Ya estoy viejo, ya estoy cano,
ya estoy mudando figura,
ya tengo un dolor de huesos,
ya me duele la cintura,
ya no conozco a lo lejos,
ya no tengo dentadura.
A mí me da sentimiento
y me duele el corazón,
que blanquee mi cabeza
como mota de algodón;
pues ya no salgo a la fiesta
por no cargar mi bordón.
Las penas no han de ser tantas
pues yo solo una espero.
La vida es como la planta
que se marchita en el suelo.
Hay dolores que se aguantan,
pero yo de este me muero.
Soy del ganado azulejo
¡Ojalá y que no lo fuera!
Me gusta más el bermejo
para cortarme una cuera.
El hombre que va para viejo
ya no hay mujer quien lo quiera.
(Compilación o composición de don Alberto Albarrán, violinista de San Cristóbal, Ajuchitlán, Guerrero).
Tres ejemplos de la poesía tradicional de la Tierra Caliente del Balsas medio. El lamento por ser viejo, que es un tópico común que aparece en otras complas compiladas y atribuídas a Juan Bartolo Tavira, o Isaías Salmerón; las que hablan de las penas que matan, que es un tópico de la poesía en castellano y muy usual en México; y claro las "arrechas" que comparan al hombre y a la mujer con el ganado, donde lo "azul" es la piel negra y el "colorado" la piel blanca, un tópico común a varias regiones ganaderas del país, recordemos que "la cuera" no solo es privativa de la Tierra Caliente, sino de los espacios con abrojos, la Huasteca, el Llano Colombovenezolano, el Chaco, el Nordeste brasileño, donde el ganado es/era la base de la economía agroganadera, donde el vaquero era el trabajador usual, y donde las metáforas de los "toros"/"hombres" aparecen en la poesía; pero claro, esta tiene un fuerte "sabor" local, aunque no podríamos afirmarle un orígen único... por tal motivo no podemos sostener como tesis que son coplas realizadas por don Alberto, éstas, pero si:
Señores para cantar
cada quien tiene su idea.
Yo canto por disipar,
aunque mi voz sea fea.
A las órdenes estamos
del señor Dámaso Olea.
Sobre dos dísticos usuales en la lírica tradicional de México, pone uno para saludar a un "amigo", "cliente", "principal", con ello completa una sextilla, tan usual en las formas poéticas para el gusto, uno de los dos géneros dominantes en la región.
Esta es una muestra de una libreta con más de 200 fojas, compilando coplas, gustos, zambas (que se manifiestan como un género ya formalmente), "sones" compartidos del Occidente y que me parece no son "influencia" del mariachi de masas, pues la libreta fue comprada en 1910, aunque sus anotaciones corren por las primeras décadas del siglo XX. Ya haremos un análisis mas detallado para poder ver ¿Qué grabaciones podría haber escuchado don Alberto? Me parece que se trata, en todo caso de otro tipo de intercambio; don Ricardo Gutiérrez nos contó alguna vez que con su conjunto de arpa fueron a Carácuaro y ahí "cambiaron"/"compartieron" música con don Juan Reynoso, en una ramada en las arenas del río, un Martes de Carnaval, antes de la fiesta del Miércoles de Ceniza. Don Ricardo era de El Tamborero, un Rancho de San Diego Curucupatzeo, río arriba, pero se crió en San Ignacio, municipio de La Huacana, y en ése momento, tal vez los años 60 ó principios de los 70, tocaba ya en Apatzingán. En 1918, Concha Michel pudo escuchar en Huetamo, un conjunto con un arpa grande y un arpa chica, registró un "gusto" [así le puso, pero no puedo aseguralo]; ya sabemos que el arpa chica o jarabera se tocaba en la zona jarabera de Los Balcones, y que llegó viva hasta las grabaciones de los años 70 del siglo XX, con arpa grande, de los Hermanos Mondragón, de San Lucas, Michoacán, en un disco con don Filiberto Salmerón, una joya invaluable que tiene El Sol, un gusto acuecado, o una cueca acuecada [aunque Josue Maceda Vite, dice que no le suena]. Ese viaje y confluencia de los músicos, me parece que es una muestra de esa relación intraterracalenteña que hace que "los huetamerillos" aparezcan en los sones del Plan y que sones como El Tejón lleguen hasta Santo Tomás de Los Plátanos y Luvianos, en El Edo. de México, con Los Mensajeros del Sur, de don Octaviano Rebolledo (+), "gusto"/"son" que por cierto, aparece en la compilación de don Alberto Albarrán, violinista de San Cristóbal, resguardada por su nieto, Don Dunstano Albarrán, al pie del Balsas.
Esta hipótesis de las relaciones amplias entre las tres áreas de la Tierra Caliente, la Occidental, la Media y la Oriental, reunidas en fiestas programadas geográfica e históricamente en torno a Vírgenes de la Asunción/Candelaria: Acahuato, San Lucas, Ajuchitlán y a Cristos "Negros"/Azotados: Tuxpan, Jalisco, San Juan Parangaricutiro, Carácuaro, Petatlán, ya la he expresado con anterioridad, no es "fortuito" que las advocaciones tengan fiestas "grandes" y que desplacen personas, bienes para comerciar, limosnas e identidades religiosas por el occidente de México.
Estas confluencias atraen a los músicos que tocan en las enramadas, en mariachis, fandangos y bailes de golpe, para que la gente baile en tarima, tabla, o suelo, "sones, gustos y canciones"; son estas "fiestas paganas" las que molestaron al cura de Tlalchapa, quien escribió quejándose al obispo y dejaron el eco del "mariachi" en la zona oriental de la Tierra Caliente, aunque su uso es más común en la occidental.
Músicas y versos, circularon por zonas amplias entre el Tepalcatepec y el Balsas, vueltos Zacatula, entre Colima, Costa de Los Motines y la Grande, con tambora, tamborita, arpa grande y chica, guitarrones, tuas y chachalacas. Arrieros, huacaleros, barqueros, marineros, remeros, pescadores, vaqueros, soldados, músicos, ancheteros, limosneros, peregrinos, coimas, bailadoras, caneleras, vinateras, comideras, güilas, frailes, curas, payasos, maromeros, niños perdidos, vagamundos, viajeros,... llevaban sus coplillas cantando por los caminos de herradura, de río y de marear....algunas de esas se perdieron en el océano del olvido, otras encallaron en la memoria de la gente y muy pocas en las libretas de los músicos.
Algunos dirán que así como no se puede probar la autoría, tampoco se puede probar lo contrario; yo diré que La Gallina, Gallinacitto, vení volá, es un género que corre por el Pacífico, en Colima, Michoacán, Colombia, Ecuador y hasta Chile llega, revoleando los pañuelos, como describe el Lic.Víctor Luviano, abogado nacido en Morelia, 1833, que residió en Huetamo, y describe una fiesta en Urapa, municipio de Ario, en 1880. No pos que Juan Bartolo la “compuso” y como nació en “1847” (lo que contradice a lo encontrado en el archivo, nacido en 1851), tenía 36 años (29 para ser precisos), sale la compro, pero El Gallinazo, gallinacito volando viene, volando va, tiene registros en 1820 en Chile y en el siglo XVIII en Colombia, volando viene, volando va, y los versos concuerdan con El Gavilancito jarocho, volando viene volando va. ¿Cómo voló pa’ atrás? ....sólo La Chuparrosa que vuela de flor en flor...(que también está como “gusto” en la compilación.
No cometeremos le mismo error al mostrarles "La libreta de coplas" de don Alberto Albarrán, violinista nacido hacia 1887 y su padre, Gumersindo Juan hacia 1852, un año menor que Juan Bartolo, río de por medio. Hay coplas dedicadas a personas de la región, que de manera evidente le pertenecen, hay sones, gustos, zambas y canciones compartidas con el occidente, cuyas coplas “comunes” (por lo común entre dos regiones y porque son usuales, o “sabidas”) NO LE PERTENECEN (un ligero tal vez es pertinente esbozar, pero con mucha suspicacia), y algunas piezas que ya no se ejecutan en el repertorio contemporáneo de la música de arrastre de la región, que podríamos suponer “suyos”, hasta no buscar en los “cancioneros” (compilaciones realizadas en “papel”) de otros espacios regionales, nacionales, e internacionales, para que no nos vayan a caer con La Gallina en las manos...
Me parece que si hubieran sido “suyos” no tendría empacho en haberlo puesto por escrito, pues en los cuadernos de partitura, donde registró valses, canciones, marchas, piezas fúnebres, no lo hizo, sabía que Rizos de Oro, Alejandra, Corrido de Monterrey, o la Marcha Emilio Portes Gil, tenían “autor”, no lo registró, sabía que las piezas fúnebres que tocaba pertenecían a la tradición, no los registró ¿Por qué ahora nosotros queremos, de manera obsesiva, encontrar “autores”? Bueno porque además de “prestigio”, hay regalías, si no pregúntenle a don Rubén Fuentes y a Gaspar Vargas.
Algunos dirán, pero en la página dos esta una dedicatoria: “Un Recuerdo de Alberto Albarrán para sus hijos; el que sea del gusto”, es una “herencia” y sólo se puede legar el patrimonio “propio”. Yo argumentaría, lo que lega es un bien común y no a todos, “al que sea del gusto”, y ahí recupero las disquisiciones sobre la importancia del “gusto” como categoría estética en las artes performativas de México, del Occidente, y en particular de la Tierra Caliente, y de esa separación mediante punto y coma que, me parece, indica a todos aquellos que “somos”,...como dijo el mosco, del Gusto y en cierto sentido, seremos también “herederos” de un legado compartido....Dame mi parte de herencia, para tomar mi camino...
Ya cada quién sabrá que hace con ése legado: si se lo apropia (en el buen sentido) y con ello construye; si lo dilapida y lo pierde; si lo mete en el cofre del orgullo y no lo muestra; o lo comparte.
Amigos, como autonombrados albaceas les entregaremos su parte de herencia en unos meses, y como dijo cierta vendedora de chivo: ¡A’i Cá quén!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Se breve, no insultes, cita tus fuentes: