecos tocaban su gusto, la línea melódica era la del Gusto Corriente nuestro, sólo que David no quiso tocarlo porque "no se sabía versos viejos".... Era el momento de reactivar la tradición, pero pudo más la preservación que la innovación.
Le encargué el arpa a Gilberto Enciso y a Ray LJ, como dice Rafael Figueroa: -Ahí les encargo la tradición, cuídenmela... y me fuí platicar con los "viejitos" que tampoco van a "mandar" en el fandango, sobre el asunto de las drogas, sobre todo las metanfetaminas, que es algo que corroe a nuestro país. Luego a tomar café. Vi como iban y venían al baño. Ya no recuerdo de qué platicamos, como a la una de la mañana nos hicimos con David la chanequeseñal y nos despedimos, regresé por mi arpa y me enteré de varias situaciones, del regaño de don Félix Baxin por la rapidez del son y el encadenamiento del verso; la descomposición del orden porque todos quieren tocar y muy pocos escuchar, lo que llevó al Mariachi Los Pitayeros a ser espectadores y sólo al final mostrar algo de su tradición. Algunos huastecos tomaron muy rápido y perdieron la "compostura", nosotros nos perdimos dándole un raid a Josué Pizar Trejo a la central, en el trayecto me emborraché tomando mezcal de Tixtla curado con nanche y me puse hablador....
Disfruté la velada, platiqué sobre mis identidades étnicas y artísticas que se corresponden en mucho, vi tradiciones vivas y fuertes, pero a nosotros nos falta la palabra "bonita", parafraseando a uno de los niños de Los Laguneros de Tixtla. La palabra fue acotada y debilitada por la grabación fonográfica para su comercialización y por el papel que estas tuvieron en la conformación de los "bailables" escolares que conformaron nuestras identidades nacionales. En muchas ocasiones la música del occidente se toca sin alterar ni el orden de los versos; pero cada vez las evidencias etnográficas nos muestran que no es así. Hay que recuperar no sólo la composición escrita y enunciada, sobre todo en la valona, mas en el repentismo en las coplas de los sones y gustos.
Los acontecimientos recientes que hicieron cancelar las celebraciones del grito en Tepalcatepec y Buena Vista, no pararán nuestras estrategias para hacer el primer Coloquio Nacional sobre La Valona en la región; sólo es cuestión de esperar. En cambio, es el momento de fortalecer la palabra entre quienes tocamos estas músicas, no "componiendo", sino "actualizando" el contenido temático y verbal. Ojalá cada vez menos escuche la copla sabida en los espacios donde suenan nuestras artes performativas.
Me gustó ver los avances, los Sotaventinos tienen ya una licenciatura en "laudería tradicional", pero nosotros tenemos los libros, la investigación y el método. Incluso potenciales profesores para intercambiar.
Me encantó la presencia de las lenguas indígenas en estas músicas y me encantaría que se abrieran espacios para que dialogaran entre ellos y con nosotros. Por lo pronto, alentar al uso en los espacios rituales del jñatjo donde suena la música y en las fiestas familiares con canciones en el idioma.
Me parece que necesitamos apoyar con lo que sabemos hacer "mejor", como la recuperación de repertorios mediante la etnografía y la historia locales, a los espacios regionales que todavía no desarrollan la "especialización" en esto; pues entre mas nos alejemos de las estereotipaciones construidas por el Estado a través de la escuela y sus agentes, los maestros, estaremos más ciertos los contenidos, pero también de los procesos de cambio.
Lo anterior me remite a cuestiones que pueden ser cuestionables para algunos, pero que yo tengo algo reflexionadas: el dejar de usar "indumentarias" creadas por los profesores de danza para los bailables escolares; vestirse más "normal" o de acuerdo a la región, usualmente se mantiene la identidad en alguna prenda o accesorio, como el sombrero, la cuera, el güicho, el paliacate. Dejar de lado los micrófonos que ahora aparecen continuamente, lo cual evita que se escuche la música como "es" y los "errores" se potencien, además le da a la audiencia el pretexto para platicar en voz alta y desatender lo que pasa a su alrededor
Hay que reflexionar mas sobre ¿cuánto ayuda el escenario a la tradición? ¿Qué restricciones y qué concesiones darle o permitirle? ¿En que momento un niño, o joven iniciado en los talleres, debe o no subirse a un escenario? Aclaro que conozco de primera mano como el Estado utiliza al escenario como una evidencia de política pública cultural; entre más asistencia de personas a una presentación pública, pareciera que las acciones de política cultural son más "efectivas" y por ello sus recursos son destinados en donde consideran la "inversión" es más productiva. A veces las concesiones son tantas que terminan desviando la atención de lo importante.
El tema de las drogas no puede quedar fuera, pues el alcohol es habitual en el fandango; David Durán a propuesto el "baile de tabla" como su alternativa abstemia. El debate no sólo implica la cuestión moral, de los derechos del individuo y su cuerpo, sino del tipo de sustancias de que se trata (algunas altamente adictivas) y del papel que tienen los miembros de los grupos delictivos en la vida social y festiva de las localidades. El control de la región se quiere total por parte de éste tipo de organizaciones y ello implica las acciones de política cultural emprendidas tanto por el Estado como por las ONG's: no pueden coptar conciencias entre personas actuantes y reflexivas.
La última tiene que ver con ¿Cómo alentamos la participación de jóvenes en la investigación? Desde la simple recopilación de repertorios hasta la sistematización y la comparación con otras tradiciones nacionales y extranjeras. En el caso del son jarocho aparecen continuamente tesis de grado y posgrado sobre el mismo, o los fenómenos que concurren en él; al año hay cuando menos una o varias publicaciones, pero no sucede lo mismo en algunas tradiciones......
La música del fandango acabó, pero sus ecos resuenan en mí.... en nosotros... en aquellos que creemos que en algún momento el "fandango multiregión" puede ser equilibrado y un espacio para el diálogo entre iguales....mientras hay que seguir picando piedra porque seguimos atrás, pero ya veo los números de los de la delantera y creo que podemos emparejar el paso.....
Gracias a los Soneros de Huilango, Gloria Trujano Cuéllar y Jorge Luis Cruz Hernández porque son nuestra piedra de toque...antìpodas pero muy cercanos

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