Delfino Villalobos fue tamboreador del conjunto de arpa grande de Cutzato, municipio de Uruapan. Don José Delfino Esteban Villalobos Quintero nació el 23 de noviembre de 1886, en el rancho de Pino Chino, municipio de Uruapan; fue hijo de Hilario Villalobos y de Eufracia Quinteros.
No sabemos cuando se mudó la familia a Cutzato, pero el 26 de diciembre de 1916 fue padrino, junto con su hermana María, de Amalia Olivia, hija de Delfino Estrada y de María Refugio Alvarado.
El 10 de junio de 1923 fue con el conjunto de arpa a "La Fiesta de la Canción y la Danza", en Paracho, organizada por el pintor Carlos González, el músico Francisco Domínguez y el escritor Rafael M. Saavedra, colaboradores en las Misiones Culturales, e impulsores del “teatro campesino”. Desde 1921 inició en México, y el mundo, un interés por el arte popular; en México impulsado por los pintores: Gerardo Murillo, el dr. Atl, Jorge Enciso, Roberto Montenegro y Adolfo Best Maugard con su primera Exposición de Arte Popular, para celebrar el centenario de la consumación de la Independencia. El doctor Atl transformó las fichas y las fotos de la exposición en un catálogo, se trata de un libro con dos volúmenes, uno con textos y otro con fotografías, editado por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, titulado: Las Artes Populares en México. Ese interés por lo “popular” hizo que varios de los asistentes dejaron sus impresiones por escrito sobre lo que vieron y escucharon en Paracho, algunas de las cuales fueron publicadas.
Una nota en El Heraldo de México, un periódico de la ciudad, comunicó el 12 de junio, que en Paracho se habían tocado “sones y gustos abajeños” con el “arpa grande del rancho de Cutzaco” (sic.). Los músicos interpretaron: El arriero, Las calandrias (sic.), con el arpa sola, tocada por Florentino Mendoza, hijo; luego La torbellina y La india. El conjunto lo integraban Florentino Mendoza junior, en el violín; en el arpa de Florentino Mendoza senior; José Hernández la guitarra, y el “tamboreador” fue Delfino Villalobos.
Francisco Domínguez, músico y maestro misionero, quien publicó varios álbumes con música michoacana transcrita para piano, nos dice sobre el conjunto:
...El “Arpa Grande” es la agrupación musical más importante y típica de Michoacán. Se compone de un violinero, un arpero, un guitarrero,un tamboreador y dos cantadores. Existen varias agrupaciones de estaíndole, diseminadas en pueblos y rancherías de Tierra Caliente. Son muy solicitados para toda clase de festejos. En una “parranda” duran tocando sin descansar, hasta una semana. Esta música, de autores anónimos en su mayoría, no ha sido escrita; pasa de padres a hijos por tradición. Está inspirada en tipos (el arriero, el pasajero, la india, el caporal) y animales (el huaco, las calandrias, la vaquilla, la iguana, etcétera).
Es probable que "Las Calandrias", sea el son que se conoce como "La Media Calandria", el cual escuché denominar en plural varias veces a músicos viejos.
El escritor Rafael M. Saavedra, hizo un artículo para la revista: Magazine de Geografía, titulado: “En tierra de tarascos: viaje rápido por el Estado de Michoacán”, el cual acompaña con la foto de un conjunto de arpa, probablemente el de Cutzato, aunque aquí hay un violinista “segundero”.
En ésa ocasión acudió como representante del Instituto de Bellas Artes el maestro Rubén M. Campos, quien nos explica a partir de lo que escuchó en Paracho:
... hay también los llamados en Michoacán sones y gustos abajeños, ejecutados por la agrupación denominada “Arpa grande” que es un conjunto de arpa, violín, guitarra y un tamboreador que golpea con las palmas de las manos sobre la caja del arpa. La más famosa de estas agrupaciones es la del rancho de Cutzato, integrada por el arpista Florentino Mendoza, Sr., el violinista Florentino Mendoza, Jr., el guitarrista José Hernández y el “tamboreador” Delfino Villalobos.
El conjunto tuvo la posibilidad de viajar a la ciudad de México, pero al parecer no lo hicieron, pues según don Rubén María Campos, Fernández Esperón invitó a José Hernández a ir con él a la ciudad de México; sin embargo, este ranchero declinó la invitación.
Un poco antes de la participación en Paracho, Delfino se había unido libremente con Herlinda Montelongo, hija de Joaquín Montelongo y Concepción Torres, en algún momento antes de 1923. El 3 de septiembre de ése año (1923) murió su pequeño hijo Jesús, de apenas 4 años de edad, nacido en el rancho de La Rastra, de la comprensión de la Villa de Parácuaro de Morelos, sin asistencia médica y de “bilis”, quien fue inhumado en el campo santo de San Gregorio.
La familia transitaba entre los ranchos al sur de Uruapan y los del norte de Parácuaro, en las laderas del Tancítaro; no había cambiado su residencia completamente, sino que iba y venía por temporadas, de acuerdo con los ciclos productivos en las haciendas de Tierra Caliente. Es por eso que el 25 de octubre de 1924 nació en el rancho de Cutzato, la niña Raquel, “hija natural”, para la Iglesia, según consta en su partida de bautismo el día 9 de noviembre del mismo año en la iglesia parroquial de Uruapan.
La razón para que aparecieran como “hijos naturales” los vástagos de Delfino y Herlinda, tanto para el Estado como para la Iglesia, es porque no habían formalizado los vínculos familiares mediante la institucionalización en matrimonio, lo cual implica, además del pago de derechos, tal vez una pequeña “fiesta”, un indicio de que la familia debió ser pobre.
Herlinda Montelongo bautizó a su hija María Eufrasia, en Nueva Italia, el 15 de mayo de 1934. El nombre es el de la madre de Delfino, pero éste no aparece en la fe de bautizo, tal vez porque ya era difunto, pues no lo volveremos a encontrar en la base de datos de familysearch, en tanto que doña Herlinda volverá a ser madre con otros cónyuges.
Los padrinos de María Eufracia fueron Mauro Cruz y Nicolasa Lombera, apellido este último de gente del “gusto” (por las artes campesinas tradicionales de la Tierra Caliente), que se extiende por el sur hasta Arteaga, el antiguo Carrizal.
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