Sitio para compartir reflexiones sobre: las Artes Tradicionales Performativas del Occidente de México. Arte, Tradición e Identidades Sociales.
domingo, 6 de agosto de 2023
Árbol genealógico de los Mendoza, de Cutzato.
domingo, 30 de julio de 2023
Ismael García
Ismael García, de El Potrero de Tlalchapa, ahora Villa Guerrero, fue un guitarrista y saxofonista que acompañó a Juan Reynoso en su juventud. “Aquel señor García también conocía de solfeo”, nos dice don Juan, refiriendo a que también sabía leer la partitura musical, como otros músicos de Tlalchapa.
Ismael fue hijo de Domingo García y Simitria Medrano. Su madre enviudó y se volvió a casar con Juan Leónides, con quien tuvo a su hijo Filogonio Gumersindo, el 20 de noviembre de 1918. Volvió a enviudar y a los 40 años vivía en la calle de Cuahutemoc, en la casa número 7, con sus hijos Martín Leónides de 13 años y Alberto Borja de 9 años, ambos escolares.
En 1930 en la misma calle de Cuahutemoc, en la casa marcada con el número 31, que era la de su hermano Alvino García de 30 años, en unión libre con Arnulfa Piedra de 24 años, vivían Piedad García, niña de 3 años, Rodolfo García de 6 años, escolar, Inocente García de 10, niña de 10 años,y Guadalupe García, una pequeña de 1 mes. Aunque ahí también vivía Ismael, de 19 años, en “unión libre”, no dice con quién; sin embargo; unas casas arriba, en el número 13, residía Arnulfa Suazo Morante, soltera, de 18 años, con quien se casó y tuvo hijos.
En la iglesia parroquial de Tlalchapa, el 26 de diciembre de 1930, bautizaron a Fortino Esteban, nacido el 12 de agosto, hijo legítimo de Ismael García y Arnulfa Suazo; fueron padrinos Concepción Delgado y María González.
En Tlalchapa 8 de enero de 1940 compareció ante el juez del Registro Civil Arnulfa Suazo, casada, “con la profesión de su sexo”, de 29 años, originaria y vecina del Potrero, y dijo que el día 20 de enero del año 1939, nació un niño vivo a quien pone por nombre Abel García, habido en 4o. lugar de progenitura, hijo legítimo de la compareciente y del señor J. Ismael García, casado, filarmónico, de 31 años de edad, y originario y vecino, como la compareciente, de El Potrero.
Don Ismael “murió asesinado a balazos en su casa”, el 6 de junio de 1945, a las 20 horas en la cuadrilla del Potrero; no fue atendido por un médico, y fue inhumado en el panteón de la localidad; según declaró su viuda, quien como hemos visto, ya tenía hijos con el finado. Fue el 23 de febrero de 1948 que se registró a Rufino García, quien nació el 1 de marzo de 1932, y hasta el 3 de enero de 1949 que se presentó, para su registro, al joven Paul García Suazo, quien nació el 13 de julio de 1931, ambos de Villa Madero, el antiguo Potrero de Tlalchapa.
jueves, 13 de julio de 2023
Cirilo Casanova Piedra
La mañana del día 9 de abril de 1921, llegó a Tacámbaro don Cirilo Casanova y presentó al juez, a un niño que había nacido a las 8 de la noche del 17 de octubre de 1920, en el rancho de Chiquito de Los Indios, ahora desaparecido. Le puso por nombre José Cirilo Casanova Espino, pues lo hubo con su esposa, doña María Inés Espino. En el acta consta que fueron sus abuelos paternos Jesús Casanova y María Álvarez; los maternos Julio Espino y Camila Monge. Don Cirilo lo llevó a bautizar a la parroquia de Santa Ana, en Turicato, el 17 de noviembre de 1920, ahí le puso el sacerdote: Cirilo de Jesús, fueron sus padrinos Toribio y don Dolores López. Ese niño creció para casarse, el 18 de mayo de 1942, con Josefina Piedra; uno de sus hijos fue don Cirilo Casanova Piedra, albañil de ocupación, guitarrista y compositor de afición; fue sobrino y guitarrero de doña Crescenciana Borja Espino, violinista, con quien recorrió la legua en los pueblos de Los Balcones, del extenso municipio de Tacámbaro, luego fraccionado.
Esa cuestión de la "autoría" es difícil en cuanto a las músicas tradicionales. En los Balcones hay varias leyendas sobre compositores a quienes les robaron canciones que fueron registradas por personas que se aprovecharon. En el caso de son Cirilo Casanova hay algunas composiciones suyas que no fueron registradas, y otras que tienen registros que no están a su nombre.
En "Tortillas con sal" reflexiona sobre la división social desigual, con tópicos bastante conocidos.
miércoles, 15 de marzo de 2023
La "tradición" contenido, proceso, discurso, concepto....
La palabra "tradición", dicen los que saben, viene del latín "traditio", derivado de "tradere": entregar. En los diccionarios tal transmisión usualmente se refiere a ideas, expresividades, valores sociales, sentimientos expresados mediante textos escritos, orales, pero también expresivos y corporales, que pueden ser adjetivados como jurídicos, literarios, religiosos, etc. pero también pueden referirse a objetos cultuales, como costumbres, doctrinas, ritos, religiosos o profanos, sociales y artísticos; por asociación, se usa también para referirse a los contenidos de esos procesos. En el presente, en que la ciencia es el sistema usual para construir conocimiento, se apela a la razón como medio para llegar a él; sin embargo, la tradición no es sólo "conocimiento" racional, es también expresivo, moral y simbólico encarnado.
A veces pensamos a la tradición solo como un cuerpo de saberes legado de una generación a otra y, aclaran los que reflexionaron sobre el tópico, que esta entrega recepción es una negociación entre lo que se entrega, que no es todo lo recibido, adecuado y creado por la generación anterior, y lo que se recibe por la generación siguiente; esto quiere decir que siempre hay "pérdidas" en los contenidos, aunque el proceso se mantenga; pero la misma concatenación de acciones en la tradición se modifica. Así que, paradógicamente, aunque imaginamos a la tradición como "inmóvil" y "conservadora", en realidad es todo lo contrario, dinámica y transgresora, centrada en los procesos y no en los contenidos.
La asociación entre contenidos de la tradición y patrimonio, legado con valor, me parece que viene del Romaticismo y de las primeras propuestas de la disciplina del Folklore, que fueron desechadas ya en los años 30 del siglo XX por las propuestas de la antropología cultural que se ocupó también de esos aspectos de la "cultura inmaterial", método de análisis que separa aspectos de la vida "objetiva", como la economía o lo social, de la vida "subjetiva", donde estarían expresiones de la lengua como literatura (poesía, narrativa, cuentos y canciones).
En los años 30 los "maestros misioneros", vinculados con las acciones culturales para justificar y definir al Estado posrevolucionario, hicieron recopilación de índole folklórica regional y los ideólogos de los gobiernos en turno usaron esos materiales para construir ideas de "nación" de carácter prescriptivo, que enseñaran a niños, jóvenes en las escuelas, a adultos y mayores mediante los medios de comunicación masiva, "lo mexicano", que caracterizaran su "espíritu", su "cultura", sus "sentimientos y valores" con el fin de constituir una nueva identidad política nacional, la del naciente Estado emanado de la Revolución. Las ideas entorno a la Nación, al ciudadano mexicano, como totalidades, y su relación con la "región" y los estereotipos de sus habitantes se volvieron monolíticas. Las tradiciones fueron fundamentalmente contenidos que enseñaban prácticas tangibles, que caracterizan, describen y evidencian ideas políticas encarnadas en vestuarios, coreografías y músicas que, arriba de un escenario, o a ras del suelo, muestran "lo regional", como "mexicano". La tradición tuvo entonces, además de las dimensiones artísticas, una fundamentalmente política.
Estas perspectivas políticas, disfrazadas de tradiciones artísticas, permearon hondo apoyadas por la escuela mexicana y los nacientes medios de comunicación masiva, por ello se volvieron realidades verosímiles para los espectadores, y lo que es peor, muchas fueron aceptadas sin aparente rechazo por los habitantes de las regiones que fueron estereotipados. Nos reímos del boxito, el jarocho alegre y dicharachero, nos identificamos con el soflamero abajeño, creímos al indio náhuatl ingenuo, nos encendimos con las voluptuosas costeñas, y como en los memes actuales, pensamos: "Sí soy", pero no era, no es así. Las complejidades regionales no pueden ser captadas a cabalidad por el estereotipo, aunque este mecanismo ideológico y discursivo tenga la apariencia de verosímil, se encarne en fenotipos y se exprese mediante "trajes regionales" o "trajes típicos", se acompañe de "música folclórica" o "vernácula".
Siempre que leo, o platico, con l@s interesad@s en las músicas de transmisión oral preservadas en entornos campesinos, a las que según el momento histórico, a la ingeniería social implementada por el Estado, y las etiquetas de producto cultural creadas por las industrias culturales, que llamamos músicas: folclóricas, regionales, populares y tradicionales, encuentro que, bajo tales palabras, que en el pasado fueron utilizados como conceptos y ahora se han vulgarizado, desligándose de las corrientes teóricas que les dieron origen y que pretendieron acotar su sentido, ahora de nuevo tienen un carácter polisémico y se refieren incluso a ideas opuestas.
Ahora comienzo a comprender que, detrás de este proceso de carácter semántico, hay una analogía con lo que sucedió a lo largo del siglo XX con algunos términos del psicoanálisis, como "histeria", "crisis", "shock" o "personalidad tóxica", que de ser términos acotados y, más o menos precisos, usados por médic@s especialistas y profesionales de la salud mental o emocional, ahora tienen diversos sentidos en el habla cotidiana. Si este vocabulario técnico, vinculado con aspectos complejos de la mente humana, se usa en contextos ajenos, por legos en la materia y con significados muy alejados del campo semántico original, es lógico pensar que menos problemático para los hablantes es el uso de conceptos procedentes de la teoría social que se han vulgarizado, como es el caso de "tradición".
Esta explicación también permite entender el desenfado y laxitud con el que se emplean a partir de los intereses, el capital cultural del hablante, y la diversidad de significados que toman. Además, este proceso de cambio semántico me parece que es circular, pues los profesionales utilizan palabras que existen en el lenguaje, o crean un neologismo a partir de ellas, acotan la definición con la pretensión de evitar los equívocos en los lectores y entre los colegas al emplear el concepto, usualmente en una red semática que es un campo también de la teoría y se refiere a una realidad objetiva del mundo social; pero con el paso del tiempo, tales conceptos son retomados por las sociedad en publicaciones especializadas, se usan en coloquios y congresos donde se analiza la pertinencia de su sentido y la utilidad descriptiva como modelos de lo social, para, con posterioridad, pasar al lenguaje cotidiano, donde su definición pierde el uso riguroso del sociolecto académico, para pasar a la polisemia. Los investigadores entonces construirán y usarán nuevos conceptos a partir del habla cotidiana y el círculo se repite.
Es probable que esté descubriendo el hilo negro, pues Moscovici lo propuso desde los años 60 al construir su nociones de "representación social" y de "imaginario social". Así que cuando alguien en un taller que enseña músicas de transmisión oral preservadas en entornos campesinos, y nos habla de "estilo", de "género", de "tradición", de "auténtico", etc., siempre es necesario preguntar ¿Qué entiendes por tal palabra? Aunque pequemos de "tontos", "ingenuos" o "ignorantes", pendejo el que no pregunta, decía mi abuelo, y "yo no soy ningún pendejo", aseguraba pendejamente.
Los talleres de “música tradicional” son entornos de enseñanza formal, es decir, los talleres tienen horarios y espacios fijos, técnicas de enseñanza, estrategias didácticas y currícula oculta (aunque los facilitadores, maestros, coordinadores, no se den cuenta, o no sepan que eso que hacen es éso). Ello no necesariamente implica que sean institucionales, pues la mayoría no tienen soportes materiales y económicos vinculados con el Estado, aunque aspiren a ello. Los talleres son casi siempre prescriptivos sobre los contenidos y las formas, sobre todo en la parte básica de la iniciación artística y la apreciación; conforme los participantes crecen en edad y adquieren más conocimientos, habilidades y valores explícitos e implícitos, entonces algunos derivan, dependiendo de la formación, interés y metas de los facilitadores, en investigación aplicada empírica, aprender “haciendo”; algunos incluso en los contextos sociales y espaciales donde las prácticas culturales, que llaman “tradicionales”, tienen lugar y son realizadas por preservadores con linaje, “gente del gusto”.
El vocabulario del sociolecto de l@s músic@s autodenominados “tradicionales” recurre a: conceptos de carácter émic, usados por l@s preservador@s, conceptos vulgarizados de la teoría social, etiquetas creadas por la industria para vender productos culturales; pero además, son usadas con herramientas ideológicas de acuerdo con las posiciones políticas de los implicados. El campo semántico se cruza con el campo ideológico al describir prácticas culturales que, por cierto, no son ni objetivas ni neutras. Además, las representaciones sociales de “lo tradicional” atraen a personas de ideología conservadora y también a quienes se ubican en el lado opuesto; por lo que las disputas en torno a lo que “es” o “no es” “tradicional” son muchas veces álgidas.
Es poco probable que en el futuro próximo haya una base semántica de comunicación entre los interesados en preservar las prácticas performativas artísticas de tradición oral arraigadas en el occidente de México; no sólo por la extensión territorial, la diversidad de contenidos de las artes performativas tradicionales, las encontradas filiaciones políticas, el abanico de identidades sociales, étnicas y de género entre los preservadores, las distintas metas entre los gestores culturales, promotores comunitarios, aprendices, públicos y consumidores de las artes performativas tradicionales, que tienen además la intervención estatal mediante políticas públicas que no sólo viene de la federación, sino también en el orden estatal y municipal. No obstante, una estrategia útil puede ser iniciar siempre con un ejercicio de reflexión que si no “defina”, si problematice los entendimientos comunes de ciertos términos de uso habitual en estos procesos.
Así que dígame usted ¿Qué entiende por tradición? ¿Qué procesos encierra? ¿Qué sentido tiene transmitir y legar, aprehender y preservar? ¿Cuáles son los contenidos que hay que preservar y para qué? Pregunto para no ser pendejo...
lunes, 20 de febrero de 2023
Espacio, tiempo, prácticas culturales... y un “gallinazo”
jueves, 9 de febrero de 2023
Esas son cochadas dijo el guache...
["Cochadas": en Tierra Caliénte dícese de las cosas mal hechas. "Guache": muchacho]
El "cocho" que no quería ser "negro" y terminó de "afrodescendiente"
Ahora que las personas del Programa México Nación Multicultural de la UNAM convocan a un "Coloquio Nacional" sobre cómo se deben llamar en el Censo del 2020 a las personas con un ascendiente familiar sudsahariano, o "negro", o "afro", es necesario hacer una reflexión sobre la posible transformación de los gentilicios regionales, que tuvieron un origen racial, en etnónimos que ampliarían la lucha política de los grupos de mexicanos con ascendiente "sudsahariano" por un reconocimiento no vinculado con los pueblos de la Costa Chica, que son los que han iniciado la lucha política más reciente en México. Es decir ¿los cochos seremos algún día de nuevo un grupo étnico y si así lo decidieramos, qué beneficios nos traería?
Es peligroso usar términos generados desde la "academia" vinculada con instituciones estatales o internacionales, como "afromestizo" y "afrodescendiente", sin hacer una arqueología de su origen; pues aunque se les proponen a los grupos etnopolíticos de la Costa Chica como términos "neutros", sin carga xenofóbica, política o genómica, es claro que la tienen.
El otro problema es que la lucha política que ha planteado el pueblo negro de la Costa Chica vincula el reconocimiento del Estado con el levantamiento de "censos" que, van a presentar siempre números dispares de población con un ascendiente "sudsahariano", mientras los colectivos etnopolíticos no hagan trabajo de base en las propias localidades que dicen representar. Los censos son una experiencia que retoman de Colombia, pero sin advertir las condiciones en que se decidió usarlos como arma de lucha. Además, el accionar de los costeños no ha reflexionado de manera solidaria con otros pueblos e individuos con un origen con el que pueden establecer ciertos paralelismos, pero que tienen variables que les distinguen y, sobre todo, que no han empezado, o no hacen su reflexión identitaria en términos étnicos.
En México existen otros espacios interculturales donde los descendientes de sudsaharianos no tienen aún visibilidad, aunque existan gentilicios que fueron etnónimos; por ejemplo: los cochos de Tierra Caliente. En otros casos son minorías, familias con siglos de convivir en poblaciones con identidades o denominaciones étnicas desde el Estado diferentes a las suyas, pero que han sido aceptados y comparten identidades; como los "afroindígenas" entre diversos pueblos indígenas, como los p'urhécha.
Incluir un término "homogeneizador" para referirse a poblaciones que tienen un ascendiente sudsahariano es, desde mi perspectiva, una nueva racialización, sobre todo si se usa el prefijo "afro" que ha sido usado en el pasado para referirse a la "raza" y que, aunque se use en otros "sentidos", tiene una carga semántica muy fuerte y de la cual no puede separarse.
Aunque no se puede negar al cuerpo y el fenotipo en el origen de las poblaciones con un ascendiente sudsahariano, pues es justo por "ser" o "parecer" "negros" que muchos individuos y pueblos de África, Asia y Oceanía fueron esclavizados, y es también debido a su fenotipo que muchos individuos y comunidades son discriminadas en México; sin embargo, es necesario pensar en el impacto de las preguntas en los individuos y familias que padecen la discriminación, sobre todo si no hay una buena campaña de difusión sobre el sentido de los cuestionamientos y el uso de la información, pues más que ser "útil" para el reconocimiento será la puerta de una nueva discriminación empezando por la persona que levanta el censo, y aclaro que estoy pensando en los lugares donde "no hay" descendientes de sudsaharianos ¿Cómo sabrá cuándo hacer la sección de preguntas sobre afrodescendencia o se harán a todos los censados? ¿Si la persona que contesta mantiene el fenotipo se hará?
Una vez logrado el reconocimiento y se establezcan las políticas de atención a la población "afro" ¿Se piensa en términos de "discriminación positiva"? ¿Qué pasará cuando se hable de reparación histórica y comunitaria del daño por la trata y esclavitud? ¿Qué comunidades serán las beneficiadas? ¿Qué pasará con las familias o individuos que no están visibilizados y quieran acceder; por ejemplo, los "afrop'urhépecha"?
Desde mi perspectiva las reivindicaciones políticas que pasan por el "censo", el recuento poblacional, solo han servido a quienes buscan una nueva clientela política: los "afros"; o en ser los nuevos funcionarios que "implementen" las políticas públicas del Estado. El censo terminará por ser siempre imperfecto y usado por los representantes de los partidos políticos en las regiones con mayor población calificada o autoreconocida como "afro", ¿pero qué pasará con el resto de la población, que probablemente es mayoría, y que no vive en una región etnizada como "afro"? ¿El criterio cuantitativo no será argüido por el Estado para "poder atenderlos"? Es iluso pensar que así será, pues incluso localidades indígenas que habían sido atendidas durante décadas por el INI, transformado en CDI, han sido excluidas de participar en ciertos programas usando criterios lingüísticos que en teoría, no son aceptados como "válidos" por México, al firmar el convenio 169 de la OIT, y sin embargo, pueblos ñätho, jñatjo del oriente de Michoacán, y muchas comunidades p'urhépecha donde el desplazamiento lingüístico del español llega casi al 100% han sido clasificadas ya como "mestizas", durante dos ejercicios presupuestales ¿Qué nos garantiza que los individuos o familias ñätho con ascendiente sudsahariano de Ocampo, Michoacán, que es donde se encuentra la mía, seamos reconocidos y partícipes de la política del Estado Mexicano hacia los "afro"?