sábado, 31 de diciembre de 2022

El fandango idealizado

 El pasado siempre lo construimos desde nuestro presente... la mayoría de las veces lo "idealizamos", pero si uno es honesto se da cuenta de aquello que "inventa" (con un interés, justificado o no); lo malo es que toda "reconstrucción" siempre acarrea elementos no deseados. El caos se inserta en el orden y se necesita de nuevo minimizarlo, con ello se crea un ciclo que es infinito, aunque tienda a cero, es decir, en un momento se "estabilice".

Cuando uno pregunta ¿Cómo era el fandango? Lo que obtiene por respuesta es la vivencia de personas que sólo pueden saber cómo era en su juventud, en el momento en que le tocó vivirlo y únicamente de ello pueden dar referencia; cuando uno recurre a los documentos, encuentra experiencias que son distintas a lo que los testigos oculares te pueden contar, hacen referencia a tiempos anteriores y muestran procesos que no necesariamente siguieron un derrotero establecido; es dónde los "inventores" o "reconstructores" tienen un margen para actuar y proponer un orden, que no es ni absoluto ni atemporal.

Es claro que un fandango en la Tierra Caliente del Balsas podría recibir a arrieros, comerciantes y viajeros de Tixtla, quienes llevaban sus cargas para transportarlas por el río hacia el Pacífico; probablemente, tocaban y bailaban con los "otros" ¿Pero cuál era el orden o la lógica que privaría? Puede ser mi "imaginación", pero creo que no es coincidencia que el fandango en el Golfo y en el Pacífico tengan una secuencia de sones y, por tanto, tengan una lógica (que no es rígida claro). La lírica y los sones compartidos muestran una comunicación e intercambio entre regiones, bien a partir de un modelo primigenio (un "proto" fandango con sones que se fueron adaptando a las regiones y géneros), o bien, a partir de una influencia que trasladó aquellos de una región hacia las vecinas, hasta "generalizarse".

El problema es que debió haber una manera de hacer éso que ahora llaman "FANDANGOS MULTIREGION", es decir, la confluencia de artistas performativos formados en una tradición específica que interpretaban con otros. De entrada, se entiende que una fiesta la organiza un grupo de personas que tienen un vínculo entre sí: amistad, negocios, ideología compartida, por tanto, habría un modelo base; los "invitados" tendrían que acatar las reglas, el orden y las formas de quienes reciben; es decir, el grupo que lleva la prima sería el anfitrión, quien establecería el tono (la altura para tocar y cantar), y los géneros musicales, líricos y coreográficos, que es como se hacía con dos grupos de una región: bien fuera arpa o tamborita; el grupo del casero: padrino de boda, de bautizo o familia del de la cuelga, contrataban a los que inicia, otros grupos llegaban con intensión de quitar la "banca", es decir el contrato, y para ello debían contestar a todos los retos del que llevaba la primacía y superarlos. Si un grupo de "amigos" llegaban a una fiesta, tendrían que pedir permiso al casero y a los músicos para poder ejecutar, y tocar o bailar lo que se estaba haciendo en la reunión, si eran los bailes de juego, pues bailes de juego, si tocaba ya a los retos líricos de las malagueñas, pues malagueñas; afinados en el tono y altura que se manejaba en el momento de la fiesta; ignorar la regla implicaba la sanción social: caras de disgusto, gritos contrarios, o de manera mas comedida, peticiones de repertorio y géneros que fueran acordes con el momento.

El fandango tiene un orden con una intensión climática y ritual, que se rompe al "desordenarlo"; si los grupos van llevando a la audiencia hacia un clímax ritual, mediante el cambio ascendente de tonalidades y complejidades rítmicas, romper la cadena implica crear desconcierto entre los participantes, que están habituados a percibir su mundo sonoro y rítmico de una forma; al no recibir la satisfacción esperada quedarían los espectadores con una sensación de vacio, incompletud o frustración, porque no estaban recibiendo en el rito "lo habitual". Es como si un ejecutante de un instrumento armónico constantemente estuviera adelantándose o atrasándose en el cambio de tonalidad, promulgando que "éso es libertad" de ejecución y tiene derecho a hacerlo así, porque la fiesta y la música son alegría y "desorden"; un músico tradicional diría: "-Yo no toco con ése amigo, es muy "atravesao"; y tendría razón, porque: aunque la música y la fiesta son alegría y caos, responden a ciertos marcos mínimos normativos. Creo que el grupo visitante tendría que indagar, ¿Cuál es el orden en su propia tradición y qué equivale a qué? En Tixtla ¿Cuáles son los sones con los que inicia el fandango, cuáles los de juego, cuáles los que promueven los duelos líricos, cuáles evidencian las habilidades de bailadores y de músicos, cuáles son los climáticos, con qué géneros o sones acaba la fiesta?

En el fandango jarocho ya hay escrito algunas sistematizaciones, que no son "reglamentaciones", simplemente se pone por escrito ésos códigos no escritos, pero sabidos por la gente del gusto por la tradición. Reglamentos para la Topada de la Sierra Gorda hay varios, incluso alguno explicado para niños. Para el occidente de México he propuesto cuales eran los códigos de etiqueta para participar en la fiesta y el orden secuencial del fandango, como rito lunar, experiencia estésica y catarsis. Desconozco si existe algo semejante para Tixtla o para la Huasteca (aunque como espectador es evidente que también existe un orden en el huapango).

Si uno conoce su tradición, entonces es fácil saber qué puede ser equivalente en una fiesta y proponer, a partir del grupo que lleva la mano: son en tono mayor, para que se luzcan los bailadores, son en tono menor para que se luzca el poeta, son en mayor con modulaciones a menor para que se luzcan los músicos; etc. Ahora bien, qué implica "conocer una tradición", pues éso va más allá de "saber tocar un instrumento y un repertorio", que es lo que los principiantes siempre pensamos; como decía don Leandro "Ya suena", pero que se parezca no quiere decir que "sea". Ello implica llegar a la región no sólo en los días de fiesta, conocer los contextos de "ejecución" festiva y cotidiana, aportar para la fiesta en comida y bebida, ayudar a la preparación y a barrer la basura cuando la cotidianidad regresa, platicar con los viejos y observar lo que hacen, tocar sólo cuando te lo piden para descansar y saber escuchar ¿Qué sigue? Ése proceso es largo y creo que no acaba en una vida, por ello, los grupos que tocan muchos géneros de música tradicional mexicana "tocan mal", no porque tengan deficiencias técnicas, vocales o ejecución, sino de "CONTEXTO", pues como no lo conocen, no se dan cuenta que están equivocándose; es como tocar una cumbia en un velorio o en una función religiosa, y sin embargo: se tocan cumbias en velorios y funciones religiosas, el chiste es saber ¿CUANDO? Y para ello hay que ver, escuchar, callar y preguntar.

Otra pregunta clave y definitoria de lo que es un fandango es ¿PARA QUÉ SE TOCA? Si toco para que me escuchen, para lucirme o "para que bailen", entonces no entiendo el carácter comunitario y social de la fiesta. "Toco para las comideras", para los que cavan el hoyo en que se planta la tabla, para que los niños aprendan antes de que empiece la fiesta, para que descansen los maestros músicos; pero también toco para mí. Tocar para sí mismo, pero en grupo, es algo muy complicado, casi diría que imposible, a menos que entienda que Yo soy NOSOTROS. ¿Es posible el "fandango MULTIREGION"? Es posible, si, tocando la música de mi región, toco con y para los OTROs que somos NOSOTROS. Entonces, a veces se produce ése momento paroxístico en que YO ya no existe y entiendo al OTRO sin necesidad de hablar, mediante esos vasos comunicantes que son las artes performativas y la tradición.

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