La palabra "tradición", dicen los que saben, viene del latín "traditio", derivado de "tradere": entregar. En los diccionarios tal transmisión usualmente se refiere a ideas, expresividades, valores sociales, sentimientos expresados mediante textos escritos, orales, pero también expresivos y corporales, que pueden ser adjetivados como jurídicos, literarios, religiosos, etc. pero también pueden referirse a objetos cultuales, como costumbres, doctrinas, ritos, religiosos o profanos, sociales y artísticos; por asociación, se usa también para referirse a los contenidos de esos procesos. En el presente, en que la ciencia es el sistema usual para construir conocimiento, se apela a la razón como medio para llegar a él; sin embargo, la tradición no es sólo "conocimiento" racional, es también expresivo, moral y simbólico encarnado.
A veces pensamos a la tradición solo como un cuerpo de saberes legado de una generación a otra y, aclaran los que reflexionaron sobre el tópico, que esta entrega recepción es una negociación entre lo que se entrega, que no es todo lo recibido, adecuado y creado por la generación anterior, y lo que se recibe por la generación siguiente; esto quiere decir que siempre hay "pérdidas" en los contenidos, aunque el proceso se mantenga; pero la misma concatenación de acciones en la tradición se modifica. Así que, paradógicamente, aunque imaginamos a la tradición como "inmóvil" y "conservadora", en realidad es todo lo contrario, dinámica y transgresora, centrada en los procesos y no en los contenidos.
La asociación entre contenidos de la tradición y patrimonio, legado con valor, me parece que viene del Romaticismo y de las primeras propuestas de la disciplina del Folklore, que fueron desechadas ya en los años 30 del siglo XX por las propuestas de la antropología cultural que se ocupó también de esos aspectos de la "cultura inmaterial", método de análisis que separa aspectos de la vida "objetiva", como la economía o lo social, de la vida "subjetiva", donde estarían expresiones de la lengua como literatura (poesía, narrativa, cuentos y canciones).
En los años 30 los "maestros misioneros", vinculados con las acciones culturales para justificar y definir al Estado posrevolucionario, hicieron recopilación de índole folklórica regional y los ideólogos de los gobiernos en turno usaron esos materiales para construir ideas de "nación" de carácter prescriptivo, que enseñaran a niños, jóvenes en las escuelas, a adultos y mayores mediante los medios de comunicación masiva, "lo mexicano", que caracterizaran su "espíritu", su "cultura", sus "sentimientos y valores" con el fin de constituir una nueva identidad política nacional, la del naciente Estado emanado de la Revolución. Las ideas entorno a la Nación, al ciudadano mexicano, como totalidades, y su relación con la "región" y los estereotipos de sus habitantes se volvieron monolíticas. Las tradiciones fueron fundamentalmente contenidos que enseñaban prácticas tangibles, que caracterizan, describen y evidencian ideas políticas encarnadas en vestuarios, coreografías y músicas que, arriba de un escenario, o a ras del suelo, muestran "lo regional", como "mexicano". La tradición tuvo entonces, además de las dimensiones artísticas, una fundamentalmente política.
Estas perspectivas políticas, disfrazadas de tradiciones artísticas, permearon hondo apoyadas por la escuela mexicana y los nacientes medios de comunicación masiva, por ello se volvieron realidades verosímiles para los espectadores, y lo que es peor, muchas fueron aceptadas sin aparente rechazo por los habitantes de las regiones que fueron estereotipados. Nos reímos del boxito, el jarocho alegre y dicharachero, nos identificamos con el soflamero abajeño, creímos al indio náhuatl ingenuo, nos encendimos con las voluptuosas costeñas, y como en los memes actuales, pensamos: "Sí soy", pero no era, no es así. Las complejidades regionales no pueden ser captadas a cabalidad por el estereotipo, aunque este mecanismo ideológico y discursivo tenga la apariencia de verosímil, se encarne en fenotipos y se exprese mediante "trajes regionales" o "trajes típicos", se acompañe de "música folclórica" o "vernácula".
Siempre que leo, o platico, con l@s interesad@s en las músicas de transmisión oral preservadas en entornos campesinos, a las que según el momento histórico, a la ingeniería social implementada por el Estado, y las etiquetas de producto cultural creadas por las industrias culturales, que llamamos músicas: folclóricas, regionales, populares y tradicionales, encuentro que, bajo tales palabras, que en el pasado fueron utilizados como conceptos y ahora se han vulgarizado, desligándose de las corrientes teóricas que les dieron origen y que pretendieron acotar su sentido, ahora de nuevo tienen un carácter polisémico y se refieren incluso a ideas opuestas.
Ahora comienzo a comprender que, detrás de este proceso de carácter semántico, hay una analogía con lo que sucedió a lo largo del siglo XX con algunos términos del psicoanálisis, como "histeria", "crisis", "shock" o "personalidad tóxica", que de ser términos acotados y, más o menos precisos, usados por médic@s especialistas y profesionales de la salud mental o emocional, ahora tienen diversos sentidos en el habla cotidiana. Si este vocabulario técnico, vinculado con aspectos complejos de la mente humana, se usa en contextos ajenos, por legos en la materia y con significados muy alejados del campo semántico original, es lógico pensar que menos problemático para los hablantes es el uso de conceptos procedentes de la teoría social que se han vulgarizado, como es el caso de "tradición".
Esta explicación también permite entender el desenfado y laxitud con el que se emplean a partir de los intereses, el capital cultural del hablante, y la diversidad de significados que toman. Además, este proceso de cambio semántico me parece que es circular, pues los profesionales utilizan palabras que existen en el lenguaje, o crean un neologismo a partir de ellas, acotan la definición con la pretensión de evitar los equívocos en los lectores y entre los colegas al emplear el concepto, usualmente en una red semática que es un campo también de la teoría y se refiere a una realidad objetiva del mundo social; pero con el paso del tiempo, tales conceptos son retomados por las sociedad en publicaciones especializadas, se usan en coloquios y congresos donde se analiza la pertinencia de su sentido y la utilidad descriptiva como modelos de lo social, para, con posterioridad, pasar al lenguaje cotidiano, donde su definición pierde el uso riguroso del sociolecto académico, para pasar a la polisemia. Los investigadores entonces construirán y usarán nuevos conceptos a partir del habla cotidiana y el círculo se repite.
Es probable que esté descubriendo el hilo negro, pues Moscovici lo propuso desde los años 60 al construir su nociones de "representación social" y de "imaginario social". Así que cuando alguien en un taller que enseña músicas de transmisión oral preservadas en entornos campesinos, y nos habla de "estilo", de "género", de "tradición", de "auténtico", etc., siempre es necesario preguntar ¿Qué entiendes por tal palabra? Aunque pequemos de "tontos", "ingenuos" o "ignorantes", pendejo el que no pregunta, decía mi abuelo, y "yo no soy ningún pendejo", aseguraba pendejamente.
Los talleres de “música tradicional” son entornos de enseñanza formal, es decir, los talleres tienen horarios y espacios fijos, técnicas de enseñanza, estrategias didácticas y currícula oculta (aunque los facilitadores, maestros, coordinadores, no se den cuenta, o no sepan que eso que hacen es éso). Ello no necesariamente implica que sean institucionales, pues la mayoría no tienen soportes materiales y económicos vinculados con el Estado, aunque aspiren a ello. Los talleres son casi siempre prescriptivos sobre los contenidos y las formas, sobre todo en la parte básica de la iniciación artística y la apreciación; conforme los participantes crecen en edad y adquieren más conocimientos, habilidades y valores explícitos e implícitos, entonces algunos derivan, dependiendo de la formación, interés y metas de los facilitadores, en investigación aplicada empírica, aprender “haciendo”; algunos incluso en los contextos sociales y espaciales donde las prácticas culturales, que llaman “tradicionales”, tienen lugar y son realizadas por preservadores con linaje, “gente del gusto”.
El vocabulario del sociolecto de l@s músic@s autodenominados “tradicionales” recurre a: conceptos de carácter émic, usados por l@s preservador@s, conceptos vulgarizados de la teoría social, etiquetas creadas por la industria para vender productos culturales; pero además, son usadas con herramientas ideológicas de acuerdo con las posiciones políticas de los implicados. El campo semántico se cruza con el campo ideológico al describir prácticas culturales que, por cierto, no son ni objetivas ni neutras. Además, las representaciones sociales de “lo tradicional” atraen a personas de ideología conservadora y también a quienes se ubican en el lado opuesto; por lo que las disputas en torno a lo que “es” o “no es” “tradicional” son muchas veces álgidas.
Es poco probable que en el futuro próximo haya una base semántica de comunicación entre los interesados en preservar las prácticas performativas artísticas de tradición oral arraigadas en el occidente de México; no sólo por la extensión territorial, la diversidad de contenidos de las artes performativas tradicionales, las encontradas filiaciones políticas, el abanico de identidades sociales, étnicas y de género entre los preservadores, las distintas metas entre los gestores culturales, promotores comunitarios, aprendices, públicos y consumidores de las artes performativas tradicionales, que tienen además la intervención estatal mediante políticas públicas que no sólo viene de la federación, sino también en el orden estatal y municipal. No obstante, una estrategia útil puede ser iniciar siempre con un ejercicio de reflexión que si no “defina”, si problematice los entendimientos comunes de ciertos términos de uso habitual en estos procesos.
Así que dígame usted ¿Qué entiende por tradición? ¿Qué procesos encierra? ¿Qué sentido tiene transmitir y legar, aprehender y preservar? ¿Cuáles son los contenidos que hay que preservar y para qué? Pregunto para no ser pendejo...