En los territorios que E. U. usurpó, después de la invasión de 1847, hay registros de fandangos. Algunas son descripciones periodísticas, memorias de soldados y aventureros que participaron en la guerra, de "colonos" que llegaron a asentarse en los territorios ocupados e iban conociendo las "costumbres mexicanas"; pero también hay dibujos, litografías, acuarelas y óleos que representan al fandango. Las descripciones textuales e iconográficas varían mucho en la calidad técnica y en la "verosimilitud" de la información que nos confían.
Entre más nos aproximamos en el tiempo a la época actual, la ideología del Estado norteamericano se impone, para no reconocer que dicha fiesta es "mexicana"; comienza a imaginarla con un origen español colonial y a vincularla con los estereotipos que se van a construir a fines del siglo XIX, de un Imperio español "decadente", que no puede "civilizar" a las poblaciones que tiene bajo su control político, y por tanto, a justificar la guerra con la cual, E. U. le quita diversos territorios en el Caribe y el Pacífico (Filipinas, Marianas, Puerto Rico) y adquiere una presencia geopolítica de potencia en ciernes.
Entonces los "californios", "tejanos" y "nuevo mexicanos" aparecen representados con sus trajes de "chinacos", o francamente de la moda española de "tablao" flamenco; con mantillas y peinetas, faldas de olanes y lunares, sombreros rectos de copa baja y "boleras" en la orilla de ala, todos bailando con castañuelas y los brazos en alto.
Los "anglos" que van llegando, van incorporando en sus imaginarios esas estampas inexistentes y las van recreando, mediante asociaciones de "bailes antiguos" que se acompañan de conjuntos musicales con dotaciones instrumentales muy raras; como panderos, castañuelas y guitarras sextas (que como saben ustedes no aparecieron sino después de la mitad del siglo XIX). Las "re-creaciones" libres de estos profesores de danza, fueron incorporadas a las actividades escolares y la idealización se propagó entre niñas, niños, jóvenes y sus padres; pensando, "si la escuela lo enseña, debió ser así". Este origen "español" de las prácticas culturales les quitaba un peso político e ideológico, para que los anglos pudieran incorporarse a ellas sin re-conocerlas como "mexicanas"; pues los descendientes de la población mexicana seguía ahí, luchando por mantener sus propiedades, su acceso político a los gobiernos locales, por preservar su idioma, reconocido como tal por las constituciones de varios estados con frontera con México y poder mantener la "discriminación" como una forma de sojuzgar al otro, al no reconocerle "cultura", lo "animaliza", lo vuelve bárbaro, sucio, por tanto lo potencia oprimible.
Sin que la secuencia de imágenes sean una verdadera iconología del fandango, o un recuento sobre el mismo en E. U. (para ello les sugiero ver los trabajos del Dr. Jáuregui y del Dr. Ochoa), quiero mostrarles, por si alguien se anima (yo lo trabajaré con posterioridad), cómo es que van cambiando los elementos "mexicanos" por los "españoles" en la iconografía.
Un poco anterior es The Fandango, pintado por Charles Christian Nahl, nacido en Alemania, inmigrante en 1849 en Nueva York, llega a California, en 1851, y se establece en Sacramento y luego en San Francisco. La pintura fue un encargo de un periódico para "retratar" la vida poco después de la Independencia de México, pero estaba destinado a los lectores, mineros "anglos" asentados en California; fue pintada en 1873.
La escena, fuerte mente idealizada, muestra a un banjista afrodescendiente y a un violinista "mexicano" tocando para que baile una pareja de hombre y mujer, con una postura de cuerpos en extensión, opuestos y en torsión, con la cara próxima; la mujer levanta con las manos su falda, mientras hace punta con el pie izquierdo, el hombre levanta la mano derecha y extiende la izquierda como tocando castañuelas o castañeteando los dedos; postura toda que es común observar en las representaciones iconográficas de los bailes españoles. Una pareja llega o se va, montada con un caballo al galope, otra la saluda, un niño "laza" a un perro que se revuelca, unos hombres descansan semiacostados en el suelo y conversan, otros arriba a la izquierda tienen una pendencia. La impresión de caos no parece perturbar al grupo central que toca y baila.
La escena parece reflejar más lo que ocurrió con la llegada de los norteamericanos a la California mexicana; pues además del banjista afro, en la reyerta interviene un personaje con un vestido caqui y otro de chaqueta roja (que fue el uniforme de gala de los marinos norteamericanos que participaron en la Guerra con México) que me parece no serían "mexicanos". Así pues, se trataría más de una representación de las fiestas entre "anglos" y "mexicanos" poco después de la anexión y la llegada de nuevos pobladores al territorio.
Una imagen coincidente apareció en 1850, en un grabado que ilustra un artículo periodístico en San Antonio. En ella podemos ver a un grupo de personas que usan vestidos que representan su procedencia, unos "vaqueros" norteamericanos y otros "mexicanos". Aunque pretende ilustrar un "fandango", vemos a tres o cuatro parejas bailando, los hombres toman con la mano derecha o izquierda de la mujer y la sostienen en alto sugiriendo que la pasaron sobre la cabeza y que esto las obliga a girar; un movimiento que es propio de las cuadrillas o las contradanzas, bailes de salón usuales en los Estados Unidos, y que en México no tuvieron eco entre las clases populares. Vemos una serie de vestimentas diversas en los hombres: un hombre con sobrero de copa y frac, un chinaco de calzonera, un hombre con traje y bombín y uno vaquero de sombrero deforme. Al fondo un dueto de violín y guitarra proporcionan la música para las parejas que bailan, otros conversan sentados o parados, mientras al lado derecho una lámpara cuadrada, posiblemente de hoja de lata, ilumina a los personajes masculinos y femeninos que "beben" o comen en torno a una mesa. Ése año, un pastor presbiteriano denunció que las autoridades norteamericanas obtenían más de 500 dólares semanales por permitir los bailes de ése tipo en San Antonio, de Béhar, Texas.
Por lo pronto, hasta aquí lo visto....