martes, 6 de abril de 2021

La tambora....del Pacífico al Noreste y del Mazahuacán al Nayar

La tambora, la "gran caja", o a veces referido, de manera errónea, como "bombo", era un instrumento de percusión usado para dirigir a las milicias coloniales en Nueva España; aparecía junto con el redoblante o "caja" y el bombo, el barítono de la familia digamos, un tambor intermedio, cuyo vaso era más largo que ancho, mientras redoblante y tambora tienen el vaso mas ancho que largo. Los tres tambores siguen usándose en las músicas militares de varios países latinoamericanos, por ejemplo en Colombia y Venezuela. Los tambores militares generaron algunos instrumentos "tradicionales", como el famoso "bombo legüero" usado en la región del Chaco (Bolivia, Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay), o su versión pequeña, como es "La tamborita" del Balsas. En el Occidente de México y Noreste de México, en una ruta que corre desde la Costa de Motines, la Costa náhuatl del Pacífico, de Ostula hacia El Carrizal de Arteaga, a La Huacana, Los Balcones de Urapa, la orilla nororiental del Bajío de Chapala como centro, y de ahí hasta Guadalajara y El Nayar, en el Occidente, mientras que la otra vertiente va para El Mazahuacán, en el Oriente; sube a Los Altos y Los Llanos de Aguascalientes y llegaba hasta la Huasteca, donde la tambora se usaba junto con el violín en el huapango.
El pasado es una tierra extraña llena de discontinuidades; desde el presente lo imaginamos lineal y nos pensamos "herederos".... la realidad nos dice que no es tan sencillo, en el periódico El Correo del Comercio (México, 1872-03-03, p. 1) aparece la descripción de un huapango con tambora, que acompaña como bajo, al violín y la jarana, hacia 1867, en una ranchería náhuatl próxima a un río que desemboca en el Golfo de México. Tocaron sones como El Animalito, La Presumida, El Pito Real, La Canela, La Guazanga, Los Magueyes, Son Solito, La Rosa; que al escucha le "parecen monótonos tangos"!!!??? Ese tango afro que se derramó no sólo en el Rio de La Plata, sino también en El Caribe, y en nuestro Bajío.




                En la actualidad la tambora se utiliza también en La Picota, que comparten Nuevo León y Tamaulipas (aunque probablemente estuvo en Texas), como reducto de esa dotación militar que los presidios y cuarteles tenían para indicar las órdenes de los oficiales, pero también tocaba en contextos populares del baile.

                En el pasado La Tambora fue parte del instrumental militar, aparece en documentos junto con chirimías y trompetas entre los bienes que las compañías de granaderos pardos de Valladolid (ahora Morelia) tenían y almacenaban en su cuartel; podemos verlos representados a los militares afrodescendientes y sus instrumentos musicales en el cuadro de El Traslado de las Monjas de Santa Cathalina de Siena a su nuevo convento pintado en el primer tercio del siglo XVIII (ca. 1738); es interesante que la técnica de ejecución mostrada es la que se sigue usando para tocar la tambora en Arteaga y La Huacana, con un tahalí que se atraviesa por el hombro y el pecho para que el cuero que se percute quede perpendicular al suelo, o se descanse en la rodilla.



               A fines del siglo XIX, en La Barca, Jalisco, un muralista dejó plasmado un rodeo en la hacienda de La Moreña, en él podemos ver dos conjuntos instrumentales, uno con arpa y flauta travesera que entretiene en el tablado a los hacendados y la élite local; mientras que hay otro que con guitarra, dos violines y tambora, parece acompañar las montas del jaripeo; la técnica utilizada en la ejecución se sigue usando en el occidente del Bajío y Los Altos, con los cueros en posición paralela al suelo.


             Mientras en la mayoría de los lugares la melodía la proporcionan los violines, sólo en La Picota norestense siguen utilizándose los alientos de caña, ahora clarinetes y no chirimías.
          El violín llegó a la Nueva España casi a la par que se desarrollaba técnicamente en Europa, incluso algunos ejemplares de los violeros afamados de Cremona estuvieron en El Bajío; sin embargo, es difícil entender por qué los alientos fueron desplazados por el violín en los contextos "profanos" de estas dotaciones musicales que siguen la ruta de los destacamentos militares que cuidaban la costa del Pacífico, el Camino Real de "Colima"/Alima, las minas de cobre del Rey, las fundiciones de cobre en Ario, y el Camino de Tierra Adentro.
         Una ruta que seguía la sal, que llevaban a las minas, pues era indispensable para la amalgamación de la plata y para mantener los alimentos, sobre todo las carnes en las minas del "norte", que empezaba en Los Balcones de Curucupatzeo y seguía en El Bajío, con las de Comanja, en Guanajuato, muy próximas a Los Altos, luego Zacatecas, Durango, Chihuahua hasta llegar a Nuevo México y Texas.
Guillermo Prieto narra el 16 de septiembre de 1864 en San Juan de La Noria Prediceña, entre Durango y Chihuahua (El Contemporáneo, 1906-09-29, p. 3.); en el municipio de Cuencamé...Benito Juárez dio el grito....y hubo "serenata para el presidente con violín y tambora....Pero estaban en Durango, en el desierto de Durango, y nadie se había acordado de la conmemoración.
Nadie… de los jefes, cuyas preocupaciones políticas les había borrado la conmemoración de la cabeza. Los grupos que había advertido Guillermo, se movían en busca de leña para armar una fogata con la cual celebrar.
Corriendo, regresó Guillermo con don Benito: le habló del dulce patriotismo de esos soldados que lo custodiaban, de cómo a ellos no se les había olvidado “la noche del Tata Cura. Conmovido, Juárez instruyó a Guillermo: –Coge todo el dinero que tenemos, y dáselo a los muchachos para que celebren su grito-  “Todo el dinero” eran los pocos pesos que llevaba el Presidente en su chaleco.
Y entonces, Guillermo Prieto corrió, gritó, alborotó a todo el mundo: despertó a sus hijos, a Manuel Ruiz, a Sebastián Lerdo, al bondadoso José María Iglesias; con un sarape tricolor que viajaba en un baúl, improvisaron una bandera de regular tamaño; quién sabe de dónde apareció un violín. Una tambora inverosímil salió de alguna puerta insospechada; y en un santiamén la fiesta estaba armada.
Juárez salió a la ventana principal, flanqueado por Lerdo y por Iglesias, entre aplausos y gritos. Alguien dijo: “Que hable El Güero”. El Güero quiso excusarse: no estaba preparado, alegó. Pero nadie le creyó...



El conjunto musical mínimo puede ser uno o dos violines y la indispensable tambora, como era usual en El Mazahuacán, donde los jarabes son el centro del repertorio; pero de ahí la instrumentación puede variar: incluir una armonía, por ejemplo: una vihuela, una guitarra de golpe, o más recientemente, una guitarra sexta como parte de este conjunto, instrumentos que se usaron en sustitución de la caja militar, el tambor redoblante que fue el primer compañero de la tambora y que sigue usándose en algunos pueblos de la región de Chapala, Los Altos y en la Costa Náhuatl.
      En Ostula, municipio de Aquila, Michoacán, los instrumentos son pequeños, casi "juguetes" en su dimensión, pero funcionales y de timbres agudos que nos muestran una variedad de "dimensiones" de la tambora, vinculadas con estéticas sonoras, en donde lo étnico tiene peso; pues donde la población afrodescendiente usó el instrumento, estos suelen ser grandes y producir un sonido grave y profundo; mientras que los lugares con población indígena o mestiza (de indígena) son de menor dimensión y sonido agudo.
         Los conjuntos de violín y tambora aparecen en contextos religiosos y profanos; pero hacia el noroeste, son más comunes como acompañantes de las danzas de Moros y Cristianos con sus "variantes" de tastoanes, matla/matachines, indios, de la pluma, indios brutos, de Conquista, de chichimecas, fariseos y cuantos nombres reciben en el Camino de Tierra Adentro hasta Nuevo México. El conjunto de melodía y "bajo", violín y tambora, se complementa con la "armonía" que pisadas, sonajas, arcos percutores, tintileches (objetos metálicos que cuelga de la nagüilla de los danzantes) suenan rítmicamente.
         La tambora, como instrumento, y como sinécdoque del conjunto o dotación instrumental que hace la música, acompaña géneros musicales diversos; pues se encuentra en muchas culturas musicales de México: sones y jarabes en el occidente, huapangos norteños, polkas y chotises en el oriente, danzas, minuetes y "caminatas" de norte a sur.
          Aunque los "graciosos" suponen que lo difícil del instrumento es "cargarlo", sobre todo en las regiones donde se prefiere de gran tamaño, lo cierto es que tiene su complejidad rítmica. Al igual que la tamborita del Balsas, se tocan los parches y los aros; además, bola y bolillo proporcionan sonidos graves y agudos, por lo que la posibilidad de variantes rítmicas y sobre todo tímbricas es fundamental. Esta característica es un remanente que los individuos esclavizados y procedentes de las culturas musicales del África occidental dejaron en las culturas y sistemas musicales de México; la variación en los timbres, por el uso de glissandos sobre los cueros es una evidencia de esta herencia y gusto musical dejados a sus descendientes.
       Ay! tamboras de México, ya les llegará su "maistro" esclarecedor...mientras unas notas pa' soportar el futuro...



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