Una charla con Javier Obregón, músico y laudero, en su taller: Laudería Obregón. Hablamos de algunos factores étnicos y culturales que influyen en las estéticas sonoras de los sistemas musicales en las diversas culturas musicales de Michoacán. La importancia de entender que los "gustos" que califican algo como "bello", "bueno", "bien...tocado, cantado, bailado o construido"; lo cual influye en la apreciación de un instrumento musical tradicional....échenle un ojo y un oído jajja.
Sitio para compartir reflexiones sobre: las Artes Tradicionales Performativas del Occidente de México. Arte, Tradición e Identidades Sociales.
sábado, 10 de abril de 2021
miércoles, 7 de abril de 2021
La ofrenda al poder....
Es interesante esto de los "regalos" artesanales a las autoridades, comenzando con el "Penacho de Moctezuma", que fue regalado al Emperador Carlos I y éste lo cedió a un pariente de la Casa de Habsburgo, por eso terminó en Viena, y salvo los 5 minutos que debió tenerlo en sus manos, terminó en una buhardilla o como adorno en un "gabinete de curiosidades", que todo noble ilustrado debía tener... Los presidentes en México reciben muchos, por ahí recuerdo haber visto una guitarra regalada a Alemán y otra a Luis Echeverría, y las innumerables a goberladrones (que son las que he ido recopilando, justo por esa "tradición" de ofrendar a las personas de respeto, como sucede con las Kanakuas, coronas de flores ofrendadas a Xaratanga, derivadas en presentes a la autoridad)... siempre que veo la ofrenda me pregunto ¿las regalarían, las arrumbarían, o las tirarían (que no es poco usual, lamentablemente)?..
Dice la nota......Artesana del bordado del mantón de Manila y nacida en Villamanrique de la Condesa (Sevilla), Ángeles Espinar cuenta con más de 60 años de trayectoria llevando a lo más alto esta tradición absolutamente vinculada a su localidad natal, sentimental e históricamente muy unida a la Casa Real Española, y en la que se encuentra el Palacio de los Infantes de Orleans y Borbón.
martes, 6 de abril de 2021
La tambora....del Pacífico al Noreste y del Mazahuacán al Nayar
En la actualidad la tambora se utiliza también en La Picota, que comparten Nuevo León y Tamaulipas (aunque probablemente estuvo en Texas), como reducto de esa dotación militar que los presidios y cuarteles tenían para indicar las órdenes de los oficiales, pero también tocaba en contextos populares del baile.
En el pasado La Tambora fue parte del instrumental militar, aparece en documentos junto con chirimías y trompetas entre los bienes que las compañías de granaderos pardos de Valladolid (ahora Morelia) tenían y almacenaban en su cuartel; podemos verlos representados a los militares afrodescendientes y sus instrumentos musicales en el cuadro de El Traslado de las Monjas de Santa Cathalina de Siena a su nuevo convento pintado en el primer tercio del siglo XVIII (ca. 1738); es interesante que la técnica de ejecución mostrada es la que se sigue usando para tocar la tambora en Arteaga y La Huacana, con un tahalí que se atraviesa por el hombro y el pecho para que el cuero que se percute quede perpendicular al suelo, o se descanse en la rodilla.
A fines del siglo XIX, en La Barca, Jalisco, un muralista dejó plasmado un rodeo en la hacienda de La Moreña, en él podemos ver dos conjuntos instrumentales, uno con arpa y flauta travesera que entretiene en el tablado a los hacendados y la élite local; mientras que hay otro que con guitarra, dos violines y tambora, parece acompañar las montas del jaripeo; la técnica utilizada en la ejecución se sigue usando en el occidente del Bajío y Los Altos, con los cueros en posición paralela al suelo.
Mientras en la mayoría de los lugares la melodía la proporcionan los violines, sólo en La Picota norestense siguen utilizándose los alientos de caña, ahora clarinetes y no chirimías.
El violín llegó a la Nueva España casi a la par que se desarrollaba técnicamente en Europa, incluso algunos ejemplares de los violeros afamados de Cremona estuvieron en El Bajío; sin embargo, es difícil entender por qué los alientos fueron desplazados por el violín en los contextos "profanos" de estas dotaciones musicales que siguen la ruta de los destacamentos militares que cuidaban la costa del Pacífico, el Camino Real de "Colima"/Alima, las minas de cobre del Rey, las fundiciones de cobre en Ario, y el Camino de Tierra Adentro.
Una ruta que seguía la sal, que llevaban a las minas, pues era indispensable para la amalgamación de la plata y para mantener los alimentos, sobre todo las carnes en las minas del "norte", que empezaba en Los Balcones de Curucupatzeo y seguía en El Bajío, con las de Comanja, en Guanajuato, muy próximas a Los Altos, luego Zacatecas, Durango, Chihuahua hasta llegar a Nuevo México y Texas.
En Ostula, municipio de Aquila, Michoacán, los instrumentos son pequeños, casi "juguetes" en su dimensión, pero funcionales y de timbres agudos que nos muestran una variedad de "dimensiones" de la tambora, vinculadas con estéticas sonoras, en donde lo étnico tiene peso; pues donde la población afrodescendiente usó el instrumento, estos suelen ser grandes y producir un sonido grave y profundo; mientras que los lugares con población indígena o mestiza (de indígena) son de menor dimensión y sonido agudo.
Los conjuntos de violín y tambora aparecen en contextos religiosos y profanos; pero hacia el noroeste, son más comunes como acompañantes de las danzas de Moros y Cristianos con sus "variantes" de tastoanes, matla/matachines, indios, de la pluma, indios brutos, de Conquista, de chichimecas, fariseos y cuantos nombres reciben en el Camino de Tierra Adentro hasta Nuevo México. El conjunto de melodía y "bajo", violín y tambora, se complementa con la "armonía" que pisadas, sonajas, arcos percutores, tintileches (objetos metálicos que cuelga de la nagüilla de los danzantes) suenan rítmicamente.
La tambora, como instrumento, y como sinécdoque del conjunto o dotación instrumental que hace la música, acompaña géneros musicales diversos; pues se encuentra en muchas culturas musicales de México: sones y jarabes en el occidente, huapangos norteños, polkas y chotises en el oriente, danzas, minuetes y "caminatas" de norte a sur.
Aunque los "graciosos" suponen que lo difícil del instrumento es "cargarlo", sobre todo en las regiones donde se prefiere de gran tamaño, lo cierto es que tiene su complejidad rítmica. Al igual que la tamborita del Balsas, se tocan los parches y los aros; además, bola y bolillo proporcionan sonidos graves y agudos, por lo que la posibilidad de variantes rítmicas y sobre todo tímbricas es fundamental. Esta característica es un remanente que los individuos esclavizados y procedentes de las culturas musicales del África occidental dejaron en las culturas y sistemas musicales de México; la variación en los timbres, por el uso de glissandos sobre los cueros es una evidencia de esta herencia y gusto musical dejados a sus descendientes.
Ay! tamboras de México, ya les llegará su "maistro" esclarecedor...mientras unas notas pa' soportar el futuro...