La cultura y las artes tradicionales de la Tierra Caliente son variadas, tanto como hay variables geográficas que definen sus subregiones. Entre las villas y pueblos de Los Balcones, como Ario, Turicato, Tacámbaro y Tzitzio hay una multitud de cañadas formadas por los ríos que corren al sur, a nutrir el río Balsas. El descenso desde los Balcones hasta la orilla de los ríos de la Tierra Caliente, es abrupto, se va de alturas cercanas a los 1,800 msnm hasta los 500 msnm de los valles que forma el Balsas. En una orografía abrupta sin suficiente espacio para cultivar o criar ganado en cantidades abundantes; no obstante hay muchos ranchos y cuadrillas a lo largo de las cañadas que unen los Balcones con la Tierra Caliente; pero a diferencia de las villas de la Tierra Fría y los pueblos en la Tierra Caliente, los ranchos de las cañadas no pueden mantener a una población numerosa. A pesar de que la sociedad ranchera tiende a la autarquía, tiene una comunicación constante hacia arriba para proveerse de mercancías y vender sus productos y hacia abajo, donde se sitúan los santuarios religiosos y el trabajo de las haciendas. A pesar de que los declives son abruptos se puede cultivar maíz con coa o tarecua, tal como se hacía en tiempos prehispánicos; así que, a medida que descendemos por las cañadas, podemos ver los desmontes y la distribución en red de las milpas con maíz, frijol y calabaza, en tanto el ganado pasta en las lomas no cultivadas. Esta zona además es propicia para el cultivo del agave mezcalero, el cual crece a la sombra de los pinos, pero además, las vinatas necesitan el agua y la madera en abundancia que hay en los alrededores. En el fondo de las cañadas las uembas de plátano y la caña de azúcar crecen con el agua de los ríos, ellos permiten también la instalación de pequeños trapiches familiares. El queso, el mezcal, las panelas, las frutas de clima caliente, y las mulas, han sido los productos de que vivió la población local de la región. El equilibrio de la población y los recursos es básico; por ello, la sociedad ranchera ha producido una serie de prácticas culturales para mantener la estabilidad de la economía, de la población y de las conductas locales. Una de ellas es el matrimonio entre primos, que permite reagrupar la posesión de la tierra, una de las variables más determinantes en las estructuras de poder locales.
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