La noche del 5 de marzo de 1925 se iluminó la casa de don Filiberto Ruiz, en la segunda manzana, calle de Berlín, de la villa de Ajuchitlán. Era la boda de Amelia Ruiz Olea, hija de 23 años del citado comerciante, artesano y filarmónico, con Flor Lagunas, comerciante de 22 años, hijo de Teodoro Lagunas, originario de Tlalchapa, y la señora Margarita Sámano, originaria y vecina de la villa, ambos de 46 años. Uno de los testigos fue Wilfrido Borja Olea, que era primo de la contrayente, empleado, soltero de 21 años. El acta matrimonial tiene a muchas mujeres que firman para testificar el acto, como Rosalía y Josefa Olea, Josefa Sámano, Polonia Núñez, Cármen N. de Olea, y Juana Ruiz Olea, hermana de la contrayente. Luz Borja, viuda de Olea, tal vez tía de la contrayente y madre de Luciano Castilleja Borja.
Eran lo mas granado de las familias de clase media de la población, lo cual quedó evidenciado cuando en 1933 se casó José Hunter G. Watson de 56 años de edad, viudo de Irene Dueñas, hijo de Alfredo Watson y María Sarah Jane Obryant, difuntos, originario de Sabinas San Antonio Texas, E. U., vecino de Ajuchitlán hacía dos años con María Purificación Borja, célibe, de 42 años de edad, hija legítma de Nestor Borja y Adelaida Suárez, difuntos, originaria y vecina de Ajuchitlán; pues fueron testigos en el acta por la iglesia: Leopoldo Borja, Berta Borja, Antonio Lagunas, Luz Borja, Pedro Zegbi y Joséfa Sámano; mientras que en el matrimonio civil el acta firman como testigos Reynaldo Arellano, músico, el comerciante José Zarur y Elvira Cambrón, abuela de la dinastía de galenos de Ajuchitlán
En la boda de su hija Juana Ruiz Olea con Moisés Olea, comerciante oriundo de Coyuca, incluso estuvo presente el General Damián Hernández, que aunque “zapatista”, fue propietario de varios cientos de hectáreas por San Antonio de los Libres, municipio de Ajuchitlán, donde con el tiempo se formó un ejido que le pudo expropiar tierras.
La genealogía de don Filiberto es una de las que tiene más documentos para hacerse, pero creo que extenderla aquí sería “aburrido” sin la parte musical; sin embargo, tiene cosas muy interesantes, como que tuvo, como otros músicos, hijos no reconocidos, algunos de sus hijos murieron en la infancia, quedó viudo a los 40 años y no se volvió a casar hasta arriba de los 50, y con una jovencita, y cosa interesante, todas sus esposas y concubinas fueron de La Laja, por lo que debieron conocerse.
Don Filiberto Ruiz, fue contemporáneo de Reynaldo Arellano, y aunque tuvo también como él una práctica musical, su ocupación principal fue la “artesanía” y el “comercio”, de los cuales no hay nada claro en los registros, si bien aparecen varias veces en los actos importantes de su vida amigos o conocidos que ejercen ambas prácticas, los escribanos no pensaron en el interés de los que desde este presente nos asomamos al pasado.
Si usted es descendiente de don Filiberto Ruiz y conoce qué instrumento tocaba, qué artesanía desarrollaba o con qué comerciaba, se lo agradeceré.
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