martes, 27 de febrero de 2024

Tradición no siempre es destino y siempre gestión o promoción de la cultura


Les comparto esta reflexión sobre destino y tradición, publicada inicialmente como "carta de presentación" ante los asistentes al ENMT, muchos de ellos autodenominados "mariaches tradicionales". El ánimo no es "excluir", "estigmatizar", o "invalidar acciones", sólo señala procesos y se hace para recuperar el valor que tiene la noción de "folclorista", no sólo como "investigador del folclor", sino como practicante del mismo. Me parece que el valor negativo que se le da a lo adjetivado como "folclórico", en México, se debe a varios procesos coincidentes, el primera es el éxito de Amalia Hernández y las críticas que hicieron sus competidores en la danza escénica mexicana (que representa en escenarios las prácticas coreográficas de carácter popular y tradicional), muchos de ellos se "autodenominaron" como "investigadores" y crearon compañías de ballet (de baile en castizo), escuelas y programas escénicos que pretendía distanciarse de la "estilización" atribuída a las creaciones de Amalia. En el ámbito internacional pasó un proceso similar y paralelo, y dado los problemas de definición de campo que tenía el "folclor", como disciplina de investigación, acosada por antropólogos culturales, investigadores de la literatura oral, de la sociólogos de la cultura y hasta historiadores, se prefirió sustituirlo por término que resultó igual de problemático, que fue el de "tradicional", asociado con la idea de "autenticidad" y como "opuesto" a "folclórico". Así que ahora no hay nadie que diga que es folclorista, o que realiza folclor, sino todos son "tradicionales", lo que sea que entienda por ese nuevo adjetivo.
Un proceso similar sucede con la gestión y la promoción de la cultura, aunque de manera general se les ve como procesos coincidentes que tienen funciones diferenciadas, gestión como administración, en el ámbito de los "recursos" (humanos, económicos, etc.) y promoción como difusión, en el ámbito de la comunicación (formación de públicos, atracción de interesados a talleres, etc.). Yo los empleo para caracterizar a quienes realizan estas actividades dentro de instituciones (sean del Estado o de otras entidades, como la Iglesia) y quienes las hacen de manera independiente (organizada en A. C. y otras ONG, o de manera no formal).



Hola


Soy Jorge Amós, tal vez algunos me recuerden porque ando junto con David Durán, un promotor de las Artes Tradicionales de la Tierra Caliente, en algunos ENMT. Les escribo porque hace algunos días han surgido algunos ires y venires en éste medio y me parece que mucho de lo que hay es, de nuevo, una confusión entre qué es un músico/grupo folclorista, quien puede ser considerado "músico tradicional" y quien es un gestor cultural. Me parece que debo intervenir, de nuevo sin que me inviten, para aclarar, desde mi perspectiva (pero compartida con algunos otros) para dejar algunas bases a los amigos que realizan actividades culturales desde el Occidente del País, la región del mariache y del mariachi, para que las discusiones vayan teniendo una base de términos, si bien no concensados, que puedan invitar al acuerdo.
Hemos varios, no sólo yo, gastado tinta y saliva, para que de una vez (que nunca es una) quede claro que: tocar un repertorio tradicional, NO TE HACE MÚSICO (artista) TRADICIONAL, tampoco ser miembro de una familia de músicos tradicionales te HACE, de pedigrí: "MÚSICO TRADICIONAL"; lo que otorga la "tradición" es una elección entre el "DESTINO" (siempre de elección personal) y el "GUSTO" (de afición y manejo mas o menos hábil de los contenidos/repertorios de la tradición), quiero dejar un paréntesis, porque hay muchos metiches que luego toman mis palabras y las tergiversan, Gusto/Destino son dos conceptos profundos en las músicas tradicionales, pero yo sólo hablaré desde el occidente de México que incluye a varias tradiciones indígenas y mestizas, pero que no les voy a explicar ampliamente. La disgresión es para aclararle a muchos músicos folcloristas (que, en espacios ajenos a la tradición, "recrean" con más o menos habilidad los contenidos/repertorios de la misma) que si te pones un sombrero de Tlapehuala/Sahuayo/San Felipe del Rincón o de San Juan De Dios y tocas El Xúchil, no eres "músico tradicional", la tradicionalidad está imbricada por la participación en la consolidación de los lazos comunitarios, de tal suerte que Los Originarios del Plan, tocando con bajo eléctrico en Red Wood City California son más tradicionales que:....(pongan aquí el mariachi folclorista de su preferencia) yo voy a poner Los Chaneques, porque son amigos; regresemos....porque permiten mantener una identidad social (ni siquiera nos pongamos románticos, "MEXICANA" que es algo inasible y enteléquico) sino bilocal: de Pihuamo, Coalcomán, Aquila, California, Oregon, Washington, o neo californiana (pa' que no se me enojen don Álvaro y don Jesús) en un contexto de discriminación y racismo allá y acá. Algunos podrán decir que los "mariachis AUTODENOMINADOS tradicionales" (como me encanta, el concepto de Yuliana Guadalupe Ibarra) también fortalecen identidades, redes sociales y de solidaridad (en Guadalajara, Morelia, o Tepa) pero en ése caso habrá que aclarar que, en el primer ejemplo, se trata de identidades sociales ligadas a una región geocultural e histórica, y en el otro a grupos sociales más restringidos (que no caracterizaré, pues ya los hizo Y. G. Ibarra). Al Encuentro Nacional de Mariachis Tradicionales concurren grupos que ya hemos caracterizado más de una vez: folcloristas de diferentes lugares del Occidente y la CDMX, mariachis "modernos" sin trompeta, mariachis de "investigadores", mariachis de promotores que usualmente incluyen a algún músico tradicional (o varios), mariachis de ballet folclórico (los que usualmente acompañan las presentaciones del ballet que suelen ejecutar algunas piezas de cada región que monta el conjunto de baile), y muy ocasionalmente, mariaches o grupos de música no autodenominados mariache pero si tradicionales; si revisan mis publicaciones, esto lo repito, cuando menos desde 2005, pues en 2003 fue la primera vez que concurrí de colado y metiche al ENMT. Aquí empezaron los desencuentros porque nos dimos cuenta de "acuerdos" no escritos que se observan en los resultados del OTORGAMIENTO, ......que no CONCURSO.... de la presea Cirilo Marmolejo, y es que cada año se le otorgue a un grupo de un estado del área nuclear (o ampliada, definida por Jáuregui/Chamorro) para el mariache tradicional, lo cual deja en predicamento a los "jurados" (que muchas veces repiten) para valorar quienes son acreedores al galardon; aunque algunos románticos folcloristas quisiéramos que fueran puros viejitos, lo cierto es que los músicos que usualmente son invitados, junto con los investigadores sociales de la música tradicional, también valoran la "calidad musical" (lo que ellos en ése momento entienden) y en mucho su ASPECTO; por ello, lamentablemente, muchos grupos, como SENECTUD de Arteaga [luego premiados], o Los Costeños de Coahuayutla, nunca aparecieron considerados, porque interpretan géneros desconocidos para el jurado, no viste ni traje de caporal ni guayaberas de manta china, sino de rancheros de la Sierra Madre del Sur, y muchas veces, ni "afinados" estaban. En 2007 se reconoció, para mí, sólo para mí, lo aclaro, EL MEJOR ARPERO del Occidente de México, pero ya habían ido con su grupo en otras ocasiones y habían pasando desapercibidos porque el acuerdo era / es no repetir la presea e ir "equilibrando", lo cual a veces genera incongruencias y malestar, como cuando Los Cocoteros "ganaron" la presea en 2009 y eran chicos salidos de secundaria, y, desde mi perspectiva, sin razón alguna ni méritos para ganar; aparecieron algunas quejas y nada más. Desde entonces muchos mariachis de folcloristas "CREEN" que pueden/deben "ganar" la presea, y le ponen énfasis a muchos aspectos que suponen "dignos" de ser considerados: el vestuario, el acompañamiento de parejas de bailarines de ballet foclórico con faldas de colores chillantes, la incorporación de un instrumento en desuso (aunque sin criterios claros de su incorporación), la interpretación de repertorios de regiones desconocidas, pensando que al hacer algo "novedoso" que en el discurso apela a la tradición, los hace "MAS TRADICIONALES".
Aquí haré un alto para hablar de las diferencias entre "promotores" y "gestores". Una dicotomía analítica que he construido para aclarar cómo se involucran en el campo de la cultura local personas que, como en el caso de los artistas, realizan acciones que son difíciles de encasillar y que algunos, van de la promoción a la gestión y viceversa, alternando sus acciones. Lo hago para tratar de explicar porqué algunos gestores "suponen" que son promotores y consideran a sus mariachis de folcloristas (que en realidad son de gestores) cómo tradicionales. Algunos "directores" de grupos de folcloristas promocionan a su mariachi como "tradicional" porque incluye a niños y jóvenes formados en "talleres" que imparten con mas o menos apoyos de instituciones dedicadas a la atención de políticas culturales (casas de cultura, secretarías o institutos de cultura y toda aquella dependencia burocrática que lleve en su nombre la palabra "cultura"), Asociaciones Civiles y "Fundaciones" privadas con fines de lucro disfrazadas de "beneficencia". La gestión y la promoción de la cultura se diferencias sustanciales que inician en la forma en que se financian las prácticas culturales manejadas y llegan hasta los fines por los cuales se realizan tales acciones. Digamos que hay un abanico cuyos extremos son: la cultura es un "patrimonio" público y común, de cuya gestión/administración/manejo se encargan los órdenes de gobierno, quienes contratan a "gestores" para tal trabajo y los ponen a administrar dineros, recursos humanos y programas con un fin que, usualmente, no definen los depositarios de la práctica cultural, es raro que se les consulte para la elaboración de políticas públicas sobre cultura y menos sobre recursos o presupuestos destinados a implementarlas; por ello, el gestor es el "burócrata" cultural que con distinta habilidad, conocimiento y tino maneja los rumbos de la política cultural desde los niveles locales (casas de la cultura) hasta los federales (secretarías, institutos y departamentos) vinculados con "la Cultura". El promotor es casi siempre un interesado en la cultura (de cualquier tipo) que de manera "independiente" del Estado (pero no necesariamente de grupos empresariales, políticos y a veces "culturales") implementa acciones para el desarrollo cultural de diversa escala: desde un grupo artístico hasta, cuando se tiene el poder económico, una práctica cultural considerada importante para los grupos que representa; la promoción puede ser de pequeño alcance, cuando la realiza un individuo en un espacio local (David Durán y su tabla) o bien puede ser de grandes vuelos, como cuando la crea un patronato de una fundación con alcance nacional (las orquestas "Esperanza Azteca" son un buen ejemplo). Si ven con detenimiento, podríamos decir, esquemáticamente, que la "gestión" la realiza el Estado y la "promoción" la Sociedad Civil más o menos organizada. Usualmente gestores y promotores se miran con recelo, considerando que las acciones que los "otros" implementan en torno a la cultura son "erróneas" y "sin sentido", lo cual genera conflictos de interés que se refleja en manifestaciones de desacuerdo que van del "periodicazo" a la toma de instalaciones, lo que desemboca, a veces en un viraje pequeño en el rumbo que las instituciones de política cultural del Estado realizan en ése momento.
La gestión cultural apenas se ha ido profesionalizando (la U A de Coahuila y la U de G tienen licenciaturas y maestrías en línea, enfocada a los miembros de la burocracia cultural), pues la mayoría de los burócratas, en el campo de la cultura, son "aficionados o profesionales" (con una práctica cultural) que poco saben de administración y gestión de la cultura. Los promotores culturales tampoco tienen una profesionalización de sus acciones, desde los que realizan la práctica en el nivel local, hasta los grandes directores de fundaciones "culturales" a veces vinculados con la iniciativa privada. Esto genera un problema en los diseños, implementaciones, evaluaciones y reelaboración de las políticas culturales públicas y privadas; pero que en general no es "sabida" o no representa un "problema", por ignorancia, para las instancias financiadoras (el Estado, las Fundaciones Privadas, las Asociaciones Civiles).
Entre los mariachis que participan en el ENMT hay muchos que se conforman por Gestores o Promotores del patrimonio musical del occidente. Muy pocos están conscientes del papel que juegan y de las metas a mediano y largo plazo al participar (la mayoría lo toma como un espacio para que los niños y jóvenes talleristas tengan un "público" y un "escenario" que les permita "medir" su avance y los motive a continuar, emulando a los grupos de participantes que tienen un mejor "desempeño" (escénico, de repertorio, de técnica, etc.) y, contadas veces, para que "conozcan" y entren en contacto con los "músicos tradicionales" que asisten, y con ello tengan referentes del "PASADO" y "ORIGEN" del mariachi (no voy a ahondar en la argumentación sostenida por las vacas sagradas y compartida por mí, de que el mariachi "tradicional" y el mariachi "moderno" son Contemporáneos, y no uno uno precedente del otro.
Usualmente el PROMOTOR o GESTOR considera su presencia en el ENMT como una evidencia del "RESCATE" del mariachi tradicional, y sobrevalora su propia participación (y la de sus acciones, incluidos sus pupilos) en la preservación, fortalecimiento e investigación del mariachi tradicional (aquí no voy a extenderme, porque ya lo he argumentado ampliamente, pero yo diría en la TRADICIÓN del mariache, que es un concepto más útil y dinámico, pero fundamentalmente DISTINTO, que el de "mariachi tradicional"). Esto sobre valoración se manifiesta como un afán de reconocimiento, de cualquier índole, por las acciones emprendidas en pro del mariachi tradicional; si revisamos la mayoría de las publicaciones que en los últimos días se ha subido, vamos a notar la "EXIGENCIA" y el "RECLAMO" por las labores emprendidas (incluidas las mías, no me voy a hacer a un lado), las que se consideran siempre como "adecuadas" para la preservación y fortalecimiento de la tradición del mariachi (esto ya decantado a lo que yo considero debe ser una meta clara en la CONASAM). El reclamo a documentos que acrediten las "ideas" vertidas en espacios comunes, Asambleas de Mariachis Tradicionales, CONASAM, Coloquio Internacional del Mariachi, Talleres del ENMT, hasta en las cenas y JAM Sesion´s (que ahora son llamados "Fandango mariachero" en un colmo de sin razón), me parecen fuera de lugar, porque 1, el mariache (fiesta) es un espacio en el que se comparte y donde se borra la individualidad, de tal manera que nadie cae en el absurdo (como si lo hacen los "jarochos" del movimiento) de reclamar la "autoría" de un verso/copla, o "arreglo" musical (si así fuera, el duo dinámico Vargas y Fuentes ya tendría un buen de demandas sobre el ENMT); el conocimiento es social y entre todos sabemos algo de todo, o todo de algo.
Algunos pueden ver con enfado, burla, o indiferencia esta creciente necesidad de "reconocimiento", yo la veo como un signo inequívoco de que el ENMT se está transformando en un "movimiento" (como el jarocho, o el huasteco) y que cada vez hay más jóvenes que no tienen por qué "conocer" y "reverenciar" a los padres fundadores (como algunos divinizan a los Gutiérrez en el Jarocho), que cada vez hay menos posibilidad de controlar a los grupos de mariachi de diversa índole que llegan al ENMT y que justo se ve como el momento de "inmortalizarse" y obtener un "reconocimiento" que se imagina "justo y merecido" por ésa labor de "promoción o gestión de 5, 10, 15 ó 20 en las músicas del occidente. A partir de lo que observo en otras latitudes de las tradiciones musicales de México puedo augurarles a "promotores" y "gestores" que estos reconocimientos vendrán, pero no pueden "imponer" de parte de quiénes, ni cuándo, ni en qué medida se darán....
Reconozco que la labor en la cultura no debería ser considerada un hobby/pasatiempo y que hay que exigir que haya un justo pago por esta labor desempeñada; pero para ello también, hay que profesionalizarNOS como promotores y como gestores. Los gestores pueden decir que el trabajo "les cayó" (aún cuando sabemos que es difícil obtenerlos y consolidarlos), pero justo por ello hay que prepararse; los promotores, sobre todo los de nivel local y sin financiamiento, con más razón deben formarse para encontrar no sólo vías de financiamiento, sino acciones que se amplíen y consoliden con el tiempo. La profesionalización nos mostrará que, la acción que perdura tiene que darse en los espacios de la vida cotidiana, debe reflexionarse y mantenerse en el tiempo, lo cual nos regresa al principio y, para estar acorde con la tradición preguntarnos, ¿esto que hago es "gusto" o es "destino"? El gusto va en el sentido del hobby/afición y por tanto, no podemos hablar de "inversión", "trabajo", "profesionalización", "continuidad", como yo no considero una "inversión" cuando me compro mi mezcal; pero si es destino, entonces hay que dejar claro que, en el compromiso no es "CONMIGO" sino con "NOSOTROS" y que toda inversión no es EN MI, en mi grupo, en mi "trabajo" como músico, sino con los salvaguardas de la tradición, los aprendices, la gente del gusto, que es lo que llamamos enteléquicamente: CON LA TRADICIÓN.
Si interpreto repertorios tradicionales por "gusto", el reconocimiento sale sobrando, o en todo caso es un "plus", dependiendo de quién lo otorgue y en qué contexto; si elegí el "destino" el reconocimiento no tiene sentido.
Algunos amigos "del gusto" han tenido la "fortuna", o la creciente necesidad, de convertirse en gestores, una disyuntiva que espero nunca tener que aceptar. De entrada porque "siendo gobierno", tus aliados se vuelven tus inquisidores, tus codemandantes tus demandantes y cualquier acción que emprendas dejará a alguién molesto, te traerá enemistades, maledicencias por 3 ó 6, ó 18 años, y siempre terminarás preguntándote si ¿Valió la pena?
Si eliges el "destino" y no consigues vivir de él, por cualquier motivo, inhabilidad artística, falta de talento para vender tu producto cultural, "mala fe de los gestores" (que son el blanco fácil de los artistas sin chamba), siempre está la posibilidad de cambiar de oficio, con beneficio. Algunos orgullosos se quejan y dicen que no quieren trabajar en otra cosa que no sea en "EL ARTE", con una noción muy decimonónica del mismo, como si el artista fuera un ser "excepcional" que merece admiración, aunque usualmente es "incomprendido"; si es así, lo que suele decir uno es: ´¡Entonces no te quejes! y si el mundo "NO DEBERÍA SER ASÍ", entonces ¿Qué haces, o hacemos, para cambiarlo?
Yo estoy dispuesto a ayudar para que el Arte TRADICIONAL sea considerado una profesión como cualquier otra, pero de nuevo, a mí no me interesan ni los folcloristas, ni los investigadores, ni los gestores, ni los promotores, que todos tienen sus chambas, con más o menos estipendios económicos, que podemos encontrar "culpables" para que el monto, la frecuencia, la cantidad o la calidad de las chambas no sean del agrado o suficiencia del trabajador. Lo que me interesa es que el artista tradicional, además del reconocimiento tenga la posibilidad de obtener sustento de su práctica. El sistema de "becas" por reconocimiento a su trayectoria se propuso hace tiempo, y además de insuficientes (no cubrían ni a todos los integrantes de un grupo), terminaron diluyéndose con los cambios de gobierno, desapareciendo, reduciendo montos y destinatarios, justo cuando debió de ser lo contrario; no hubo cambios en la legislación que pudieran dar garantías de continuidad; muchos funcionarios consideraron "atendida" la demanda con los apoyos económicos para adultos mayores que se otorgan desde hace una década. Algunas se otorgaron a jóvenes aprendices y de nuevo, ahora se sustituyen con Jóvenes Construyendo Futuro, pero igual corren el riesgo de desaparecer con el cambio de administración. Otros ven ésta dependencia del Estado como dádivas y suponen que fortalecer el gusto, de nuevo, en las regiones, generará un mercado para estas músicas, pero la realidad es que hay especialistas y músicas que no tienen la opción mercantil, como sucede con las músicas rituales, una de las que menos interés despiertan en gestores y promotores, por cierto.
Como ven, la promoción y gestión de la cultura, las políticas culturales, no son "fáciles" ni de diseñar, ni de implementar (y no sé si en perticular en el ENMT se hayan evaluado alguna vez, aunque me parece recordar que se hizo un breve ejercicio alguna vez). En general aunque el encuentro dice ser de "Mariachis Tradicionales" la gran mayoría de los que asistimos no lo somos, por lo que otorgar la presea no es cosa fácil y continuamente "les vendemos de chivo los tamales", por ello, un estudio (uno bueno, que ya lo amerita) del ENMT tiene que dejar claras las divisiones potenciales que existen, solo en estudio (no necesariamente así valorados en la realidad), los intereses con los que acuden el número creciente de participantes, los grupos políticos y económicos que gestionan y usan el ENMT. La cosa no es sencilla, pero talento sobra. Darnos cuenta de qué papel jugamos en el encuentro podrá, potencialmente, también hacernos poner los pies sobre la tierra en la urgencia y pertinencia nuestras demandas, en las acciones que hacemos, o creemos hacer, y en las metas que nos fijamos como colectivo (si es que podemos establecerlas) y que cada vez más, con el crecimiento del "movimiento mariachero", se verán múltiples, imposibles de aplicarse y diluidas.

Buenos días

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