martes, 6 de julio de 2021

¿Cómo se toca la tarima?...

Como tambor, la tarima puede tocar con el pie "pelado" (como se tocan los tambores con las manos) y con zapato, como se tocan los tambores con "baquetas". Al hablar de baqueta nos referimos a un par de palillos de diversos materiales, formas y dimensiones con las que se percuten los tambores. Estas son de varias formas de la cabeza (ovalada, redondeada, ovalada-redondeada, redonda, lágrima, cilíndrica), de diversos materiales, madera de roble, maple, arce y haya; de plástico (poliuretano, nylon, grafito) y aluminio; con  varias medidas, las A para orquestas en lugares cerrados, las B para lugares que necesitan más volumen y las S para tocar en la calle (con 10 combinaciones del diámetro de la cabeza y largo de la baqueta), con la cabeza cubierta (mallets) con plástico, fieltro y cuero; con la cabeza con varias terminales, como "escobillas” (brushes) de plástico, bambú y metal; con una "maraca", o con “cascabeles” y con combinaciones de estas. Muchas están fabricadas pensando en géneros musicales como el jazz, el rock, el heavy metal, o la música “latina”.


               Al pensar en el tipo de zapato usado para percutir la tarima no podemos suponer que es un “genérico” y cualquier zapato funciona. Yo diría que el zapato es un complemento y mediador de la percusión del pie, de ahí su importancia. Ya les he comentado que en ciertos lugares les gustan los sonidos graves y en ciertos lugares los sonidos agudos; por tanto, más que la forma y el color, la suela y el tipo de tacón definen qué puede ser adecuado o inadecuado. Ha lugares donde el sonido del pie desnudo es gustado, en otros se dan combinaciones: un bailador va descalzo y la bailadora calzada, o los dos bailadores van calzados. En ciertos momentos puede ser un bailador solo, como era en los “sones zapateados” o “ligeritos” en Coahuayutla; la más común es que sea una pareja, dos bailadores; pero en la “tarima” del Nayar pueden ser tres, un hombre al centro y dos mujeres a los lados; en los Balcones lo usual es que sea cuatro, dos parejas. y en la “tabla” de Coahuayutla hasta 3 parejas al mismo tiempo, al iniciar la fiesta y en las cantadillas derechas para que bailen los aprendices.
                 No todo calzado es adecuado para bailar en cada región, y no cualquier "tarima" es usada. Si queremos mantener el sonido grave en la tabla, el calzado debe propiciar ése sonido, por ello los huaraches sin suela, o con una recubierta mínima de caucho, para los hombres, y los zapatos de tacón bajo y ancho, con suela de cuero para las mujeres; si queremos sonidos agudos, los botines y botas para los hombres, y los zapatos con tacón angosto y alto para las mujeres.
                 A partir de ahí hay muchas combinaciones posibles, unas tienen que ver con la habilidad del bailador, si el zapato permite “redoblar” (hacer golpes dobles al golpear punta primero (tarsos) y en seguida el talón, es adecuado; si el bailador no redobla así, sino alternando los talones, una bota de tacón ancho es útil, igual para las mujeres, una zapatilla alta y de tacón angosto dificulta el redoblar. Aunque las y los  jóvenes van a la fiesta con sus mejores atuendos y los zapatos puede ser de “moda”, aquellos que van a bailar saben que hay que usar zapatos cómodos y ya amoldados para poder bailar más y de manera más “descansada”; no obstante, si la ocasión es formal para el bailador, podrá sacrificar la comodidad por la “presentación”.
                En México los ballets folclóricos han utilizado un zapato para folclor, o para danza folclórica, o de danza regional, basado en el zapato para interpretar flamenco de las mujeres. La diferencia fundamental entre los zapatos de folclor “mexicano” y los de “flamenco” son en  la altura y ancho del tacón y el ancho de las suelas de la planta; pero ambos tienen clavos de metal en el talón y la punta, y hule antiderrapante en la suela de la planta. El flamenco usa suelas mas anchas, tacón angosto y alto, mientras que el de folclor, talón ancho y bajo, con suelas mas angostas. Ambos se sirven de una correa que se ajusta con una hebilla.
Los hombres usan un botín de piel de cabra; tacón de madera; suelas combinadas, punta y talón con clavos de metal, y planta de hule antiderrapante; con un resorte a la altura del tobillo que permite meter el pie y sujetar el zapato al pie. El botín también se parece al botín de flamenco.  La diferencia estriba en el alto y ancho del tacón, más alto y mas angosto en el flamenco.


               Los colores usuales en los zapatos de danza folclórica mexicana son blanco y negro; aunque motivados por el cambio en los colores del zapato flamenco han aparecido más recientemente, otros colores, bordados que imitan al textil indígena (sobre todo al hñahñu, otomí, de Tenango de Doria, Hidalgo, aunque ahora se ha diversificado).
La marca más famosa, pero no la única es “Miguelito”, que elabora zapatos para distintos géneros de danza desde 1940. Además del tap, el jazz, los bailes de salón, la danza moderna y el ballet clásico, fabrica zapatos para “folklore” y para flamenco.



              Me parece que el zapato para folclor mexicano se conforma a partir del flamenco. Los españoles le han puesto especial interés a la anatomía y fisiología del pie de bailarín/a, las lesiones y las enfermedades crónicas derivadas de la práctica dancística; por tanto, hay un mayor detalle en estudiar al zapato como mediador, no sólo en su aspecto exterior y tímbrico, sino también a su interior y morfología del zapato de danza.
Un buen ejemplo es:

            Así que,  si de bailar se trata, primero hay que indagar sobre la estética sonora que impera en la región, entenderla como un sistema tímbrico que incluye al zapato (usado o no) y a la superficie donde se zapatea. Entonces estará usted en condiciones de elegir un zapato (o no usarlo) que produzca el timbre deseado, y por tanto, olvidarse de los zapatos genéricos Miguelito, Colonial, Eco y demás marcas, que si bien, al copiar al zapato de flamenco, algo replicarán en su construcción los elementos para "evitar lesiones", pero en su fabricación no se atiende a la estética sonora local.

Usar o no Miguelitos, he ahí el dilema, yo diría que falta estudiar el asunto desde el escenario y contra el escenario, es decir, ¿Qué papel tímbrico y sonoro juegan, en la representación escénica, los zapatos, al tocar todo con las mismas “baquetas”?

  

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