El 13 de abril de 1894 compareció ante el Juez del Registro Civil de San Miguel Totolapan el ciudadano Ursino Villarreal, dijo ser “originario” de la Cuadrilla de Santa Cruz, del municipio de Ajuchitlán, entonces tenía 23 años de edad, estaba casado, se ocupaba como “filarmónico”, con residencia en la Cuadrilla de San Antonio de la Gavia, de San Miguel Totolapan; declaró que: como a las 3 de la mañana de hoy, su esposa dio a luz a un niño vivo a quien puso por nombre Hermenegildo Villareal, hijo legítimo del comparente y de Cecilia Calderón, del mismo origen y vecindad, entonces de 22 años de edad. El niño era nieto por línea paterna del ciudadano Julián Villarreal y María Aguirre, originarios y vecinos de la Cuadrilla de Santa Ana, en Ajuchitlán, casados; el primero tenía al momento 44 años de edad, de ocupación “filarmónico”, y la segunda de 40 años, ambos vivían en la misma comarca de San Antonio; por la materna, el niño era nieto del finado Manuel Calderón y de Demetria Sandoval, originaria y vecina del mismo San Antonio, de “33” años de edad, viuda.
Este documento es el único donde aparece la actividad musical de los Villareal, padre e hijo; no sabemos si, por el nombre de la madre, “Cecilia”, y su apellido tengan parentesco con la familia de músicos Calderón, también de Santa Ana y de otras cuadrillas en el municipio de Ajuchitlán.
Don Julián fue hijo de José Villareal y Antonia Bueno quienes aparecen en el libro de registro de 1822, bajo el mandato de Agustín de Iturbide como “Ciudadanos del Imperio”, y como “no indígenas”. Julián contrajo matrimonio en Ajuchitlán, el 13 de diciembre de 1868, con María Josefa Aguirre; vivían en Las Tinajas entonces. Aunque no sabemos si don José Villareal ejerció la profesión filarmónica, la familia conservó más de 100 años la práctica musical.
Los Villareal se moverán continuamente entre las “cuadrillas” de los municipios entre Ajuchitlán y Arcelia. El nombre de “cuadrilla” era dado a los grupos de jornaleros que trabajan de manera coordinada en una hacienda, y que quedó registrado civilmente como una unidad habitacional, incluso al concluir el régimen de la hacienda ligada al Porfiriato. La referencia casi constante es que “son de Santa Ana” pero residen en “San Antonio de la Gavia”, con muchas variantes, que nos muestran la dependencia al trabajo asalariado que necesitan los grandes propietarios.
El Zapatismo y el Constitucionalismo estuvieron muy activos en la Tierra Caliente. La situación de la peonada y los rancheros arrendatarios en las haciendas no eran halagüeñas. El trabajo escaseaba y la paga no era buena.
El 28 de abril de 1900 en el Periódico Oficial del Estado de Guerrero apareció un resumen de la vida en el distrito de Mina. Los indicadores son interesantes al leerlos en el contexto de la dictadura de Porfirio Díaz. En Totopalpan “desapareció” la viruela, pero reapareció en Cutzamala “sin causar víctimas” porque se vacunaron 27 niños; el mes anterior hubo 176 defunciones y 153 nacimientos. La violencia era constante, ése mes hubo 12 heridos, un herido grave, que luego murió, dos homicidios y a uno de ellos le aplicaron la “Ley fuga” cuando era trasladado a la capital. En la cárcel del Distrito había 60 personas del mes anterior, en el mes ingresaron otras 12 personas y salieron 10; las multas importaron $ 123.68 pesos, con lo que se garantizó el pago a los ayuntamientos de sus empleados.
Es por ello que el 12 de octubre de 1917, en un combate entre San Miguel Totolapan y San Antonio de la Gavia, fueron “rescatados” por el General Cipriano Jaimes, de las fuerzas constitucionalistas, los señores Vicente y Enrique Ortiz, que habían estado prisioneros de los zapatistas en el mineral de Campo Morado.
Una vez concluidos los conflictos la actividad minera resurgió, como lo muestra la denuncia de la mina “La Tentación” Librado Ríos y Cecilio Beltrán, ambos de nacionalidad mexicana, con residencia en San Antonio de la Gavia, denunciada el 11 de marzo de 1926 ante el Agente de Minería, Abel Gaona, en Coyuca de catalán; la mina se encontró en El Cerro Azul, del municipio de San Miguel Totolapan.
La pareja de Julián Villareal y María Aguirre de Santa Ana, bautizaron en Ajuchitlán, el 20 de diciembre de 1874 a su hijo Guadalupe Julio, y fueron padrinos José Calderón y María Gandarilla de San Bartolo. Un año después fueron padrinos del niño Miguel Juan, hijo de Porfirio Rayo y de Eulalia Díaz, bautizado el 16 de mayo.
Urcino Villareal registró en Totolapan a su hijo Aurelio nacido el 12 de noviembre de 1899. Tenía 20 años, era “jornalero”, y vivía en la Cuadrilla de San Antonio; su esposa Cecilia Calderón tenía 19 años, y era “natural” de la misma localidad. En el acta el niño es nieto, por línea paterna, de Julián Villareal, originario de Santa Ana, de 48 años de edad, jornalero, y de María Aguirre, de 40 años de edad, ambos casados. Por la materna es nieto difunto Manuel Calderón y de Demetria Sandoval, que vivía en la Cuadrilla de San Antonio.
El 28 de marzo de 1890 fallece don José Rosas Villareal, de 60 años, de padres no conocidos; según declaró Jesús Villareal, viudo, jornalero, entonces de 25 años de edad, con domicilio en la Comarca de Santa Ana. Fueron testigos del fallecimiento los ciudadanos Rosalino García y Jesús Rayo casados, jornaleros, mayores de edad.
Dos años después nació María Coleta,hija legítima de Ursino Villareal y de Cecilia Calderón, la llevaron a bautizar el 3 de marzo sus padrinos Néstor y María Borja, hermanos.
El 14 de enero de 1894 fue tráfico, pues falleció por el piquete de un alacrán la niña Alejandra Villareal, de dos años, hija de Ursino Villareal, originario de Santa Ana, y vecino actual de la Cuadrilla de San Antonio, entonces de 23 años de edad, casado, jornalero, yd e su esposa Cecilia Calderón del mismo domicilio, de 20 años de edad. Sirvieron como testigos a los ciudadanos: Herculano Salgado y Arcadio Bueno, naturales de la misma cuadrilla, casados, jornaleros; el primero de 40 años de edad, y el segundo de 30 años.
El 13 de abril de 1894 nació Hermenegildo Villareal, hijo de Ursino Villarreal originario de la Cuadrilla de Santa Cruz del municipio de Ajuchitlán, de 23 años de edad, casado, filarmónico, con residencia en la Cuadrilla de San Antonio, y Cecilia Calderón, del mismo origen y vecindad, de 22 años de edad. El niño presentado era nieto por línea paterna del ciudadano Julián Villarreal y María Aguirre, originarios y vecinos de la Cuadrilla de Santa Ana, casados, el primero de 44 años de edad, filarmónico, y la segunda de 40 años, ambos viven en la misma comarca. Por la materna del finado Manuel Calderón y Demetria Sandoval, originaria y vecina del mismo San Antonio, de 33 años de edad, viuda.
La pareja de Ursino Villareal y de Cecilia Calderón, de San Antonio de la Gavia, bautizaron a Severiano Epifanio el 7 de abril de 1895, en Ajuchitlán y fueron sus padrinos Joaquín Castilleja y Micaela Guerrero, “de esta cabecera”. El niño Severiano Villareal apenas alcanzó los 3 años de edad, pues falleció de fiebre el 17 de julio de 1895.
El patriarca en lo musical, don Julián Villareal, murió a los 56 años, el 15 de marzo de 1898, dejando viuda a la señora María Aguirre de 50 años de edad, e hijo legítimo de los finados José Villareal y Antonia Bueno; según declaró su yerno León García, natural y vecino de este municipio, de 60 años de edad, casado, herrero, con domicilio en la comarca de Santa Ana. Fueron testigos: Jesús Rayo de 40 años de edad, casado y Marcial Aguirre de 22 años, soltero, jornaleros.
La pareja de Ursino Villareal y Cecilia Calderón bautizó en Totolapan a su hijo José Taide, el 22 de octubre de 1904, e invitó por padrinos a Taide Alva y Engracia Carranza.
El 31 de marzo de 1905 murió en Santa Ana, municipio de Ajuchitlán, Antonia Villareal, de 54 años, a causa de las fiebres intermitentes, dejando viudo al ciudadano León García de 60 años de edad, artesano; fue hija legítima de los finados José Rosas Villareal y Juana Padilla.
En San Miguel Totolapan, el 10 de septiembre de 1907, compareció el ciudadano Urcino Villareal “natural de la cuadrilla de San Antonio”, de 35 años de edad, casado, jornalero y presentó a una niña viva, nacida el día 5 del presente, a quien puso por nombre y apellido Lorenza Villareal, hija legítima del comparente y de la señora Cecilia Calderón del mismo lugar, de 35 años de edad. La niña presentada era nieta por línea paterna de los finados Julián Villareal y María Aguirre, y por la materna del finado Manuel Calderón y de la señora Demetria Sandoval, del mismo lugar de 59 años de edad, viuda. Fueron testigos Manuel y Sabino Calderón, mayores de edad, el primero viudo, y el segundo casado, los dos jornaleros, ambos del mismo lugar. Un año después falleció Emma Villareal, el 3 de marzo de 1908; ahí declara tener “40 años” y su esposa “30 años”. Fue testigo de nuevo Manuel Calderón.
El 1 de octubre de 1909, en San Miguel Totolapan, nació Ángela Villareal Calderón, fue registrada el mismo día, y bautizada hasta el 13 de noviembre. La niña presentada era nieta por línea paterna de los finados; Julián Villareal y María Aguirre; y por la materna, de los finados Manuel Calderón y Demetria Sandoval. De manera curiosa don Ursino queda registrado de “59 años” y su esposa de “36”, si había nacido en 1879, como quedó anotado en la primer acta, tendría 30.
El nieto de don Julián Villareal, su homónimo, pero de 21 años, llevó a registrar a una hija natural el 25 de junio de 1911 en Ajuchitlán. Dijo ser “soltero”, labrador, originario de originario de San Antonio de la Gavia y vecino de San Rafael, en Ajuchitlán; presentó una niña viva que nació el día 15 de junio, a quien puso por nombre Elvira Torres, hija natural de la señora Lidia Torres, entonces de 30 años de edad, originaria de San Gregorio, soltera.
“Elicia” Villareal nació el 2 de junio de 1915, en San Antonio de la Gavia, fue hija de Urcino Villareal y de Cecilia Calderón, de 45 y 43 años, respectivamente (en realidad 36 y 35). Cuatro años después el 2 de enero falleció de fiebre Sara Villareal, que tenía 25 años de edad, en San Antonio de la Gavia, municipio de San Miguel, para entonces ya había fallecido su padre, Ursino Villareal, violinista oriundo de Santa Ana o de Las Cruces, y residente en San Antonio de la Gavia.
Aquí termina la genealogía de los “filarmónicos”, sin embargo la familia continua su desarrollo y en los años 30 del siglo XX se asienta en la región de Temixco, del municipio de Arcelia.
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